Manifestación contra los matrimonios gays

Se me hace muy complicado entender la reciente manifestación contra los matrimonios entre personas del mismo sexo, porque creo que es el resultado de la confluencia de intereses que acaban desvirtuando el mensaje último, legítimo, de ...

6 de julio de 2005 (13:24 CET)

Se me hace muy complicado entender la reciente manifestación contra los matrimonios entre personas del mismo sexo, porque creo que es el resultado de la confluencia de intereses que acaban desvirtuando el mensaje último, legítimo, de estar en contra de alguna de las medidas del Gobierno Estatal.

Vaya por delante mi mayor respecto hacia el Foro de la Familia y también mi respeto y apoyo a los homosexuales en la consecución de sus derechos. La manifestación, recordemos, fue apoyada por altos miembros del Episcopado y también del Partido Popular. Los eslóganes eran contradictorios, porque mientras el PP decía que estaban en contra de la ley por usar la palabra «matrimonio», Rouco Varela decía que «la familia quedaría desprotegida», lo cual es estar en contra de este matrimonio mismo, y no tanto de si se llama de una manera o de otra, que también. Asimismo, el Foro de la Familia mantenía eslóganes del tipo «Por el derecho a una madre y a un padre» o «Matrimonio verdadero = hombre y mujer». Por tanto, lo que dicen el Foro y los obispos está claramente en contra de dotar a los homosexuales de más derechos, mientras que el PP mitiga su mensaje por ser poco apropiado de cara a tener que defenderlo como partido político. Mi conclusión es que ha sido una manifestación para negar los derechos de las parejas del mismo sexo.

No hay consenso entre  lo que etimológicamente significa la palabra matrimonio. Parece ser que la idea de matrimonio venía a significar «cargar con la madre a cuestas». Posteriormente, pasó a ser la unión del hombre y la mujer para toda la vida, idea que afortunadamente evolucionó con la llegada del divorcio. Y, ahora, puede tener un paso más de evolución, para ser, simplemente, la unión entre dos personas que se quieren y desean hacer vida en común. Que alguien me explique si se rompió la familia en el momento en que la mujer se liberó y dejó de ser una «carga», según la primera definición de matrimonio, o si la familia se fue al traste cuando una pareja pudo, libremente, decidir si querían poner fin a su relación. En ninguno de los casos supuso tal barbaridad. Y tampoco lo va a ser ahora, ya que la idea de familia simplemente se enriquecerá, y habrá casos en los que salga bien y otro en los que no, independientemente de que los cónyuges sean heterosexuales u homosexuales.

El Consejo de Ministros en el que se aprobó el anteproyecto de esta ley se celebró el 31 de diciembre de 2004, esto es, unos cinco meses y medio antes que la manifestación. Organizar una manifestación no es fácil, y menos de esta envergadura, pero ese tiempo se me hace difícil de comprender y me inclino más a pensar en un interés del PP por hacerlas de cara a las elecciones gallegas, precisamente en su jornada de reflexión, para erosionar al Gobierno.

Por su parte, si los obispos salen a la calle en contra de estas uniones, creo que están tardando demasiado en organizar manifestaciones por el hambre en el mundo, por el tráfico de armas, por el tráfico de personas, y todas aquellas barbaridades que sí realmente atentan contra los mandamientos de la Iglesia Católica. Vamos, que de aquí a final de año se les hace poco tiempo para tanto. Ánimo, cuenten conmigo.

Abelardo Gómez Márquez

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