Navidad, a pesar de la crisis

Las fechas navideñas se han colado este año casi a traición, tan inmersos como estábamos en la amargura de la crisis. En los titulares negros y en la cadena de quiebras empresariales. De hecho, hay quienes aprovechan para ...

22 de diciembre de 2008 (02:03 CET)

Las fechas navideñas se han colado este año casi a traición, tan inmersos como estábamos en la amargura de la crisis. En los titulares negros y en la cadena de quiebras empresariales. De hecho, hay quienes aprovechan para ...

Las fechas navideñas se han colado este año casi a traición, tan inmersos como estábamos en la amargura de la crisis. En los titulares negros y en la cadena de quiebras empresariales. De hecho, hay quienes aprovechan para cuestionar que las instituciones se gasten dinero en decorar y vestir la isla de Navidad. Es como si nada pudiera distraernos de que estamos mal, y vamos a estar peor.

Pero la realidad no es esa. Al margen de la difícil coyuntura por la que atraviesa el mundo entero, y de las difíciles situaciones personales que puedan estar sufriendo las familias afectadas por los despidos, lo cierto es que la gente tiene derecho a intentar poner un poco de buena cara en medio del mal tiempo. Y cuatro luces o incluso una pista de patinaje en Arrecife, no van a servir ni para arruinar a un Ayuntamiento, ni para salvarle de la quiebra.

Obviamente, en las actuales circunstancias no se pueden consentir despilfarros, y hay que mirar con lupa (aunque en realidad siempre debería haber sido así), cada euro que se gasta. Y sin duda es más necesario que nunca destinar importantes partidas a cubrir las necesidades sociales, pero eso no significa que el resto de aspectos de la ciudad se tengan que aparcar. E igual que no se van a dejar de limpiar las calles por la crisis, tampoco se puede dejar de aportar un poco de alegría a los vecinos de la ciudad, en un año en el que, precisamente, quizá sea más necesario que nunca.

Pero además, dejarse llevar por la demagogia en este tema es darle la espalda al tejido empresarial de un municipio. Y es que si algo necesita la isla en este momento es activar su economía, y las luces, las flores de pascua y la música a pie de calle, aunque parezcan cosas triviales, pueden ayudar a animar las zonas comerciales.

La gran crítica que siempre se ha hecho a las fiestas navideñas es la de que están demasiado asociadas al consumismo, pero ni siquiera esta idea es demasiado justa. Efectivamente, poner a la mesa champán francés acompañado del mejor marisco puede parecer un exceso, pero reunir a la familia entorno a una comida o una cena, cada cual dentro de sus posibilidades, no tiene nada de censurable. Y tampoco invertir un dinero en hacer un regalo a nuestros seres queridos.

Sin duda, para muchas familias, la Navidad servirá para sumarles preocupaciones y quebraderos de cabeza, quizá pensando cómo harán para que sus hijos puedan tener un regalo el día de Reyes. Pero eso, aunque nos diéramos menos cuenta, en muchos hogares ha pasado siempre, y por desgracia seguirá pasando. Ahora, las necesidades son más y por ello también es necesario ser más solidarios, para intentar, por ejemplo, que no haya un niño sin juguetes en estas fiestas, al menos en Lanzarote. Pero tampoco podemos dejarnos llevar por la amargura.

La realidad es que en la isla hay muchísimas personas que siguen manteniendo su trabajo y sus ingresos. Pero incluso a los que no tienen la seguridad de un empleo para siempre, y pueden temer por sus puestos, tampoco les va a solucionar nada dejar de comerse un turrón, brindar por las fiestas o comprar regalos navideños.

De hecho, el propio pesimismo y los temores que se están apoderando de la sociedad son los que están ayudando a agudizar la crisis. Y es que si no hay consumo, será imposible que haya recuperación económica. Y si no hay alegría, también dejaremos de tener sentido como sociedad. ¡Felices Fiestas!

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