Más allá, Haría

Por Alejandro Perdomo Creo que lo que siento se llama tensión. La idea es más bien sencilla, acaban de terminar las obras del Tanatorio de Haría y nadie quiere ser el primero en inaugurarlo. Tampoco yo.Al señor alcalde, Don José, se le ...

3 de febrero de 2010 (07:36 CET)
Actualizado el 15 de julio de 2020 (17:35 CET)
Por Alejandro Perdomo
Creo que lo que siento se llama tensión. La idea es más bien sencilla, acaban de terminar las obras del Tanatorio de Haría y nadie quiere ser el primero en inaugurarlo. Tampoco yo.Al señor alcalde, Don José, se le ...

Creo que lo que siento se llama tensión. La idea es más bien sencilla, acaban de terminar las obras del Tanatorio de Haría y nadie quiere ser el primero en inaugurarlo. Tampoco yo.

Al señor alcalde, Don José, se le ocurrió que unas jornadas de puertas abiertas podía ser la mejor forma de anunciar la entrada en funcionamiento del nuevo tanatorio. Y así, quien quiera ir por propia voluntad conocerá las nuevas dependencias y su mobiliario-IKEA ("redecora tu vida"), los días que marque nuestro alcalde.

La inquietud habita en la posibilidad de que alguno de nosotros desaparezca mientras el señor alcalde presume? No es lo más correcto sacar el champán con uno de nosotros de cuerpo presente.

¿Qué dice el protocolo internacional sobre las inauguraciones de tanatorios?, ¿saco un bando pidiendo que no se muera nadie mientras celebro los fastos?, ¿pido la tarta y dejo reservadas las flores por si acaso? Sin pensarlo, como buen futbolista que fue, y que sigue siendo, Don José, que maneja las cosas con los mismos "pieses", nos mete a los demás en un nuevo bucle. Justo ahí. Entre el huevo y la gallina.

Tiene un edificio correcto, tiene un ejemplo de buena gestión, tiene la posibilidad de demostrar que es mejor tener buenos técnicos, y tiene la posibilidad de demostrar que se puede trabajar por objetivos, pero como no lo buscó y le cayó del Plan Zapatero. No supo gestionarlo.

Así, el hombre, se pierde la posibilidad de cortar la cinta en la que es la segunda obra acabada en lo que lleva mandando en Haría. Un suspiro de casi trece breves años de gestión ligera e impalpable, en las que lo único que se le vio hacer fue el Escorial-Teleclub-Cabildo de Arrieta.

Una idea, la del tanatorio, que toca reconocer como oportuna. Torres pone un tanatorio en un municipio que ha dejado morir. A día de hoy, pasado el boom turístico, y el constructor, y el agrícola, y el de turismo rural, y el de pesca, Haría cuenta con 980 personas de más de 60 años y la media de edad más alta de toda la isla (41 años). Quien mira como se barren las calles sabe que lo más cuidado del municipio es precisamente el cementerio (justo los alrededores de la tumba de Manrique), quien se guía por los carteles de la carretera entiende que el tanatorio está casi en el mismo centro.

Dicen que Napoleón guardaba las cabezas de los cadáveres de los ilustres de su época, entiendo que a Don José y a su manera, la escenografía obituaria le puede seducir un algo.

Cuando visites el edificio (espero por tu bien, el de los tuyos y el de tus conocidos que lo más tarde posible), me gustaría que te pararas encima del metacrilato que hace de techo de un pozo que estaba allí. Vale una visita sentarse al lado, mejor dicho, encima del ojo del pozo. Sabiendo lo que sabes de la gravedad y de los riesgos que lleva merodear sin precaución por las inmediaciones de un agujero, nuestro alcalde propone una solución artístico-turística-etnográfica que pudiera incomodar a más de un usuario. Un subidón de adrenalina impropio de un tanatorio y que trae a la memoria las escenas de pánico vividas por el público presente en la noche que en la que los fuegos artificiales de Punta Mujeres explotaron en el mismo suelo (Fiestas del Pino009), o cuando organizó una cabalgata de carnavales sin seguro de responsabilidad civil... Cosas de don José (que tiene mucha suerte).

*Alejandro Perdomo,

Concejal por el PSOE en el Ayuntamiento de Haría

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