Juan Antonio

Es terrible y doloroso cuando muere una persona, y mucho más cuando es joven. Qué decir si encima esa persona te toca de cerca. A nosotros nos ha pasado, se nos ha muerto alguien a quien teníamos muy cerca y a quien conocíamos bien ...

17 de octubre de 2005 (22:33 CET)

Es terrible y doloroso cuando muere una persona, y mucho más cuando es joven. Qué decir si encima esa persona te toca de cerca. A nosotros nos ha pasado, se nos ha muerto alguien a quien teníamos muy cerca y a quien conocíamos bien ...

Es terrible y doloroso cuando muere una persona, y mucho más cuando es joven. Qué decir si encima esa persona te toca de cerca. A nosotros nos ha pasado, se nos ha muerto alguien a quien teníamos muy cerca y a quien conocíamos bien en este medio de comunicación, alguien que por su humanidad, cercanía, modestia, timidez, educación y vocación de servicio público había conseguido hacerse un hueco entre nosotros y al que teníamos en una altísima estima: Juan Antonio.

Ni hoy, ni mañana, ni pasado... Nunca llegará el momento para encontrar una explicación a este tipo de cosas, a la pérdida irracional de una vida como la suya, la de alguien brillante que tenía mucho hecho y mucho más por hacer. No es hora desde luego de buscar causas, es hora de lamentarse y de llorar por el amigo que se ha ido, no del todo, desde luego, porque siempre estará presente en nuestro recuerdo.

La alarma surgió este fin de semana cuando nadie sabía de su paradero. Todo su pueblo salió en su busca, porque todo su pueblo le quería. El desaliento se apoderó de todos ellos cuando se confirmó la terrible verdad de su final en este mundo, en este auténtico valle de lágrimas; las mismas lágrimas que tenían todos aquellos que han tenido la suerte de participar con él en alguno de los espacios radiofónicos o televisivos en los que tanto le gustaba estar, donde mostraba no sólo sus conocimientos adquiridos como parlamentario regional sino lo mucho que había mamado en la brega diaria de los comités locales, donde se había forjado como un gran político de presente y de futuro.

El golpe ha sido terrible, tal vez por lo inesperado. Nadie habla de otra cosa en Lanzarote, lo que es una prueba inequívoca de la tremenda tragedia que nos ha tocado vivir y que compartimos todos.

No es fácil intentar condensar en unas pocas líneas la grandeza de un ser humano excepcional, alguien que en los momentos de dificultad política por la que atravesó su partido, el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), supo aplicar sus principales virtudes: la honestidad, la templanza, la educación, el sosiego. Juan Antonio Betancor Brito se ha ido dejando a una legión de amigos que lloran su pérdida, entre los que se encuentran todos los integrantes de este periódico, desde el primero hasta el último, dejando también destrozados a sus familiares y con el corazón partido a todos los que le han querido. Desde aquí te queremos mandar un fuerte abrazo para que lo recojas allá donde estés, abrazo con el que queremos darte las gracias por lo mucho que nos ayudaste siempre que te lo pedimos. Para tu familia, a la que sabemos que pocas cosas reconfortarán en este momento, nuestro más sentido pésame y nuestro deseo sincero de que cuenten con nosotros para todo aquello que necesiten.

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