Mientras escribo estas líneas los líderes políticos catalanes van emitiendo sus opiniones en TV. Es la tarde noche del domingo y yo me intereso por los argumentos de los partidarios del No, que es el espacio que ocupan Josep Piqué y Carod Rovira. Según mi particularinterpretación, para el primero, lo importante es que "dos de cada tres catalanes, no han apoyado este Estatut". Omitiendo que el No, que el PP defendía, era el claro perdedor de este referéndum. En cambio, el dirigente de ERC fue menos reivindicativo; pues con su rostro parecía confirmar lo que él ya preveía desde el mismo momento que en las famosas asambleas de republicanos catalanistas, unos optaran por el No, y otros, por el voto en blanco.
Mientras tanto, en los periódicos digitales los analistas han comenzado a interpretar los números y a practicar el juego de las comparaciones. Todos coinciden en que la Reforma del Estatut tuvo un trámite largo, maximalista y contradictorio. Pero pronostican que ahora se abrirán las puertas de las otras reformas estatutarias.
Puede que esa premonición se cumpla con otros estatutos, pero no con el Estatuto de Autonomía de Canarias. En nuestro caso, no es que tengamos los mismos escollos que Cataluña, pero sí estamos pasando por un trámite igual de accidentado. Atreviéndome a usar el recurso de las comparaciones, considero que en la Reforma del Estatuto canario, el No, lo representa el PP, para no variar; y sorprendentemente, también el PSOE.
Puede que alguien piense que exagero, pero no es así, porque en Canarias la reforma estatutaria arrancó sin sectarismo. Aquí no hubo un Pacto del Tinel para dejar a nadie fuera de la negociación. Sin embargo, cuando el articulado estaba redactado y consensuado por expertos nombrados por todas las formaciones políticas representativas, fue cuando apareció la piedra en el zapato.
Si no, qué otra cosa supone la propuesta del PP y el PSOE, cuando exigen que el Estatuto reformado lleve detallado en su articulado los porcentajes que suelen fijar las leyes electorales como barrera, así como los límites de cada circunscripción electoral. Si las especificaciones del sistema electoral canario se incorpora al Estatuto, sobraría luego promulgar una Ley Electoral. Con lo que Canarias se convertiría en la única Comunidad Autónoma que por tener su sistema electoral definido en su Estatuto, dado que todos los estatutos son aprobados en las Cortes Generales, cuando los canarios queramos realizar alguna modificación en nuestro sistema electoral, por mínima que ésta fuera,tendríamos que solicitar que nuestra iniciativa la admitieran el Congreso de Diputados. De forma que perderíamos la capacidad de organizarnos nosotros mismos. Es decir,perderíamos autogobierno.
En este debate llevamos demasiado tiempo enredados. Que el PP participe en ese juego, es natural; puesto que el centralismo es consustancial con la estrategia que esa formación política se ha marcado últimamente. Lo insólito es que el PSOE juegue aquí a pedir lo imposible. Imitando la intransigencia de ERC durante el debate de la Comisión Constitucional. La única diferencia, es que los republicanos de Ezquerra pedían en aquel debate que en su Estatut se mantuviera la circunscripción catalana, únicamente para las elecciones europeas. Por fortuna, los catalanes contaron con el empeño de un castellano leonés para sacar adelante su Estatut. Esperemos que el talante de Rodríguez Zapatero desatasque la Reforma del Estatuto Canario.
Pablo Rodríguez Valido
Vicesecretario de Organización de Jóvenes de CC
Miembro de la Ejecutiva Nacional de CC