Por Paulino Rivero Baute, presidente de Coalición Canaria y portavoz en el Congreso de los Diputados
El Gobierno socialista surgido de las elecciones del 14 de marzo de 2004 asumió la reforma de los estatutos de autonomía de aquellas comunidades que pretendieran iniciar este proceso, cuestión que Coalición Canaria ya contemplaba en su programa electoral de 2003. En su discurso de investidura, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero se mostró dispuesto a abordar dichas reformas, siempre que se hiciesen "con respeto a la Constitución" y "desde el diálogo con todas las fuerzas políticas". Desde ese momento, Coalición Canaria se afanó enque nuestro Archipiélago, que posee el hecho diferencial más importante -la lejanía y la doble insularidad- de cuantos existen en el Estado español y que es reconocido por Europa, se subiera al tren de las reformas estatutarias.
Desde la presidencia del Gobierno de Canarias se aplaudió la disposición del Ejecutivo central y se puso en marcha un comité de expertos, formado por representantes de las fuerzas políticas con presencia parlamentaria, que elaboró un texto consensuado que está sirviendo como base para los trabajos que desarrolla la ponencia parlamentaria encargada de culminar el texto que será objeto de debate y votación en el Parlamento de Canarias para después, si se da el caso, ser trasladado a las Cortes Generales.
Hace unas semanas, cuando los trabajos de la ponencia parlamentaria estaban a punto de concluir, una representación de Coalición Canaria mantuvo una reunión en Madrid con responsables del PSOE. En la misma se llegó al acuerdo de que la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias debería encararse desde la lealtad institucional y que nunca este proceso sirviese para alimentar la confrontación. Concluimos que el ejemplo catalán no debería ser un patrón a seguir y sí un error del que aprender.
En el marco de este encuentro, se inquirió al PSOE sobre el grado de compromiso que pensaba adoptar una vez llegase al Congreso el texto desde el Parlamento de Canarias, acción que Coalición Canaria también pretende desarrollar con el PP. Esta voluntad de consenso de Coalición Canaria fue elogiada por la cúpula socialista.
Coalición Canaria fue muy precisa. Queríamos conocer de primera mano si el PSOE apoyaba que Canarias tuviera definidas sus aguas, la creación de una agencia tributaria consorciada, el desarrollo de las especificidades fiscales derivadas del REF en la imposición estatal directa y un aumento competencial en consonancia con nuestra consideración como Archipiélago Atlántico. Los nacionalistas canarios expusimos que era nuestra intención que se permitiera asumir a Canarias la capacidad de decidir sobre cuestiones como el comercio exterior con el África Occidental, la sanidad exterior y el control fito-zoosanitario en puertos y aeropuertos, la gestión del espectro radioeléctrico canario y de las telecomunicaciones en el Archipiélago, el control de la zona marítima terrestre, costas y playas, así como competencias en materia de residencia, trabajo, asilo y asistencia de los ciudadanos extranjeros no comunitarios, permitiéndose la fijación de cupos. En definitiva, un nuevo estatuto adaptado a nuestras especificidades de Archipiélago Atlántico que nos dote de los instrumentos necesarios para afrontar este siglo XXI.
A fecha de hoy seguimos sin conocer la postura de las direcciones estatales del PSOE y del PP sobre los asuntos planteados. Mañana, como se han encargado de publicitar determinados dirigentes del PSOE canario, mantendremos una nueva reunión en Madrid. Esperamos que nuestras peticiones sean ahora reconocidas. Coalición Canaria no quiere ralentizar el proceso de reforma; todo lo contrario. Si el PSOE mostrara su disposición a apoyar en Madrid el texto que saliera de Canarias, sin amputaciones y siempre y cuando se contemplaran los aspectos descritos, seríamos los primeros en urgir a que el proceso de reforma avanzara lo más rápidamente posible. Pero es el PSOE, en este preciso momento, quien tiene la última palabra: apostar por un techo competencial que respete las singularidades canarias o, por el contrario, convertir aquellas promesas de una España plural en papel mojado. La pelota está ahora en el tejado de Ferraz, pero también en el de Génova.