"Nuestras horas son minutos
cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender."
Antonio Machado.
Se acerca la época de los exámenes de junio y la incógnita de las notas finales. A la hora de planificar las vacaciones hay que contar con la posible presencia de algunos suspensos. Estas situaciones pueden alterar el ritmo normal de cada casa y romper el saludable equilibrio que todos necesitamos. Es cuestión de tomárselo de forma racional y serena para el bien de todos.
La proximidad de los exámenes finales puede estar acompañada de cierta dosis de estrés tanto para el niño como para su familia. Es lógico: es toda una prueba para el pequeño. Es obvio que quien hace los exámenes es el niño, y el lugar el colegio. Pero de donde va a sacar fuerza es de su casa, de su ambiente cotidiano, de la actitud de quienes le rodean.
Lo esencial es crear un clima de serenidad y confianza para que el niño se sienta seguro. No hay que estar continuamente pendiente de él, amenazarle o chantajearle. Lo ideales no preocuparse excesivamente y asumir la situación con total normalidad. El niño debe sentir que está en un momento importante, pero sin exagerar la situación. Simplemente hay que animarle y apoyarle, especialmente si el pequeño es hipersensible, inseguro o un poco melancólico. Ser muy exigente con un chaval puede ser contraproducente; le puede llevar a agobiarse y a no poder estar tranquilo. El resultado es que su rendimiento baja, mientras sus temores e inseguridades se acrecientan.
El ritmo habitual no tiene por qué romperse. Ningún niño debe abandonar el juego, el deporte, las relaciones con sus amigos, o sus "hobbys" por cuestiones de estudio. Tampoco hay que sacrificar horas de sueño. La alimentación en esta época debe ser la de siempre: variada y equilibrada. Darle suplementos de fósforo, hierro o vitaminas es algo que tranquiliza más a los padres que beneficios reporta al niño. Los sedantes quedan prohibidos, a excepción de la tila.
De cara a planificar las futuras vacaciones es posible que haya que contar con algún suspenso. Por ir haciéndose a la idea., hay que recordar que los insultos, monsergas y regañinas no valen para nada. Nunca hay que dejar al niño sin vacaciones por este tema y mucho menos aplicarle castigos.
Lo mejor es concretar con el profesor todos los trabajos que tiene que hacer para recuperar las asignaturas pendientes y establecer el plan para el verano. Con dos horas diarias es suficiente. Lo ideal es que sean las primeras del día (de 9 a 11 de la mañana, por ejemplo), para que el verano y sus vacaciones puedan seguir el ritmo normal.
Si un niño siente que sus padres se toman el tema de los estudios con normalidad, sin exagerar, sin quitar ni añadir más importancia de la que realmente tiene, él tenderá a hacer lo mismo. Y esto es algo muy importante para él. Y como dijo el poeta: "Hombre no te desesperes / que algún día llegará / en que seas el que eres".
Francisco Arias Solis