Metamorfosis de la democracia

Por Mary Carmen Pérez García Mis primeros contactos con la cuestión política fueron allá por los años 77-78. Corrían otros tiempos, el dictador acababa prácticamente de desaparecer de nuestras vidas y aunque sus herederos seguían realmente en ...

12 de noviembre de 2010 (00:10 CET)
Por Mary Carmen Pérez García
Mis primeros contactos con la cuestión política fueron allá por los años 77-78. Corrían otros tiempos, el dictador acababa prácticamente de desaparecer de nuestras vidas y aunque sus herederos seguían realmente en ...

Mis primeros contactos con la cuestión política fueron allá por los años 77-78. Corrían otros tiempos, el dictador acababa prácticamente de desaparecer de nuestras vidas y aunque sus herederos seguían realmente en el mismo sitio, se vislumbraba un futuro desde luego mucho mejor que el pasado que nos había tocado vivir. Las esperanzas puestas en la democracia y los sueños guiados por la libertad y el ansia de crecer rompiendo el encorsetamiento impuesto hasta entonces en nuestras mentes. Recuerdo que lo viví exactamente así, sintiendo la sensación de que se abrían puertas y ventanas, entraba aire y nuestros horizontes aparecían por primera vez ante nosotros, invitándonos a volar en cuerpo y alma hacia el conocimiento de todo aquello que hasta entonces nos había estado prohibido.

Mi inquietud innata se vio liberada y alimentada y comencé a moverme socialmente a sabiendas de que tenia espacio para hacerlo y de que nadie podría impedírmelo. Debido a mis particulares circunstancias personales me vi obligada a trabajar desde temprana edad, por lo que mis primeros contactos con el mundo de lo social fueron a través del Sindicalismo y de ahí mis primeras tomas de contacto con los partidos políticos.

Vivíamostodos los acontecimientos de la época con brío, entusiasmo y unas ganas tremendas de cambiar de una vez por todas aquella sociedad atrasada, cerrada y oscura por otra adelantada, abierta y llena de gente que elige con libertad el dónde, cuándo y cómo quiere vivir.

Lospatronos no podían creerse que aquellos a los que habían vapuleado a su antojo se les "cuadraran" y exigieran sus derechos con tanto "descaro". Algunos intentaban llevarnos al redil convirtiéndose en nuestros "padres" y "consejeros", intentando una vez y otra que comprendiéramos que sólo querían el bien para nosotros, los trabajadores, acosta de los que se enriquecían sin aportar lo que nos pertenecía por derecho propio.

Luchábamos con la seguridad de quien se sabe respaldado por algo hasta entonces imposible ni siquiera de mencionar: La Democracia. Fue entonces cuando empezaron a verse de forma transparente las mentes; de todos es sabido que la democracia es una actitud ante la vida y ahí estábamos todos, expuestos, unos ante otros a través de nuestro comportamiento social. Esa desnudez causaba en unostimidez, en otros miedo, recelos en algunos, desconfianza en una buena parte y en muchos (afortunadamente para la democracia muchos) orgullo, un orgullo sano que movía nuestro pies y nuestras mentes a una velocidad vertiginosa. A sabiendas de que los aparatos oficiales no nos lo iban a poner fácil, montábamos chiringuitos y rifas con la finalidad de recaudar dinero que nos ayudara en nuestras acciones, a la vez que nos servía como convivencia que estrechaba los lazos entre "camaradas", uniéndonos aún más, cara a nuestras metas y objetivos.

Había honestidad, sinceridad y limpieza en nuestras acciones y en nuestras relaciones. Nos queríamos comer el mundo y eso es imposible si hay desconfianza, subterfugios e hipocresía. Teníamos claro que la máxima EL PUEBLO UNIDO JAMAS SERA VENCIDO necesitaba de limpieza y transparencia para que funcionara.

Fuimos avanzando y reconstruyendo nuestras vidas pintándolas con colores nuevos y por qué no decirlo, también de materiales hasta entonces desconocidos. Muchos encontramos y fundamos nuestras familias en ese "prado", el de la lucha, la solidaridad y la formación de organizaciones fuertes y democráticas en beneficio de una nueva y libre sociedad. Cuando luchábamos daba igual el tiempo y el esfuerzo hecho, lo importante era hacer crecer una sociedad que estaba en nuestras manos y que dependía de todos sus componentes para no volver a caer en aquello que nos atenazó durante cuarenta largos años. Era hora de construir escuelas, hospitales, abrir las puertas de la universidad para los hijos del obrero, era hora de cuidar a nuestra gente mimándola si era preciso.

