Es como si nada hubiera pasado. El cadáver de una joven apareció desnudo en el maletero de un coche, y el de otra semienterrado en un descampado, y meses después se sigue sin tener una explicación oficial. Es cierto que ambos ...
Es como si nada hubiera pasado. El cadáver de una joven apareció desnudo en el maletero de un coche, y el de otra semienterrado en un descampado, y meses después se sigue sin tener una explicación oficial. Es cierto que ambos casos están bajo secreto de sumario y en manos del Juzgado, pero el pasado mes de mayo la Policía ya dio por concluida una investigación sin detenidos ni, al menos aparentemente, sospechosos. Y desde entonces, nada. Nada salvo la angustia de las familias, que sigue creciendo y transformándose en indignación conforme pasan los días y no llegan las respuestas.
En el caso de Yasmila, que fue asesinada a golpes, el hecho de que un militar muriera de un disparo con su propia arma reglamentaria pocas horas después de aparecer su cadáver, parecía que hacía unir todos los cabos. En el de Cathaysa, fue la autopsia la que vino a poner las cosas "fáciles", al determinar que no se trató de una muerte violenta.
"Mi hija no era una yonki", sigue clamando hoy su madre, después de que se filtrara a los medios la posibilidad de que hubiera muerto por una sobredosis. Y es que, al parecer, a alguien no le importó proteger este supuesto dato dentro del secreto de sumario. Esa versión sí llegó a las redacciones de todos los medios, como si con eso bastara. Como si el caso de Cathaysa se apagara con eso. Como si se olvidara que alguien metió su cadáver desnudo y entre plásticos y escombros en el maletero de un coche, donde permaneció durante meses. Como si su vida y el sufrimiento de su familia no fueran lo suficientemente importantes.
De hecho, desgraciadamente, ésa es la sensación que se ha transmitido en este caso desde el primer día. De poco sirvió la denuncia de desaparición presentada por su madre, Esther, ya que finalmente fue ella misma la que localizó el cadáver. Y, por si fuera poco, después tardaron más de un mes en confirmarle que se trataba de su hija y en devolverle su cuerpo, porque la falta de especialistas en la isla retrasó de forma escandalosa la realización de la autopsia. Y a partir de ahí, sólo más dolor. Filtraciones que apuntan a que pudo morir de una sobredosis, y nada más, a parte de un expediente abierto en el juzgado sobre el que Esther asegura no haber recibido ninguna información.
Por eso, cuando La Voz de Lanzarote volvió ahora a contactar con ella para conocer la evolución del caso, fue como si se le abriera una puerta para desahogarse y lanzar toda la rabia e impotencia que había ido acumulando durante estos meses. Y es que cree que no le han prestado la debida atención. Que le han tratado de manera diferente, quizá porque han etiquetado a su hija como una yonki, y no como a un ser humano, como a una joven de 18 años que, aunque realmente no fuera asesinada, sí fue tratada de forma salvaje. O al menos su cuerpo sin vida.
Por su parte, el hermano de Yasmila sigue intentando mantener la paciencia y el respeto por la investigación y el secreto de sumario, pero tampoco entiende por qué las respuestas están tardando tanto. En su caso sí ha ido manteniendo conversaciones con los Juzgados, e incluso sabe que la jueza, después de haber regresado de vacaciones, está esperando unas pruebas que podrían llegar la próxima semana, pero tampoco es suficiente. Su hermana sí fue asesinada y semienterrada junto al cementerio, pero cuatro meses después nadie le ha confirmado si su muerte está relacionada con el aparente suicidio del militar y si, en todo caso, pudo haber más personas implicadas.
Algo que contrasta muchísimo con cualquier otra investigación en la que, aunque también exista secreto de sumario, sí se va dando cuenta de sospechosos, detenidos o incluso personas que son citadas a declarar. Y no se trata de crear un lamentable espectáculo mediático como el que se está viviendo con el caso Madeleine, sino simplemente de ir dando cuenta de que se está trabajando en el caso. De que no se han olvidado las muertes de Cathaysa y de Yasmila. De que no se va a consentir que en Lanzarote se sigan acumulando crímenes sin resolver. Porque ya van demasiados.