En Lanzarote, el concepto tiempo es relativo. Los proyectos que se iban a ejecutar en unos meses se retrasan durante años, y los que iban a tardar años directamente no se ejecutan. Es la calma chicha de instituciones y ...
En Lanzarote, el concepto tiempo es relativo. Los proyectos que se iban a ejecutar en unos meses se retrasan durante años, y los que iban a tardar años directamente no se ejecutan. Es la calma chicha de instituciones y políticos, que mientras discuten y lanzanbalones al tejado vecino, van sumiendo a la isla en una eterna parálisis que ya es casi costumbre. Pero ante determinados temas, el reloj devuelve a la isla a la realidad.
Temas como el que se está viviendo con la Escuela de Empresariales de Arrecife, que se ha ido complicando día a día, ahora con acusaciones cruzadas entre los responsables del centro y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Pero mientras se culpan mutuamente del bloqueo en el inicio de las clases, 43 jóvenes tienen en juego un año de su vida. Nada menos.
Finalmente, aunque demasiado tarde, la ULPG se ha comprometido a garantizar la matrícula y el alojamiento en Gran Canaria a los alumnos preinscritos en la Escuela de Arrecife en caso de que no se consiga resolver la situación, pero eso es un parche insuficiente. Por un lado, porque hay alumnos que ya tienen hechos sus planes en Lanzarote y que incluso iban a compaginar sus estudios con un trabajo en la isla. Por otro, porque de momento ya están perdiéndose clases y ni siquiera saben cuándo se "engancharán" a un curso ya iniciado. En definitiva, les están robando su tiempo, que en este caso incluye sueños y proyectos.
Y por si fuera poco, también están alimentando el viejo pleito insular, porque ya se han empezado a escuchar voces, como las del sector empresarial, que aseguran que en realidad todo esto responde a un intento de frenar el desarrollo de Lanzarote y negarle la "mayoría de edad". E independientemente de que esto sea o no cierto, sí que resulta triste que a estas alturas la isla siga sin contar no ya con esta escuela, sino con el famoso campus universitario que llevan años prometiendo y que noha llegado a materializarse. Como tantas otras promesas.
Y aunque para muchas cosas el tiempo parece que se ha detenido en Lanzarote, la realidad es que en otros lugares no sucede lo mismo, y eso está suponiendo un doble problema para la isla. Porque no sólo no avanza, sino que encima ve como otras islas (u otros destinos turísticos) le pasan por arriba. El último ejemplo: la conexión marítima con Tarfaya.
El hecho de que Fuerteventura no contara con la calificación de Puerto Schengen hizo que Naviera Armas pusiera sus ojos en el Puerto de Arrecife como punto de partida de esta nueva ruta que unirá Canarias y Marruecos pero, una vez más, las infraestructuras de la isla resultaban insuficientes. Por más que Los Mármoles sí posee esta categoría, no cumplía los requisitos. Y finalmente las obras necesarias se iniciaron y según el vicepresidente del Cabildo ya han terminado, pero tarde. Fuerteventura ha vuelto a adelantarse y, aunque aún no hay una confirmación oficial, extraoficialmente todos coinciden en que el barco comenzará a operar a principios de noviembre desde la isla majorera. Y Lanzarote, tiene que conformarse ahora con luchar por ser al menos escala dentro de esta ruta.
Son sólo ejemplos, pero hay más. Se producen cada año cuando, como en estas fechas, el Gobierno de Canarias presenta sus presupuestos para el próximo ejercicio. Y, al margen de lo poco o mucho que cada año se contemple para la isla en estas partidas, lo cierto es que la mayor parte termina sin ejecutarse.
El auditorio de Arrecife, el puerto de Playa Blanca, el muelle de Órzola? Han sido partidas recurrentes y tradicionales que durante años han engrosado las inversiones previstas para Lanzarote pero que, por falta de consenso en la isla, por falta de suelo o por obra y gracia del Espíritu Santo, terminan sin ejecutarse. Y es un dinero que pasa de largo, quizá con premeditación por parte de los que elaboran esos presupuestos, que ya cuentan con que aquí no hay demasiada prisa por recibir inversiones.
Ni en sanidad, ni en educación, ni en vivienda de protección oficial, ni en infraestructuras culturales? Las cosas van llegando con cuentagotas, y así seguirá siendo hasta que la isla empiece a poner sus relojes en hora y a moverse, con sus propios criterios, pero al ritmo del resto del mundo.