La verdad del nacionalismo canario

Por Eduardo Álvarez El verdadero sentimiento de nacionalidad de un pueblo, una región o una comunidad autónoma nace desde el principio de la igualdad entre todos ciudadanos que habitan ese pueblo, esa región o esa comunidad autónoma. El verdadero ...

20 de diciembre de 2011 (19:47 CET)
Por Eduardo Álvarez
El verdadero sentimiento de nacionalidad de un pueblo, una región o una comunidad autónoma nace desde el principio de la igualdad entre todos ciudadanos que habitan ese pueblo, esa región o esa comunidad autónoma. El verdadero ...

El verdadero sentimiento de nacionalidad de un pueblo, una región o una comunidad autónoma nace desde el principio de la igualdad entre todos ciudadanos que habitan ese pueblo, esa región o esa comunidad autónoma. El verdadero sentimiento de nacionalidad está basado en la pluralidad de las ideas bajo un mismo techo.

Sin esta premisa fundamental, ningún sentimiento de nacionalidad puede tener el más mínimo valor y por tanto la más mínima consideración de realidad social, política y económica. Para que entiendan este planteamiento, les voy a poner los dos ejemplos que ilustran esta filosofía de vida y de funcionamiento cotidiano.

El nacionalismo vasco y el catalán están fundamentados en la idea de que todos los ciudadanos que habitan en sus territorios son iguales, no ante la ley, que eso se da por descontado, sino ante las instituciones que les gobiernan y dirigen sus destinos. Para los nacionalistas vascos y catalanes, los ciudadanos de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, Barcelona, Gerona, Tarragona y Lleida son iguales a todos los efectos y como consecuencia de esa realidad, son iguales ante las oportunidades que la sociedad les ofrece para desarrollarse en todos los aspectos de la vida.

Todos y cada uno de los ciudadanos que residen en estas dos comunidades autónomas son considerados ciudadanos de primera, entre ellos no hay diferencias por residir en una provincia o en otra. Hasta tal punto llega este equilibrio, que en el caso de Euskadi, o País Vasco como prefieran, se produjo en su día un hecho absolutamente impensable en otra comunidad autónoma y menos aún en la canaria.

Guipúzcoa es eminentemente industrial, está dotada de un tejido económico en el que predominan las pequeñas y medianas industrias, que son la base de la economía de cualquier pueblo, región o comunidad autónoma. Vizcaya está dotada de una estructura fundamentalmente comercial, no exenta de grandes industrias. Y por ultimo Álava es la más débil económicamente, con una base productiva más centrada en la agricultura que en el desarrollo industrial.

Pues para llegar a un equilibrio entre las tres provincias que conforman esta comunidad y dado que la más débil es Álava, el Gobierno Vasco decidió en su día instalar su sede permanente, con todo lo que eso conlleva de desarrollo económico, en Vitoria, su capital.

En su día se podría haber abierto un crudo debate sobre cuál debía ser la ubicación de la sede del gobierno, ya que de las tres capitales vascas, Bilbao es la más potente económicamente hablando y San Sebastián la que aglutinaba la mayor parte del tejido industrial vasco.

Pues nada más lejos de la realidad. La sociedad vasca, en el marco de esa igualdad entre todos los ciudadanos de su comunidad, nunca puso un pero para que Vitoria se llevase el gordo de la lotería como contribución a su porcentaje en el desarrollo de Euskadi y con el único fin de equilibrar el desarrollo económico y social de todos los vascos.

Ahora vamos a hacer una extrapolación de esta peculiar forma de entender el nacionalismo a lo que pasa en Canarias. La Comunidad Autónoma de Canarias está compuesta por dos provincias. Legalmente sí, pero la realidad canaria es que somos ocho islas, lo que complica sobremanera la forma de entender la igualdad entre todas que sostienen una vez sí y otra también, los llamados nacionalistas canarios.

Las provincias vascas y catalanas son iguales entre ellas y no solo eso sino que, como he demostrado con el ejemplo del País Vasco, se tiende siempre a igualar las oportunidades de sus ciudadanos con importantes compensaciones en función de sus características, fundamentalmente económicas. ¿Pasa eso en Canarias?

Es más que evidente que no. No sólo no pasa, sino que los dirigentes de nuestro gobierno, los autodenominados nacionalistas canarios, se empeñan sistemáticamente en recordarnos que en Canarias los ciudadanos son de primera, de segunda o de tercera en función de la isla en la que hayan tenido la "desgracia" de nacer o residir.

Independientemente de la ideología, de derechas o de izquierdas, que sostiene a los verdaderos nacionalistas, no la de los políticos canarios evidentemente, que sí la de los ciudadanos, está claro que un sentimiento nacionalista que no esté basado en este principio de igualdad que les he comentado es un sentimiento abocado al fracaso y al ostracismo, porque no es algo verdadero. Es un sentimiento artificial, basado en componendas económicas, asociaciones de empresarios de las islas de primera cuyos intereses fundamentales están centrados en el desarrollo económico y social de las mismas, aunque eso signifique que las islas de segunda y tercera, todas menos Gran Canaria y Tenerife, sean sociedades siempre a remolque, siempre sumisas y siempre luchando día a día por conseguir un estado de bienestar al que tienen el mismo derecho que las otras pero que no son capaces de desarrollar.

Después de este sencillo análisis, ¿consideran ustedes que en Canarias se da un verdadero sentimiento nacionalista por parte de los partidos que se denominan como tales? La respuesta no se la voy a dar yo, la tienen ustedes en su día a día como ciudadanos de Lanzarote.

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