Y fueron pasando los años y la dictadura y sus ecos fueron quedando en el olvido y en ese mismo olvido parecen haberse quedado, a medida que el tiempo ha ido avanzando, la ilusión, las ganas y, en casos peores, la esperanza. Los partidos políticos fueron convirtiéndose en maquinarias puestas al servicio de dos o tres que con subterfugios y triquiñuelas fueron cogiendo la sartén por el mango, sin que haya forma de arrebatárselo por mucha democracia que digamos tener. Hemos cambiado la falta de libertad real por la idea teórica de la libertad. Hemos convertido la democracia en una palabra manoseada y manipulada según los intereses del pudiente de turno, sin ir más lejos todas las mujeres que hemos luchado por nuestra libertad incluso en el interior de nuestras organizaciones, estamos echando a rodar cuesta abajo buena parte de lo conseguido a nivel personal y social a cambio de "un puesto", bien en una lista electoral o bien en un cargo orgánico, cargo que además no ejercemos para mejorar las cosas sino para realizar grotescas imitaciones del hombre. Hemos confundido liberación de género con uniformidad con el hombre en sus peores comportamientos y no hemos sido las únicas, compañeros combativos de toda la vida hoy en día justifican las malas artes como única forma posible de enfrentarse a los que sonriendo y con orgullo vapulean, engañan y retuercen nuestras vísceras un día sí y otro también, y permítanme que les diga: creí, creo y seguiré creyendo que donde entra la espada sólo hay sangre, que las formas son un componente esencial del buen fin, que lo hecho con malas artes nunca termina bien, aunque aparentemente parezca lo contrario, como bien decía mi madre: "quien mal anda mal acaba" o " tarde o temprano quien la hace la paga".

Y claro, aquellas lluvias trajeron estos lodos. Hoy en día, la política que se hace, especialmente en esta isla, a la que me remito por motivos obvios, es una especie de guerra con campos de lucha particulares, compartidos y oficiales. Estamos sufriendo las secuelas dejadas por el franquismo más recalcitrante pero sin Franco. Para algunos el que éste no esté les exime, parece ser, de ser igual que él. En los partidos políticos ya no se discute el cómo queremos administrar esta sociedad y qué fines perseguimos para la mejora de la vida de nuestros ciudadanos.

Los ciudadanos, dicho sea de paso, se han ido adaptando a este movimiento circular y sin salida que es la sociedad actual con sus políticos al frente y se han acostumbrado a la especie de circo romano donde " el más listo" ofrece espectáculo gratis destrozando al adversario en los medios de comunicación o ante los juzgados (supuestamente reinos de la equidad). Un circo donde la habilidad para el juego del despiste y la manipulación es un grado, donde se da la medalla al que mejor sepa engañar, extorsionar e inventar historias corruptas a sus rivales políticos, no importando si con ello se destrozan familias o se hunde a alguien en la miseria a base de repetir una mentira tantas veces de manera que termina, aparentemente, convirtiéndose en "verdad" para la sociedad. Pero eso es lo de menos; en política hay que ser "pragmáticos" y no andarse con dudas, como diría alguno que se ha implantado en la política como un parásito a un hipopótamo.

En toda esta vorágine hay personas, muchas personas, que creen seriamente en la democracia y sus bondades. Están ahí, en todos los partidos, tanto en los estatales como en los nacionalistas, incluso en los pequeños "reinos de taifas" que también los hay. Esas personas están ahí tirando de la soga con fuerza hacia el lado de la razón, del análisis serio y riguroso y de la democracia debidamente entendida. Aunque no lo parezca son muchos, en unos partidos más que en otros, los que están convencidos de que las cosas pueden cambiar si siguen ahí y luchan, incluso, contra sus propios deseos diarios.

Muy lejos de lo que alguien me dijo hace ya un tiempo, para la política se necesitan personas con cualidades como la generosidad y la honestidad practicada, la verdad y el buen hacer, el espíritude sacrificio por los demás y no todo lo contrario.

Soy de las que opinan que hoy en día es la ausencia o existencia de las correctas actitudes democráticas las que mueven a una organización hacia lo acertado o no en su funcionamiento y, por lo tanto, su correcta llegada a buen puerto. Hay partidos secuestrados por mangantes con "problemas de personalidad" realmente serios, con tal cantidad de ego que llevan a sus partidos a convertirse en verdaderos carros de guerra contra todo lo que sea contrario a sus fines u objetivos ¿Qué hay que luchar por esta sociedady solucionar problemas? "Si me dan votos ¡¡vale¡¡; si no es así, para eso están las ONG, nosotros estamos para mantenernos en el poder y así servir a nuestros amos debidamente". Pero lo más triste es cuando se personaliza de tal forma el funcionamiento de un partido como para "no existir si yo no existo" y "aquí se hace lo que mando yo y el que no quiera obedecer a la calle". Otros son simplemente un espejo de la sociedad donde vivimos, una sociedad desorientada, perdida en la nada y sin rumbo fijo, timoneados por personas que obedecen a intereses que ni siquiera son los suyos propios.

Pero estamos y estaremos ahí, porque creemos en la democracia y el buen hacer y porque confiamos en que, tarde o temprano, los ciudadanos, que son los que realmente mandan sin saberlo, tomen un día conciencia de quiénes son los que les defienden realmente, quiénes defienden las libertades que nos fueron devueltas después de 40 años de férrea dictadura. Hemos recorrido en pocos años lo que otros países ya disfrutabandesde hace muchísimo antes que nosotros.

Todo ha sido rápido, muy rápido; quizás hay que parar un poco, respirar hondo y replantearse el concepto de democracia. Una democracia que necesitamos, seamos quienes seamos y estemos donde estemos. Mientras tanto, nuestra tierra y nuestra gente siguen esperando que la inteligenciay la bondad imperen y cesen los insultos y los despropósitos, arrimando todos el hombro con las caras al descubierto y las almas relajadas, dándose así los primeros vestigios de que realmente el ser humano es un ser inteligente y generoso.

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