Parches insostenibles

Por César Augusto Miralles El Gobierno de ZP ha aprobado esta semana la denominada Ley de Economía Sostenible que deberá propiciar el cambio de nuestro modelo productivo y de empleo de forma que nuestra economía sea más sostenible desde el punto de ...

5 de diciembre de 2009 (21:30 CET)
Por César Augusto Miralles
El Gobierno de ZP ha aprobado esta semana la denominada Ley de Economía Sostenible que deberá propiciar el cambio de nuestro modelo productivo y de empleo de forma que nuestra economía sea más sostenible desde el punto de ...

El Gobierno de ZP ha aprobado esta semana la denominada Ley de Economía Sostenible que deberá propiciar el cambio de nuestro modelo productivo y de empleo de forma que nuestra economía sea más sostenible desde el punto de vista económico, ambiental y social.

Este proyecto de Ley ha recibido duras críticas por parte de economistas de reconocido prestigio que la califican como un conjunto de buenos deseos pero banales, plagado de incógnitas, otro Plan Canarias sin partida presupuestaria, de escaso impacto en la economía real, de corto alcance con efectos insuficientes a largo plazo, medidas marginales?

En mi opinión, el Gobierno de ZP pretende convencernos que con pequeños parches y obviando reformas estructurales de calado se puede cambiar una sociedad. ZP pretende que creamos que solamente mediante una más rápida protección de las patentes o menores impuestos a las empresas que innoven crearemos como churros personajes de la talla de Ramón y Cajal o Bill Gates. Pretende que creamos que únicamente mejorando el tratamiento fiscal del alquiler se acabará la especulación inmobiliaria porque los españoles preferiremos vivir de alquiler y no comprarnos una vivienda. Se empeña en convencernos que si obligamos a los ayuntamientos a pagar en 30 o 60 días se solucionan los problemas de financiación de las pequeñas y medianas empresas y así sucesivamente ? obviando los graves problemas de financiación de los ayuntamientos.

Con parches no se solucionarán los problemas crónicos de la economía española, que destruye más empleo que el resto de Europa, que sale mal parada en todas las comparaciones internacionales con respecto a las facilidades para crear una empresa, que decepciona en cuanto a la calidad del sistema educativo (alto fracaso escolar) y que no cuenta con ninguna universidad entre las más prestigiosas del mundo.

Es incomprensible que no se aborde de manera urgente la reforma del sistema educativo que en la actualidad solo sirve para crear individuos con una gran capacidad para memorizar pero que no es capaz de fomentar la iniciativa propia, el autoempleo, la crítica o la innovación. Bill Gates es un ídolo en Estados Unidos mientras que los empresarios en España son repugnados y culpables de especulación y explotación hasta que no se demuestre lo contrario. No se aborda la inseguridad jurídica, la tardanza de la justicia, las trabas administrativas y la burocracia que rompe con la unidad de mercado y espanta a los inversores. No se aborda la necesaria eliminación de duplicidades y reorganización de competencias en el sector público. Y qué decir de la reforma laboral que brilla por su ausencia, como muestra de la complicidad existente entre Gobierno y sindicatos.

Tampoco existe un compromiso presupuestario firme ni un plan estratégico claro y detallado para corregir el déficit fiscal y disminuir la deuda pública. Parece una broma de mal gusto que tras más de dos años de crisis profunda, todavía el Gobierno de ZP plante en esta ley la creación de un grupo especial para evaluar el gasto, elaborar un plan de austeridad, de calidad en el gasto, y de racionalización, esenciales para no poner en riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas.

En definitiva, la ley plantea un objetivo que es en sí mismo deseable por la mayor parte de los mortales pero que sin embargo será muy difícilmente realizable si nos encomendamos a las medidas contempladas en el borrador presentado por el Gobierno. No se trata únicamente de cambiar el turismo y la construcción por la fabricación de paneles solares o parques eólicos, sino que también es necesario hacer que lo que ya tenemos (el turismo, las manufacturas, el sector primario y los servicios) sean más productivos, más competitivos y que ocupen mejores posiciones en los mercados internacionales. La receta: reformas estructurales.

LO MAS LEÍDO