Se deslizaba el mes de julio de 2.000 y tocábamos inseguros la puerta de la casa de Saramago. A lo mejor ni la tocábamos, probablemente la raspásemos, temerosos de encontrarnos con la figura espigada de un hombre que imponía ...
Se deslizaba el mes de julio de 2.000 y tocábamos inseguros la puerta de la casa de Saramago. A lo mejor ni la tocábamos, probablemente la raspásemos, temerosos de encontrarnos con la figura espigada de un hombre que imponía respeto, mucho respeto.
Lo intentábamos una vez más. Porque unos días antes habíamos tenido al Nobel a escasos metros en el Varadero de Puerto del Carmen y ningún miembro de Achitacande se había atrevido a abordarlo para invitarle a una charla que tendría por título, "Cómo veo Lanzarote".
Zigzagueábamos, amagos, vete tú, sí pero no y Saramago que se nos escapaba por unas escaleras blancas?
Así que aquí estábamos otra vez, tocando la puerta de Saramago, raspando la puerta con el filo de los nudillos hasta que un día nos abrió una voz. Una voz que nos dijo que José estaba dentro. Que José Saramago estaba en esa casa.
Otro día coincidí en el umbral con Pilar del Río, su mujer, y sellamos una amistad que perdura. Pero Pilar esquivaba, nos proponía alternativas: filósofos, arquitectos, puede que hasta poetas, pero con un hilito de voz cada vez más firme, le respondía sutilmente, "fantástico, queremos a Saramago".
Asíque bombardeada por la presencia cada vez más molesta de varios muchachos de Achitacande, por fin desde la casa Saramago se nos dio una fecha para la charla: el 19 de septiembre de 2000, José estaría ahí.
Ya sabemos que la vida puede cambiar más en una hora o en diez minutos que en 20 años. Que una hora puede durar toda la vida. Y así fue como José Saramago el 19 de septiembre de 2000, pronunció una charla histórica organizada por Achitacande en el Casino Club Náutico que revolvió la isla e inició la primera revolución ecológica post César Manrique. Aquellas palabras del Nobel llenas de verdad, denunciaban a la hipócrita clase política (la misma que ahora como con César acude en masa a su velatorio) y también es importante decirlo, al inmovilismo ciudadano.
Esta charla situó a Lanzarote por un tiempo en el primer plano regional y llegó a ocupar espacios nacionales e incluso internacionales. Y es que a partir de las palabras de José la agitación: un renqueante Foro Lanzarote se reactivó espectacularmente creciendo sus simpatizantes como la espuma, se le dio una patada en los tobillos a la especulación, al cemento sin fundamento y al final todo desembocó en la memorable manifestación de 27 de Septiembre del 2002 organizada por el Foro Lanzarote.
Posteriormente la izquierda se equivocó una vez más y unos pocos trataron de rentabilizar el trabajo de unos muchos. Pero todo esto forma parte del progreso, del ensayo error, de una dialéctica necesaria que culmina (siguiendo a Hegel) en la síntesis, es decir en el avance que de una manera consciente o inconsciente disfrutamos hoy día.
No voy a leer ni uno de los artículos que vomita el peloteo institucional o el palabrerío oportunista de los 'satélites' repentinos que surgirán ahora alrededor del Nobel portugués. Imagino que muchos dirán ahora que conocieron a Saramago, que compartieron con él momentos inolvidables etc. Como con César.
Me da igual. Nadie, pero nadie tiene que convencerme de la relevancia de un hombre que se levantó solitario frente a las desigualdades sociales, frente a los genocidios, frente a la apatía conservadora y generalizada. Nadie tiene que convencerme de la calidad literaria de un HOMBRE, que me mostró otro camino para amar en Todos los Nombres. Nadie pero nadie tiene que convencerme que Don José Saramago, premio Nobel de Literatura era un tío con dos cojones.
Descansa en paz, amigo.