Vengo dándole vueltas a cierta idea, y quería compartirla con los lectores de este diario digital, con el objeto de dilucidar la calidad y solvencia de la misma. Por hacer un breve preámbulo, diré que en mi opinión el mayor ...
Vengo dándole vueltas a cierta idea, y quería compartirla con los lectores de este diario digital, con el objeto de dilucidar la calidad y solvencia de la misma.
Por hacer un breve preámbulo, diré que en mi opinión el mayor problema que padece Lanzarote hoy por hoy, más allá de crisis coyunturales, es la pésima calidad de los políticos que tenemos. Gestores incapaces que se rodean de personajes todavía más incapaces, esa es la tónica general. Una tónica que, a la vista está, nos lleva por derroteros nada halagüeños.
Sobran demagogos y faltan profesionales; sobran hombres de partido y faltan individuos con capacidad iniciativa y resolutiva; sobran pusilánimes que pretenden llevarse bien con todo el mundo y faltan valientes capaces de enfrentarse a acomodados funcionarios o a malacostumbrados empresarios; sobran corruptos que desconocen las obligaciones éticas y legales de su oficio y faltan personas instruidas, con ese mínimo de cultura general imprescindible para discernir entre lo que se puede y no se puede hacer en determinadas situaciones, con ese sentido del deber que les aliente a rechazar la tentación de utilizar su posición para ayudar a colegas o familiares.
Sobre este déficit fundamental se asientan la mayoría de nuestros padecimientos. Parálisis institucional, una capital caótica, vertederos descontrolados, deudas millonarios en cada administración, transportes deficientes, ausencia de zonas recreativas y de esparcimiento, infraestructuras obsoletas o a medio hacer, plantillas sobredimensionadas en cada ente público... La triste paradoja es que a pesar de ser la isla canaria con más trabajadores públicos por habitante, y probablemente uno de los lugares de España con un porcentaje más alto de funcionariado, aquí lo normal es que no funciona nada o casi nada.
Ahora bien, dado tamaño diagnóstico, ¿qué posibles soluciones caben? ¿Nos quedamos aguardando por una supuesta regeneración política, cuando la tendencia evidente es la opuesta? ¿nos resignamos a que las cosas sean como son, confiando en que, si acaso, algún dios o destino generoso otorgue discernimiento a quienes nunca lo tuvieron?
Desgraciadamente, la insuficiente democracia que padecemos juega en nuestra contra. Ni siquiera aunque los ciudadanos fuéramos capaces de distinguir entre todas las formaciones políticas a los mejores políticos, se nos dejaría elegirlos. Nos vemos abocados a apoyar una lista o paquete de personas completo, a sabiendas de que muchas de esas personas no cumplen con los requisitos mínimos que cualquiera esperaría de un buen gestor público.
Les voy a decir lo que yo haría. La idea que vengo masticando desde hace un tiempo. Imaginen que una serie de ciudadanos de Lanzarote, conscientes del problema descrito, se confabulan para montar un partido político. Pero ojo, un partido político en el que ninguna de esos individuos tuviera cargo alguno.
Me explico. Si se trata de dar con los mejores para ocupar una serie de cargos públicos, lo que hay que hacer es buscar activamente a esas personas. Al mejor concejal de obras públicas posible, al mejor consejero de economía posible, al mejor alcalde posible, etc... uno por cada puesto. Y formar con ellos un partido político que se presente a las elecciones.
Sería un partido en el que no estaría yo, ni nadie de los que colaborara en este proyecto (tampoco aspiraríamos a ser asesores o algo parecido). El nuestro sería en realidad un mero trabajo de ONG, por el que nadie cobraría un euro ni tendría derecho a recibir compensación posterior ninguna. Pondríamos anuncios en los periódicos, de toda España si hace falta, explicando el proyecto y los requisitos solicitados a cada candidato.
Habría un proceso de selección y los elegidos al final conformarían las listas del partido político en cuestión. Un partido político formado por buenos profesionales, por los mejores que encontremos para cada puesto específico; un partido compuestopor gente solvente y con cabeza, gente desfanatizada y sin viejas hipotecas emocionales o económicas que les hagan susceptibles de dejarse llevar por el mal camino.
¿Se imaginan un equipo de personas así llevando las riendas de nuestra isla? En primer lugar estaría el soplo de aire fresco que supondría, la ola de optimismo general que se respiraría frente al habitual más de lo mismo al que parecíamos condenados. Luego, la calidad de unos servicios dirigidos por gente con ganas de trabajar y consciente de lo que hace, mejoraría sustancialmente. A ninguno de ellos le dolería en prendas quitar de en medio a ese funcionario que no da un palo al agua y no le permite hacer su propio trabajo. Ninguno de ellos, porque nosotros los habríamos seleccionado precisamente para ello, dejaría que las contrataciones y adjudicaciones emprendidas obedecieran otro criterio que el de la mejor oferta posible.
Como recién llegados que serían, ninguno tendría nada que ocultar, ni viejos colegas a los que guardar las espaldas, así que de entrada harían de la transparencia algo más que una palabra vacía.
En fin, se trata de apenas un boceto, una idea que habría que madurar y masticar mucho. Pero me apetecía compartirla, porque es algo que no puedo afrontar solo. Como tantos otros proyectos que he iniciado, la mayoría de los cuales no fueron a ninguna parte, la evolución de este dependerá del grado de colaboración y de implicación que encuentre. ¿Qué les parece? ¿Nos resignamos a lo que hay y seguimos llorando en las esquinas de los bares lo malos y golfos que son nuestros políticos o movemos el culo para buscar otros mejores?