Lanzarote tiene solución

La costa de Lanzarote sigue siendo un paraíso comparada con el resto del litoral español. Ése es uno de los mensajes lanzados por el director general de Costas en su última visita a la isla y, aunque como consuelo no es ...

10 de agosto de 2007 (05:32 CET)

La costa de Lanzarote sigue siendo un paraíso comparada con el resto del litoral español. Ése es uno de los mensajes lanzados por el director general de Costas en su última visita a la isla y, aunque como consuelo no es ...

La costa de Lanzarote sigue siendo un paraíso comparada con el resto del litoral español. Ése es uno de los mensajes lanzados por el director general de Costas en su última visita a la isla y, aunque como consuelo no es suficiente, sin duda no deja de ser una invitación al optimismo para no caer en los mensajes catastrofistas o en la sensación de que Lanzarote ya no tiene salvación. Según José Fernández, se han cometido atropellos y hay muchas cosas sobre las que intervenir, pero la situación aún se puede reconducir.

Por eso, también es una magnífica noticia que el Ministerio de Medio Ambiente siga adelante con el proceso de expropiación para demoler el hotel Papagayo Arena, y que ahora anuncie que estudia hacer lo mismo con el Gran Castillo, que junto al anterior conforma una inmensa mole en Las Coloradas, que representa el mayor atentado contra el litoral lanzaroteño.

Por eso, con esta medida se daría un paso vital, no sólo por la recuperación de ese espacio, sino también porque se lanzaría un mensaje alto y claro de que no vale todo. Y aunque mientras determinados alcaldes continúen en sus puestos siempre quedará el riesgo de que sigan dando licencias declaradas después ilegales por los tribunales, al menos la oleada de sentencias judiciales que se está registrando en las últimas semanas también tiene que estar contribuyendo a meter a más de uno el miedo en el cuerpo y a hacer que se lo piense dos veces antes de autorizar o construir un megahotel saltándose la normativa vigente en Lanzarote.

Sin duda no caerán todos los hoteles que no debieron construirse, pero al menos esto puede frenar otros que podrían haber llegado, y obligará a los actuales propietarios a negociar o incluso desclasificar otras camas previstas para poder regularizar la situación de los establecimientos que ya tienen en funcionamiento.

En cualquier caso, y aunque quizá son los que más han dado que hablar, los hoteles no son el único problema medioambiental de la isla. Y además de otros grandes temas que también están en la agenda del Ministerio de Medio Ambiente, como la adquisición de la Isleta de La Santa o el dragado del Charco de Los Clicos, también hay muchas pequeñas acciones que marcan el día a día de la isla y que van minando el sello de Reserva de la Biosfera.

Lo saben muy bien los agentes de la Guardia Civil que trabajan en la unidad del Seprona en Lanzarote, y que deben controlar y denunciar desde vertederos ilegales hasta construcciones de casas al margen de la ley o violaciones del patrimonio natural o arquitectónico de la isla, atendiendo mientras tanto llamadas para capturar a un animal peligroso, rescatar un ave estresada o precintar un matadero ilegal. Y todo ello, con poco personal y menos medios.

Pese a que su control abarca hoy día toda la isla, además de las costas y el archipiélago Chinijo, sólo hay cuatro agentes destinados a esta unidad, que además carecen de cosas tan básicas como una embarcación propia. Tienen que depender de que el Cabildo les preste su barco y ni siquiera pueden usar la lancha del Parque de Timanfaya por cuestiones burocráticas.

Pero por si las adversidades fueran pocas para estos agentes encargados de velar por el medioambiente, su otra gran lucha está con las denuncias que caen en saco roto. Talleres ilegales, vertederos incontrolados? Por más fotos que aporten y expedientes que presenten, muchas terminan después sin encontrar respuesta por parte de los ayuntamientos o son archivadas cuando, por ejemplo, el tema de las basuras es uno de los que mayor daño está causando al paisaje lanzaroteño.

Por eso, además de emprender grandes acciones para intentar eliminar los emblemas más sangrantes de la destrucción del territorio lanzaroteño, también es prioritario destinar medios para vigilar que ni los grandes ni los pequeños atropellos se cometan. Y descuidar unidades como las del Seprona, por más que la explicación sea que en toda España están igual, es un riesgo demasiado grande para una isla que debe seguir siendo un paraje único. Lanzarote es recuperable, sin duda, pero para eso hay que poner medios para evitar que se siga destruyendo.

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