"Manolín que debería ser Don Manuel o metáfora del Mal olor"

Por Tomás J. López González Y eso que no éramos Marbella...Llego ayer a Lanzarote y me encuentro con esto. Pero observo dos islas. Una, la oficial y mediática, muy políticamente correcta, tocada por lo ocurrido, pero inmaculada en sus ...

29 de mayo de 2009 (17:01 CET)
Por Tomás J. López González
Y eso que no éramos Marbella...Llego ayer a Lanzarotey me encuentro con esto. Pero observo dos islas. Una, la oficial y mediática, muy políticamente correcta, tocada por lo ocurrido, pero inmaculada en sus ...

Y eso que no éramos Marbella...

Llego ayer a Lanzarotey me encuentro con esto. Pero observo dos islas. Una, la oficial y mediática, muy políticamente correcta, tocada por lo ocurrido, pero inmaculada en sus planteamientos. Nos habla de sensatez, de tranquilidad, de sorpresa ante los sucesos y de presunción de inocencia. La cara de esa isla es la de Gladys Acuña, con el seño fruncido, o la de Enrique Pérez, estupefaccto. Pero luego observo otra a la que le mueven más las pasiones y la impotencia acumulada. Y aunque, paradojas de la vida, alguna vez quizás legitimó con su voto a los que ahora están en la piqueta, esa Lanzarote no puede más que esbozar una sonrisa.

Ayer, cuando me acerqué por el juzgado a mediodía, era difícil no averiguar cierta satisfacción en los muchos conductores que pasaban por la Medular y veían lo que por allí acontecía. Esta Lanzarote, la que se felicita y espera que el hilo dé de sí, y que se rebusque en todas partes, quizás ande equivocada. Porque es cierto que es muy pronto, que no hay nada claro, y no se pueden lanzar aun juicios de valor. Sólo cabe esperar, y ser cautos, y responsables, al menos hasta que se abra el sumario, y aun más, hasta que haya sentencias. Esa Lanzarote que sonríe y pide más tiene pocas certezas y mínimos datos, puede resultar una perfecta indocumentada. Pero, qué se le va hacer, tiene olfato. Y la peste que una parte de clase política, funcionarial y empresarial de esta isla desprendía era algo que desde hacía tiempo envenenaba hasta a la más insensible de las pituitarias. Por eso, si se sorprende, no es de que hubiese mierda (con perdón, pero el mal olor no se lleva con los eufemismos), que eso ya lo sabía o se lo imaginaba. Se sorprende porque esto haya dejado de parecer la cueva de Alí Babá en donde los ladrones nunca eran encontrados. Esa Lanzarote de las calles, cafeterías y bares no hace más que felicitarse, y espera que lleguen a los otros cinco ayuntamientos, y al Cabildo. Porque si lo hacen, sería como si a los vecinos de la calle Portugal les quitaran de enfrente la depuradora.

A estas alturas, y contagiado, a uno le apetece sumarse a la calmada felicidad colectiva y fundirse con sus vecinos en la alegría compartida. Pero cierto es que no hay nada más feo que revolcarnos en la demagogia y hacer leña de árboles caídos, o cayendo. Así que me voy, pero no muy lejos. Me han sorprendido las declaraciones a una radio, luego recogidas por un periódico insular, de un miembro del PIL, del que dicen es el ideólogo,a cuentas de este escándalo. Cuenta Manolo González en antena que las vidas de todos los suyos son "transparentes y ejemplares", que "no son una banda criminal", que "los dineros han sido ganados siempre honestamente", que no sabe nada del maletín con 10.000 euros porque nunca ha visto "tantas perras juntas", pero supone que son "cosas de negocios", aparte de que Dimás Martín es "el jefe de Lanzarote"? aunque mencey o guanarteme le hubiese quedado más auténtico.

