Hasta el lugar más idílico se puede romper en sólo un momento, y de eso saben mucho las playas cercanas al Risco de Famara. No es la primera vez que un animal muerto aparece tendido sobre la arena, en avanzado estado de ...
Hasta el lugar más idílico se puede romper en sólo un momento, y de eso saben mucho las playas cercanas al Risco de Famara. No es la primera vez que un animal muerto aparece tendido sobre la arena, en avanzado estado de descomposición, y desgraciadamente no será la última, pero en esta ocasión no ha sido uno sino tres en un solo fin de semana. Una vaca y dos ovejas que dieron una imagen dantesca a las playas de Famara y de Caleta de Caballo. Una tercera oveja, que fue avistada en el agua por un joven que practicaba surf en la zona, ni siquiera ha sido localizada.
Ahora, desde el Seprona explican que han abierto una investigación para determinar de dónde vinieron, porque obviamente es ilegal arrojar animales muertos al mar. Pero lo que nadie hizo, ni en ésta ni en otras ocasiones, es realizar un examen veterinario para descartar la posibilidad de que portaran alguna enfermedad. Simplemente, fueron recogidosy enterrados por los servicios de limpieza municipales. Y con ellos, se enterró también el problema, igual que hizo el dueño de estos animales lanzándolos por la borda de un barco, o por un risco de la isla, cuando murieron.
Puede que sea una simple casualidad y que los cuatro animales fallecieran por causas naturales, quizá incluso en lugares distintos, sin suponer ningún peligro. Pero no deja de parecer irresponsable que nadie se cerciore de ello. Que las instituciones sepan de la aparición de tres animales muertos y del avistamiento de un cuarto y no se planteen siquiera la posibilidad de realizar análisis de los cuerpos, que han estado en el mar y después tendidos sobre una playa de la isla.
Desde el Ayuntamiento alegan que ésa no es materia de su competencia, y que ellos trasladaron el tema al Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil, pero el Seprona a su vez responde que ellos no cuentan con veterinarios en Lanzarote, y que su misión se limita a localizar al autor de los hechos, y no a buscar posibles enfermedades en estos animales.
Y mientras unos y otros eluden responsabilidades, las reses ya descansan bajo tierra y la única investigación que hay abierta se centra en intentar determinar quién arrojó esos animales al mar, y desde dónde lo hizo. Una de las hipótesis, barajada también en otras ocasiones, es que procedieran de algún barco de transporte de ganado, que los tiró al agua cuando murieron en alta mar. La otra, es mucho más cercana, y tampoco sería la primera vez que sucede: hasta hace pocos años, muchos lanzaroteños se deshacían de los animales muertos lanzándolos por un risco, y algunos lo podrían seguir haciendo a día de hoy.
Actualmente, esa práctica está penada, pero ahí radica el otro gran problema. Las leyes obligan a enterrar o incinerar a los animales muertos, pero la isla ni siquiera cuenta con una incineradora para este fin. Y de poco sirven las normas si no hay con qué aplicarlas. En medio de esa triste paradoja, y con muchas incógnitas en el aire, las imágenes más crudas han vuelto a posarse sobre algunas de las playas más emblemáticas de la isla.
Unas imágenes que son a su vez reflejo de la situación, muchas veces recurrente, de la disociación que existe entre lo que se debe y lo que se puede hacer en esta isla, isla de recursos a veces no sólo escasos, sino incluso inexistentes. Y esas imágenes son también reflejo de la desatención por parte de los responsables públicos de asuntos que deberían ser tenidos en cuenta, sin que sea necesario esperar al impacto mediático de tres animales muertos en Famara.