A punto de comer las doce uvas, resulta inevitable repasar lo que ha dado de sí el año que llega a su fin, pero lo cierto es que cuesta encontrar grandes hitos a destacar. Sin duda, los principales vienen de la Dirección General de ...
A punto de comer las doce uvas, resulta inevitable repasar lo que ha dado de sí el año que llega a su fin, pero lo cierto es que cuesta encontrar grandes hitos a destacar. Sin duda, los principales vienen de la Dirección General de Costas, que por un lado acaba de adquirir la Isleta de La Santa, haciendo que pase a ser propiedad pública y por tanto quede libre de camas, y por otro ha iniciado los trámites para expropiar y demoler el hotel Papagayo Arena, que representa el peor ejemplo de los atropellos urbanísticos cometidos en la isla.
Pero más allá de estas acciones emprendidas por el Gobierno central, la mayoría de las cosas que han marcado la agenda en Lanzarote son parte de un bucle que se viene repitiendo en la isla, y sin duda el mayor ejemplo de ello es Dimas Martín, que ha estado "ausente" todo el año y sin embargo ha seguido acaparando el protagonismo.
Lo hizo cuando empezaba el 2007, porque acababa de ingresar en prisión; lo hizo en las pasadas elecciones, porque el PIL consiguió mantenerle presente en la campaña a través de cartas, videos y mensajes grabados, y los ciudadanos le dieron alas con unos resultados que fueron un rotundo éxito dada la situación del partido; y lo ha hecho de nuevo ahora, porque ha conseguido salir de Tahíche gracias al tercer grado que tantos ríos de tinta ha hecho correr en los últimos meses.
Y aunque Dimas Martín sigue cumpliendo condena por malversación de fondos públicos y fraude a Hacienda y a la Seguridad Social en el caso del complejo agroindustrial, ahora en régimen de semilibertad, el pasado sábado hizo su gran reaparición ante los medios. Y pese a que intentó negar la evidencia, como si realmente estuviera alejado de la primera línea de fuego político, lo cierto es que en sus palabras, hablando por ejemplo de la "parálisis de la isla", gobernada por el pacto PSOE-PIL en el Cabildo y cuatro ayuntamientos, y apostando una vez más por la "unidad del nacionalismo" ante las próximas elecciones generales, lanzó un auténtico mensaje a navegantes, que sin duda sólo sirve para alimentar más incertidumbre sobre la estabilidad de las instituciones.
En definitiva, una historia que se repite y que marca un año que llega a su fin sin que se resuelvan siquiera algunos de los temas que más han dado que hablar en los últimos doce meses, como el Plan Territorial Especial de Ordenación Turística y el Plan General de Arrecife, que sigue aparcado y abriendouna brecha en el pacto, al que aún está por ver cómo afecta la reaparición de Dimas.
Así, mientras el 2007 no pasará a la historia de Lanzarote por los logros ni los avances conseguidos en las instituciones insulares, desgraciadamente sí lo hará por la crónica negra. Y es que si hay algo que ha marcado el año son los sucesos. Sobre todo, tres nombres. Tres jóvenes. Tres vidas enterradas, una en un maletero y dos en un descampado de Argana. Los nombres de Cathaysa, Yasmila y Yuliza serán sin duda difíciles de olvidar, o deberían serlo, al menos hasta que lleguen las respuestas sobre lo sucedido.
Porque pese a que los meses van pasando, aún no se ha dado ninguna explicación, ni hay sospechosos ni detenidos por ninguno de los casos, lo que alimenta aún más la sensación de inseguridad e impunidad con tres cadáveres sobre la mesa. Y eso, sin duda, es el punto más oscuro del año que termina.
Al lado de eso, hablar de la recesión turística, de la subida del precio de la cesta de la compra o del problema de abastecimiento de mercancías tras la retirada de un barco de Transmediterránea, parecen cuestiones menores, aunque sin duda afectan en gran medida a la economía insular y también han marcado este 2007 que, al menos, debería servir para aprender de los errores.