NUEVOS TORQUEMADAS

Del estadista y filósofo norteamericano, Thomas Jefferson, es la siguiente afirmación: "He jurado ante el Altar de Dios hostilidad eterna hacia cualquier forma de tiranía sobre la mente del ser humano". Intentos de ...

26 de diciembre de 2005 (11:14 CET)

Delestadista yfilósofo norteamericano, Thomas Jefferson, es la siguiente afirmación: "He jurado ante elAltar de Dios hostilidad eterna hacia cualquier forma de tiranía sobre la mente del ser humano". Intentos de este

execrable jaez los ha habido a lo largo de la Historia, especialmente durante el pasado siglo, y algunos con relativo éxito. No obstante, la lucha por erradicar esta forma de quebrantar las libertades de las personas ha

sido, y es, continua, y espero lo siga siendo en el aciago futuro al que nos encaramos, a pesar de que el vientre de la bestia que ha parido tales monstruos sigue siendo fértil.

Países donde la libertad de expresión se ha visto seriamente menoscabada, cuando no perseguida con saña y vesania, fueron la Alemania Nazi, La Unión Soviética y sus satélites, la Italia Fascista - con sus primas hermanas la

España de Franco, El Portugal de Salazar, la Francia de Petain, la Rumania de Antonescu, y en extremo Oriente, los casos de China o Corea del Norte.

Caso aparte es el de los países islámicos, en los cuales apartarse de la ortodoxia coránicaes un grave pecado, severamente castigado; por no pensar siquiera en la mas mínima tolerancia hacia las otras dos grandes religiones

monoteístas: el Cristianismo y el Judaísmo.

En esta tesitura, incluso debemos felicitarnos por vivir en un Occidente con niveles democráticos mas o menos aceptables, y siempre infinitamente mas aceptables que los ámbitos mencionados anteriormente -muchos de ellos

felizmente periclitados- pero siempre con el ojo puesto en el dicho popular de que no todo el monte es orégano.

A pesar de lo considerablemente adelantado en el terreno de las libertades, aún surgen aquí y allá, y con inquietante proximidad, intentos por desvirtuar, cuando no convertir en papel mojado, los sagrados logros

constitucionales en lo que a la libertad de expresión respecta. Y todo ello ante la aparente pasividadde unaopinión publica que ve acercarse con apatía e indiferencia la terrible Cabeza de Medusa.

Se está pretendiendo reinstaurar la vieja y fementida ley Fraga -o algo peor aún- paradigma de lo más cutre de cualquier dictadura: amordazar la libre opinión, y lo que es peor, al libre capricho de unos personajes que

tienen mas en cuenta sus particulares intereses que el bien general para el que han sido honrados al ser elegidos.

La libertad de expresión, como cualquier otra libertad, solo está sujeta al imperio de las leyes en vigor, si de democracia se trata. Salirse de este cauce es adentrarse peligrosamente en formas abyectas de gobierno con

mentalidad inquisitorial. Regresara unpasado de tan infausta memoria es lo menos que cabría esperar de unos responsables políticos que se llenan la boca con conceptos progresistas.

Las extravagancias y excesos en el ejercicio de la libertad deopinión caen de lleno en la jurisdicción de los tribunales. O al menos, eso tenía entendido. Y para terminar, quisiera recurrir de nuevo al personaje mencionado alcomienzo: prefiero una prensa sin estado a un estado sin prensa.

J. Lavín

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