Han hablado las instituciones de Lanzarote y Fuerteventura, los representantes políticos de otras islas, el Gobierno de Canarias, los ecologistas, los colectivos ciudadanos, las asociaciones, el Gobierno central, la petrolera… Han hablado prácticamente todos, salvo unos: los ciudadanos. Y ellos, están llamados a hacerlo este sábado 24 de marzo.
Puede que no logren cambiar nada. De hecho, el Consejo de Ministros ha dejado bien claro que le importa muy poco lo que opinen las islas. Ni siquiera contestó las alegaciones de los cabildos y del Gobierno regional, y aceleró los plazos al máximo, concediendo los permisos a Repsol el pasado viernes y publicando el decreto cinco días después en el Boletín Oficial del Estado. Sin embargo, lejos de desanimar a la movilización social, eso precisamente debería alimentarla aún más.
No se trata de partidos, de políticos, ni de instituciones. La cita de este sábado, de este 24-M, es para la sociedad. Pocas veces se ha visto una unidad similar del Cabildo, de todos los ayuntamientos de la isla y de los colectivos sociales y ecologistas, y sin duda eso ayudará para el posible éxito de esta convocatoria. Sin embargo, lo importante es que los que el sábado decidan echarse a la calle, lo hagan simplemente como ciudadanos, representándose a sí mismos.
Se puede estar a favor o en contra. Se puede debatir. Se pueden escuchar y aportar argumentos. Pero lo que no se puede hacer es mirar para otro lado. Ni en este tema, ni en muchos otros. Cuando se está hablando de algo de esta importancia para el futuro de Lanzarote, es necesario que la sociedad se pronuncie. Aunque sea en la calle.
De hecho, debería hacerlo en muchísimos más temas. Quizá éste sea el momento de terminar con la resignación. De pensar que da igual votar o no votar, manifestarse o no manifestarse. Muchas veces no se puede cambiar el presente, pero sí se puede cambiar la historia. Y en una democracia, ya le pasó al PP hace ocho años, se puede no escuchar al pueblo, pero el pueblo te puede terminar pasando la factura.
Por eso, Lanzarote tiene una oportunidad histórica este sábado. Tiene la oportunidad de decir si está o no a favor de las prospecciones petrolíferas frente a sus costas. Hay quienes las defienden, desde luego. Pero precisamente, ahí radica la importancia de esta cita. Es el momento de saber si de verdad la isla está por el "No". Tiene su oportunidad de hablar. Y es importante que lo haga sin ataduras.
No se trata de lo que diga un partido, un Cabildo o un ayuntamiento. Se trata de que cada ciudadano exprese su propia opinión. Acudiendo a la cita o quedándose en casa. Y que tanto los que vayan como los que se queden, lo hagan convencidos y no por cumplir ninguna directriz de nadie.
En este tema, como en casi todos, tampoco está faltando el oportunismo político. No hay más que ver, por ejemplo, el diferente criterio del PP y el PSOE según la comunidad autónoma.
Por eso, si algo no se puede es politizar la cita de este sábado. No es el momento de los políticos y de las posturas partidistas, sino de la sociedad. Los políticos que acudan, que seguro que serán muchos, deberían hacerlo también como simples ciudadanos. Y sería todo un símbolo poder encontrar entre los manifestantes a militantes del PP, porque los hay, que estarían deseando expresar su opinión individual contra el petróleo.
Para el resto, los que realmente consideren que las prospecciones pueden traer algo más que riesgos para las islas de Lanzarote y Fuerteventura, sería bueno que también se atrevieran a decirlo sin tapujos. A defenderlo y dar sus argumentos.
Hasta ahora, todo lo que hemos escuchado es que "si no lo sacamos nosotros, lo sacará Marruecos" (un argumento falso con el que, por ignorancia o por burda manipulación, intentan transmitir que ambos países están buscando en la misma zona y en las mismas "bolsas", cuando no es cierto), y que Repsol va a "crear empleo".
Sin embargo, ni la propia empresa se atreve a confirmar esto último. No puede asegurar ni demostrar que se vaya a generar ni un solo puesto de trabajo en Lanzarote y Fuerteventura con el petróleo. Con suerte, y como mucho, estas dos islas suministrarán los "bocadillos" a los trabajadores que estén en la plataforma, que suelen ser menos de cien.
Hace casi diez años, el 27 de septiembre del año 2002, Lanzarote se echó a la calle para dejar claro qué modelo de isla quería. Para defender su territorio y su medioambiente. Este sábado, una década después, los lanzaroteños tienen la oportunidad de recuperar la voz. De no resignarse. De volver a decir alto y claro qué futuro quieren para Lanzarote.