Otra visión del proceso electoral en Venezuela

por MIGUEL LEAL CRUZ A la vista de la exigua participación de los venezolanos y venezolanas con derecho a voto (según el CNE), desde una perspectiva profesional y objetiva, es muy difícil considerar ...

9 de diciembre de 2005 (11:41 CET)

por MIGUEL LEAL CRUZ

A la vista de la exigua participación de los venezolanos y venezolanas con derecho a voto (según el CNE), desde una perspectiva profesional y objetiva, es muy difícil considerar a priori y para cualquier periodista o analista internacional que este proceso pueda ser reconocido como modelo para los que tendrán lugar en breve en varias naciones de la América Latina, y más si hacemos paralelismo con otros similares que normalmente tienen lugar en democracias consolidadas.

El derecho al voto es voluntario y libre, aun a sabiendas de las consecuencias que su no pleno ejercicio implica. Se ha de aceptar otra administración que necesariamente tendrá lugar tras la nueva Asamblea, y también sus efectos ejecutivos entre ciudadanos de aquel país que hayan sido votantes o no votantes. Esta es la norma aceptada, como mal menor, en la mayoría de los estados democráticos con representación en la ONU.

En las periódicas elecciones para representantes al Parlamento Europeo (similar a los homólogos Andino y Latinoamericano) la abstención ha superado a veces la de Venezuela (por otra parte, norma habitual desde siempre en este país hermano). Nadie podrá discutir que el problema queda agravado por la retirada de los candidatos de los principales partidos opositores, Alianza Democrática y COPEI, tras sesenta años de comparecencia y alterne consecutivo en los órganos de poder decisorios venezolanos, a los que se sumaron partidos de nueva creación y afines a aquellos como Proyecto Venezuela, Primero Justicia o Nuevo Tiempo. Todo a pesar de las llamadas al voto de políticos de prestigio (no seguidores del MVR de Hugo Chávez) efectuadas públicamente por Andrés Velásquez o Claudio Fermín (entre otros), lo que nos obliga a pensar cómo de importante es el problema que se avecina para la próxima legislatura.

Esto conduce inevitablemente (y nadie podrá discutir racionalmente) asospechar que la llamada "oposición" tenía o tiene previsto un Plan B para abortar el proceso electoral, por vías de fuerza ante el temor que el régimen, con cada vez mayor consolidación, acabe siendo una copia ideológica y de procedimiento del castrismo cubano en el país de los llanos. Esto ha sido vaticinado por ciertos medios de prensa venezolanos y por el propio Claudio Fermín, un antiguo correligionario de Chávez, hoy disidente con partido propio y en la oposición. Los profesionales de los medios venezolanos contrarios al régimen intentarán, una vez más, considerar y hacer creer que el 75 % de abstención es un plebiscito contrario al presidente que rige los destinos del país desde el año 1999.

Quizá, en lo sucesivo, a pesar del reconocimiento de los comicios por los observadores internacionales y por la misma OEA, la contestación interior se incrementará con mayor virulencia (nunca similar a la del boicot económico, huelguístico y petrolero de los años 2003 y 2004) y pudiera ocurrir que la situación inestable se extendiera a otros países del entorno (Bolivia, Haití, Nicaragua) en los momentos previos a sus próximos procesos electorales, con líderes populistas que tienen como modelo ideológico precisamente a Hugo Chávez y, desde una óptica más indirecta, al mismo Fidel Castro.

El Gendarme del Mundo, EE.UU, no se halla precisamente en estos momentos con las mejores condiciones de poner orden al modo de un "boby británico", esto es muy serio para quienes visionamos y deseamos la paz estable a nivel general.

Es éste el referente que más preocupa en los sectores económicos y políticos del continente americano que anticipa cierta prensa francesa próxima al rotativo "Le Figaró" (y Liberation) un día antes de los comicios, al publicar que "Oposición venezolana lanza operación mediática de su propio suicidio"; o cuando el presidente del parlamento, Nicolás Maduro, arremete contra banqueros y dueños de medios de Venezuela de ser autores del boicot electoral.

Una delegación parlamentaria española viajó hasta aquel país en misión de observación en el que permanecerá hasta el 6 de diciembre, sin poder asistir al "conteo" manual de votos que, de forma aleatoria, se llevará a cabo en determinados centros durante los siguientes diez días de la celebración del evento (aspecto que suscitaba discrepancias con la oposición renuente a su participación).

La prensa en Canarias (que recoge noticias de Efe desde Caracas) da carácter legal al evento a pesar de la alta abstención (también motivada por las lluvias), si bien los venezolanos acudieron a los centros de votación de forma desigual, más en los campos que en las grandes ciudades.

En estas Islas, la abstención fue mayoritaria, por la calidad de muchos venezolanos residentes que, en gran mayoría, no son precisamente seguidores de Hugo Chávez.

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