Todavía está fresca en la memoria de los informadores de esta isla la etapa en la que todo lo concerniente a la sanidad pública era una especie de tabú, un asunto del que no se podía hablar, siempre rodeado de misterio y de ...
Todavía está fresca en la memoria de los informadores de esta isla la etapa en la que todo lo concerniente a la sanidad pública era una especie de tabú, un asunto del que no se podía hablar, siempre rodeado de misterio y de polémica. Existía la sensación en el ambiente de que siempre se trataba de ocultar algo, lo que fuera. Las informaciones que llegaban eran prácticamente nulas, con lo que se consiguió generar un estado de alarma que ahora estamos viendo que era innecesaria. Ahora porque las cosas han cambiado bastante, sobre todo a raíz de la llegada del doctor Juan Manuel Sosa a la dirección del Área de Salud de Lanzarote. Parece que no resulta tan difícil informar a los medios de comunicación para que éstos a su vez puedan informar a los ciudadanos.
Un ejemplo de esto lo hemos encontrado en la triste historia de la joven de 29 años que falleció este lunes después de someterse a la primera intervención quirúrgica relacionada con la obesidad mórbida que se ha realizado en la Isla. Como entenderán los lectores, se trata de un asunto ciertamente peliagudo, delicado, que merece ser abordado con absoluto respeto, no sólo por la mujer y sus familiares sino también por los profesionales que están detrás de la operación.
No se ha creado todavía una alarma excesiva porque el propio responsable del Área de Salud ha salido al paso para explicar lo sucedido, evitando así que se iniciara el amargo y tortuoso camino de la especulación. Tal y como informa LA VOZ en su edición de hoy, el doctor quiso dejar muy claro que Lanzarote cuenta con los equipos materiales y humanos necesarios para practicar este tipo de intervenciones, para lo que además se preparó a dos profesionales que recorrieron varios hospitales importantes donde adquirieron los conocimientos necesarios. Eso no quiere decir que algo pueda haberse hecho mal, para lo que hará falta el estudio del caso.
Como es lógico, los doctores que practicaron la intervención están absolutamente consternados, tal vez no tanto como los familiares, a los que por supuesto hay que respetar su deseo de que se investigue el triste acontecimiento y se aclare qué tipo de responsabilidad puede tener el centro y sus facultativos.
Ocurra lo que ocurra, lo importante es que haya transparencia, que no se oculten las cosas como se hacía antaño. Sólo así se evitarán los malos entendidos y se conseguirá llegar a la verdad de forma más sencilla y sin rodeos.