Tomo a Don Manuel González como excusa, ya que él de imputado no tiene nada y hasta parece optimista sobre el presente y futuro del PIL y la clase política insular. Además no le conozco personalmente, así que menos me involucro, ni para bien ni para mal. Claro que lo he visto, decenas de veces, en los medios de la isla, y desde que era chico (yo, no él). De hecho le he seguido, porque a quienes, sin moverse mucho, se les ve tanto, es fácil rastrearlos. En este pueblo crecido que es Lanzarote, pero con entrañas de pueblo, él y tantos otros de su tiempo siempre han tenido un nombre y un nombrete. Y por ellos lo he conocido. El nombrete me lo guardo pero el nombre siempre fue "Manolín"?y qué nos gusta un diminutivo a los canarios.

Cuando Manolín empezó en política al parecer yo no había aprendido ni a hablar. Antes se sacó una carrera con la que firma sus artículos y, según cuentan, de ello poco ha trabajado. A Manolín me lo encontré muchas veces, cuando aun yo estaba en el instituto, detrás de un partido independentista, el Frepic-Aguañak, escribiendo sus consignas. Pero no sé dónde dejó el proyecto, que siempre compatibilizó con las rentas que le daba aquello de "pensar" para el PIL. A Manolín lo he visto paseando por el Cabildo mientras yo hacía prácticas en una tele sin cobrar. Y él, paseaba cobrando.Pero sobretodo pasea por Arrecife, con un aspecto como de bohemio bien pagado y de buena vida. De Manolín he leído varias odas a Dimas Martín, que quien no lo conozca (a Manolín) pensaría que se trata de un aprendiz de fascista, alabando al Duce, Fuhrer o Caudillo de turno. Aunque parece que es todo mucho más banal y más terreno que la ideología, y sólo se trata del vil metal. Manolín, desde su puesto de asesor pagado por todos a cambio de no sabe muy bien qué, aparte de ilustrarnos con lo que aprende en los viajes con los que se mima, ha arremetido varias veces contra sectores de esta sociedad. Tendría yo 17 años cuando le contesté a un artículo homófobo en la revistilla con que PIL le había obsequiado, "El Majo". Al parecer a Manolín no le gusta eso de que cada uno nos acostemos con quien nos da la gana? como si le fuésemos a hacer caso.

Manolín, a estas alturas, después de tantos años de verlo en la tele y escucharlo en la radio, debería ser para mí, machango de 25, todo un Don Manuel. Ya tiene experiencia para ello. Después de tanta presencia mediática, y tan intelectual como se cree, debería constituir todo un referente. Pero al que debería llamar Don Manuel, aunque fuese por respeto, le sigo llamando como le conocí, Manolín. Porque ni yo ni casi nadie le cree. Porque no sabemos nada de sus principios y sólo conocemos sus fines. Porque es un ejemplo visible de esa clase social creada en esta isla con el fin exclusivo de parasitar el poder,empobreciéndolo de recursos económicos y de legitimidad moral. Porque cada vez que habla y escribe parece tratarnos de imbéciles. Que no digo que no los haya, pero con carreras ya somos demasiados como para seguir considerando que en esta sociedad eso nos da un plus. Manolín y los muchos de su estilo, si nos saliesen gratis, harían gracia, pero con las miserias que actualmente está pasando una parte importante de esta sociedad, sólo provoca bochorno e indignación.

Manolín, como otros tanto (pero ya que hablaste, te tocó) es una metáfora del mal olor, para la que no hace falta Guardia Civil ni juzgado que remueva. Por eso decenas de comentarios siguen a sus palabras en el medio que las publicó. Y por eso lo que aquí digo no es nada nuevo, ni es sólo mío, sólo que no tiene autor anónimo. Por eso termino como muchos de esos comentarios de la Lanzarote que sonríe: "Tengan vergüenza. Cállense. Lárguense. Majo y limpio. Han sido una lacra durante demasiado tiempo". Y ahora sí, acúsenme de demagogo, pero no saben qué gustazo.

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