La callada por vergüenza

La reputación es algo efímero. Cualquiera puede presentar una denuncia en un juzgado y dejar en entredicho a un ciudadano intachable, porque aunque la Justicia termine dándole la razón, ya nadie le quitará la sombra de la ...

6 de abril de 2007 (01:52 CET)

La reputación es algo efímero. Cualquiera puede presentar una denuncia en un juzgado y dejar en entredicho a un ciudadano intachable, porque aunque la Justicia termine dándole la razón, ya nadie le quitará la sombra de la ...

La reputación es algo efímero. Cualquiera puede presentar una denuncia en un juzgado y dejar en entredicho a un ciudadano intachable, porque aunque la Justicia termine dándole la razón, ya nadie le quitará la sombra de la sospecha y de la duda. Por eso, podría darse el caso de que un vigilante del Área de Medio Ambiente del Cabildo se hubiera ensañado con el consejero de Pesca, Marcos Páez. Podría ser que primero le abriera un expediente asegurando haberle pillado mariscando ilegalmente, y también podría ser que, frustrado porque esa denuncia no prosperó, ya que fue archivada por la Viceconsejería de Pesca, el pasado domingo decidiera tomarse la justicia por su mano, insultando, provocando y hasta agrediendo a Marcos Páez.

Desde luego, verdadera o no, ésa es la explicación del consejero, que incluso ha denunciado al vigilante en cuestión. Pero su versión, escueta y monosilábica, ya que ha evitado hacer declaraciones al respecto, dista mucho de la del funcionario, que también acudió a Comisaría para presentar una denuncia por agresión.

Y puede que todo sea una invención y hasta que algo de verdad tenga la teoría persecutoria de Páez, por qué no. Pero a juzgar por cómo se han sucedido los hechos, ni siquiera sus compañeros de partido y de grupo de gobierno terminan de creérselo. Ya les tocó salir al paso de los acontecimientos cuando el consejero de Pesca fue acusado de mariscar ilegalmente, y ahora han decidido pensárselo dos y hasta veinte veces antes de volver a dar la cara por él.

Pero el problema, tanto para la presidenta del Cabildo como para su equipo de Gobierno, es que su responsabilidad no es sólo con Marcos Páez, sino con toda la sociedad. Porque desgraciadamente, la Corporación se ha visto envuelta en unos hechos que jamás deberían darse entre los representantes públicos, y tres días después de conocerse la noticia no había una sola nota oficial ni una postura tomada por parte de la Primera Institución de la Isla.

Entre pasillos, se sabe que Coalición Canaria le pidió al consejero su dimisión, para evitar un mayor escarnio teniendo que tomar la decisión de cesarle. O al menos que, como ya se vio forzado a hacer con la denuncia de las lapas, se alejara temporalmente de su cargo mientras se esclarecían los hechos. Pero lo concreto es que hasta el miércoles, fecha en la que estaba previsto celebrarse un juicio rápido por la trifulca ocurrida en un bar de Puerto Naos, Páez seguía en su puesto, la presidenta de vacaciones y el Cabildo no había tomado ni decisiones ni postura pública.

Finalmente la vista judicial tuvo que aplazarse, y se podría hasta entender que el Grupo de Gobierno esté optando por creer en la presunción de inocencia pero, de ser así, también tendrían que tener el coraje de decirlo alto y claro. Y también Páez tendría que ser el primero en salir a dar la cara, y no limitarse a atender el teléfono después de miles de llamadas acumuladas en su móvil, para afirmar que no va a hacer declaraciones. Porque de su versión, hasta que el miércoles se celebró el juicio rápido que tuvo lugar por este cruce de acusaciones, lo único que se sabía es que él fue el primero en interponer una denuncia. Y con eso no basta.

Que un consejero de Pesca estuviera en entredicho por un supuesto delito de pesca furtiva, aunque finalmente fuera archivado, tuvo sin duda una importante gravedad. Pero que un representante público se vea envuelto en una pelea callejera, por definirlo de algún modo, es casi más escandaloso. Porque la cuestión es que da igual quién provocara primero. Da igual en qué circunstancias se produjo. Da igual quién insultó o quién pegó antes. Lo concreto es que Marcos Páez no ha negado hasta el momento haber intervenido en la pelea, y eso supera todos los límites admisibles para un político? por más que el listón de exigencia parezca estar más bajo en esta isla.

Efectivamente, alguien con tiempo y ganas puede hacer mucho daño a cualquiera, incluso al más impoluto de los ciudadanos. Pero lo peor de este caso es que ni sus actuales compañeros de filas han puesto la mano en el fuego por él.

Y si ellos no lo hacen, menos aún pueden esperar que lo haga la sociedad, que está acostumbrada a declaraciones poco ortodoxas para un consejero de Pesca, que entre otras cosas ha criticado en reiteradas ocasiones la vigilancia de Medio Ambiente o lo que en su opinión son "excesivas" medidas de protección de Reservas Marinas como las de La Graciosa. Porque mientras se mantiene el silencio, pese a las reiteradas peticiones de la oposición de un cese fulminante, la única lectura que cabe hacer es que más que la callada por respuesta, el Grupo de Gobierno está dando la callada, pero por vergüenza.

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