El reloj de la Iglesia de San Ginés se paró a las nueve y media de la mañana de hace años. Quizá coincida esta fecha con el inicio del descomunal atraso que sufre Arrecife, fruto de la desidia política y del conformismo ciudadano. ...
El reloj de la Iglesia de San Ginés se paró a las nueve y media de la mañana de hace años. Quizá coincida esta fecha con el inicio del descomunal atraso que sufre Arrecife, fruto de la desidia política y del conformismo ciudadano. Las campanas, que en las ciudades con solera marcan el pulso de la tradición,repicaron hace ya unasdécadas. Nadie las echó de menos. Tampoco parece alarmar el endémico estancamiento, por expresarlo de manera eufemística, de la que es y debe hacerse notar como capital insular.
Produce tristeza, cuando menos por comparación, viajar por cualquier ciudad canaria, española y europea y comprobar cómo evolucionan, amplían y mejoran infraestructuras, parques y servicios para sus ciudadanos mientras Arrecife enseña cada vez con más saña todas sus vergüenzas.
Otro lamentable botón de muestra es el Parque Viejo, como así denominábamos al ahora denostado Parque Ramírez Cerdá, que pasó de ser lugar de fiesta, baile y encuentro, a convertirse en un lugar inhóspito, vallado, inaccesible a propios y extraños.
Lo que era un enclave privilegiado, con magníficas vistas a la singular marina de Arrecife, llamado a servir de espacio de deleite para niños y mayores, es ahora un festival del excremento y la suciedad, por gentileza de las garzas y la inoperancia de aquéllos encomendados para hacerles frente. ¿Es acaso la protección de la garza la excusa perfecta para mantenernos en la absoluta inoperancia? ¿No es suficiente vergüenza pasearse por esa plaza como para que alguien decida dar una solución definitiva a este asunto? ¿Tenemos que seguir empapándonos del conformismo y la falta de ambición de la clase dirigente? ¿No es hora ya de exigir un aluvión de soluciones y proyectos ilusionantes que permitan un horizonte de esperanza para la ciudad?
Aunque estos dos ejemplos bien pudieran parecer de pequeña envergadura para el conjunto de problemas a los que se enfrenta nuestra sociedad, a veces es bueno partir del detalle para darnos cuenta de una realidad sangrante.
El estado de los barrios, la Rocar, las carencias en infraestructuras, la sempiterna lucha política para al final paralizarlo todo, la incapacidad para sacar adelante un Plan General, herramienta imprescindible como marco jurídico de todas las actuaciones necesarias ? La profunda crisis que sufrimos no hace más que meter aún más el dedo en la llaga y evidenciar la inoperancia de la clase política durante los últimos años.
Ha llegado la hora de poner el reloj a cero y de exigir a todos, sean del color político que sean, que prime la responsabilidad frente a la pugna, la ambición frente a la mediocridad, el interés general frente al particular.
El próximo día de San Ginés volverán a repicar las campanas de la iglesia. Esperemos que sea el inicio de un nuevo despertar de esta maltratada ciudad.