Hemos perdido las elecciones en Lanzarote, no hemos alcanzado ni por asomo las expectativas que teníamos. ¿Motivos? Varios. ¿Culpables? Nosotros mismos. Algunos se ponen a echar balones fuera, que si el electorado no ha ...
Hemos perdido las elecciones en Lanzarote, no hemos alcanzado ni por asomo las expectativas que teníamos. ¿Motivos? Varios. ¿Culpables? Nosotros mismos. Algunos se ponen a echar balones fuera, que si el electorado no ha captado, que si los ciudadanos no han comprendido nuestro mensaje, etc... Si los ciudadanos no han entendido y no han captado nuestras ideas es porque nosotros no hemos sido capaces de explicar nuestro mensaje adecuadamente. Así de sencillo. Tampoco vale atribuir nuestra derrota a la campaña de medios ilimitados de algunos partidos, ni tan siquiera a las chuletadas o garbanzadas, promesas de puestos de trabajo, comportamiento de ciertos medios de comunicación y demás. Las cosas son como son. Y aunque resulte difícil de entender que con el descontento generalizado existente entre la población y las quejas permanentes por la situación socio-económica, gane el partido, o los partidos responsables de la situación, tenemos que admitir que no hemos sabido situarnos como la alternativa real a los de siempre. La gente decía estar harta de lo mismo de siempre con los mismos de siempre, pero a la hora de votar optó precisamente por los de siempre. Hay que asumirlo.
Algunos interpretaron nuestra candidatura como la de algunos que se cambiaron de chaqueta, que se fueron del PSOE porque allí no les incluyeron en sus listas y se han montado un tinglado para lograr algún carguito. Ese fue el mensaje enviado y repetido constantemente por algunos.
No voy a mencionar a la concejal del PSOE que hace unos meses todavía amenazaba con "si el PSOE no me pone en un puesto de salida, me voy a CC, que ya me lo ha ofrecido", y luego se reconvirtió en la más "convencida y acérrima defensora" de lo que antes rechazaba, una vez logrado su propósito, claro.
Si los que nos fuimos del PSOE, y hoy formamos parte de Opción por Lanzarote, hubiésemos querido puestos y cargos, nos hubiera bastado con vendernos, es decir, hacer lo que han hecho otros tantos, callarnos, seguir dentro del PSOE, empezar a entonar alabanzas de las bondades del "maestro de la estrategia política" que, por cierto, y viéndolo de forma objetiva, ha llevado al PSOE a derrotas electorales sin precedentes y a las menores cuotas de poder de toda su historia en Lanzarote.
No nos vendimos por dignidad, por coherencia y por considerar que no podíamos continuar en un partido donde no se respeta los derechos de sus militantes. Hubiera sido mucho más fácil cambiar de chaqueta y quedarnos en el PSOE.
Aclarado esto, tengo que decir que estoy más convencido que nunca de la necesidad imperiosa de un partido nacionalista y progresista en Canarias. Un partido que no se deba a las directrices de Madrid y que no sea correa de transmisión de los intereses estratégicos de fuera. El PSOE está dando en estos días un ejemplo claro de lo que es un partido sucursalista. En Madrid se decide lo que hay que pactar en Canarias. En Madrid se dispone en base a intereses que no necesariamente coinciden con los de aquí.
Lejos de realizar un análisis del resultado por el cual el PSOE pierde 11 escaños (un 45%) en el Parlamento de Canarias, este partido se dedica de lleno a negociar su participación en el Gobierno Autonómico. Su verdadero objetivo electoral parece haber sido perder para lograr la vicepresidencia. Habrá que respetarlo. Cada uno se marca sus propias metas.
El PSOE ha mostrado una actitud muy poco coherente a la hora de afrontar las discrepancias internas. Gestoras e ignorar las garantías estatutarias de los afiliados, esa ha sido la respuesta del PSOE en Canarias a la petición de debate interno. Disciplina, disciplina de partido, tal como si estuviésemos en los años sesenta, es la tan cacareada exigencia de algunos hacia dentro que, luego, y de cara a la sociedad, piden cosas como participación ciudadana, implicación de los colectivos sociales, sueltan frases como "escuchar a los ciudadanos" y demás cosas "bonitas". Parece que a los únicos que no quieren escuchar es a sus propios afiliados.
En el PSOE lanzaroteño actual la hipocresía política ha sustituido cualquier valor fundamental. Todo está permitido, la cualidad más alabada es la desfachatez. No importa insultar hoy a Paulino Rivero, a Pedro San Ginés, a Astrid Pérez o a Jesús Machín. No importa calificarles de cualquier cosa, mañana ya nos pondremos el disfraz de mansito, de incomprendido, de malinterpretado, donde ayer dije "cantinero y testaferro" hoy digo Pedro.
Pero con esa actitud el PSOE se despide de todos aquellos que lo consideraban referente de las políticas progresistas en Canarias. Con esa actitud seguramente habrá logrado los aplausos de todos aquellos que consideraban las siglas socialistas como garantía de poder, de puestos y cargos. Todos esos estarán de fiesta ante la posibilidad de un pacto entre CC y PSOE.
Es triste ver cómo un partido como el PSOE, con tanta trayectoria democrática, con tantos méritos adquiridos en la lucha por la democracia y los derechos sociales en España, haya caído en Lanzarote tan bajo hasta convertirse en unas simples siglas detrás de las que se esconden unos intereses que nada tienen que ver con la defensa de nuestra isla ni de Canarias.
El PSOE deja un hueco en el mapa político. Estoy cada vez más convencido de que en Canarias ya se está gestando ese gran partido progresista canario, esa formación política que aspira a la defensa de Canarias y de la igualdad de condiciones de vida de sus ciudadanos. Lo tengo bastante claro, esa opción política es Nueva Canarias.
Damián Peña, portavoz de Opción por Lanzarote - NC