Hasta el cierre de la edición de hoy hemos estado escuchando y leyendo todo tipo de comentarios en torno a la visita del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y de su familia a Lanzarote. Nos ...
Hasta el cierre de la edición de hoy hemos estado escuchando y leyendo todo tipo de comentarios en torno a la visita del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y de su familia a Lanzarote. Nos sorprenden, como ya dijimos en su día que sorprendió en Moncloa, las muchas e incomprensibles críticas que se han vertido contra un acto en primer lugar que da cumplimiento a un compromiso electoral y que diversifica la imagen del Estado en vacaciones.
Es decir, si la Familia Real viaja a Baleares, lo lógico es que la Familia Presidencial lo haga a Canarias. Ambos archipiélagos son el buque insignia de nuestro turismo, una de las principales fuentes de ingresos de nuestro país -si no la que más-, y ambos archipiélagos se merecen esta atención de los personajes públicos que nos representan a todos y que queriendo o no suponen un importante referente publicitario. La deferencia debe ser repartida por igual, y eso es lo que se ha hecho por primera vez este año.
Lanzarote está de enhorabuena y la inmensa mayoría de los lanzaroteños así lo entiende, como muestran los datos de la encuesta realizada por la edición digital de este diario, donde una amplia mayoría consideraba la visita como una publicidad gratuita impagable.
Tanto en algunos medios canarios como en medios nacionales se han cuestionado las reformas llevadas a cabo por la esposa del presidente del Gobierno, Sonsoles Espinosa, en la casa de La Mareta, que como todo el mundo sabe fue un regalo del Rey Juan Carlos al Patrimonio Nacional. I
ndependientemente de que en este medio tampoco compartamos el secreto con el que se llevaron las visitas de preparación de las vacaciones que hizo la mujer de Rodríguez Zapatero, nos parece un tema absolutamente menor que se hayan movido cuadros de sitio, se hayan puesto columpios o incluso que se hayan tirado tabiques, que no es el caso. Es normal que se prepare la casa para una visita de estas características, en la que el presidente no sólo va a ejercer de turista sino de presidente, ¿o alguien piensa que Rodríguez Zapatero va a estar totalmente desconectado del mundanal ruido? Pues no, nos consta que estará permanentemente conectado a la realidad incluso a través de Internet.
La visita presidencial no es más que una bendición que llega en el mejor momento de los posibles, justo cuando Lanzarote necesita relanzar su imagen turística en el exterior. A partir de hoy volveremos a ser el centro de la noticia, y no precisamente por las reiteradas convulsiones políticas ni por dramáticos sucesos. Lo seremos porque la máxima figura política del país nos ha elegido para descansar en compañía de su familia y de sus seres más queridos.
Por tanto, no estaría de más que entre todos contribuyamos a hacer que se lleve una imagen impecable de un lugar que en realidad le recibe con los brazos abiertos, más que nada para que repita al año que viene y nos vuelva a promocionar en todo el mundo. Ya dijimos en días anteriores que no es el momento para reivindicaciones políticas. Para eso existen otros foros y otros canales adecuados, en los que temas como la falta de inversión, las prospecciones petrolíferas o los desastres del transporte público se pueden abordar de manera más adecuada.