Historia de un asesinato

Hace tan sólo unos días se publicaba en el diario "El correo" un amplio y orgulloso reportaje titulado "Historia de una chuleta" en el que se detallaba el recorrido de las últimas horas de un ...

3 de agosto de 2007 (05:07 CET)

Hace tan sólo unos días se publicaba en el diario "El correo" un amplio y orgulloso reportaje titulado "Historia de una chuleta" en el que se detallaba el recorrido de las últimas horas de un ...

Hace tan sólo unos días se publicaba en el diario "El correo" un amplio y orgulloso reportaje titulado "Historia de una chuleta" en el que se detallaba el recorrido de las últimas horas de un bebé-ternera, de tan sólo 11 meses de vida, desde el caserío de Agarresakona hasta el matadero y de allí a la carnicería Pinilla, para después pasar al plato del consumidor para ser degustada.

El cruel relato terminaba explícitamente mientras se daba buena cuenta por los comensales de los pedazos de cadáver del bebé-ternera de forma copiosa y entre risas se comentaba: "No saben lo que se pierden los vegetarianos".

Por alusiones era de rigor, que un vegetariano contestara a ese desafortunado comentario para que los lectores interesados tengan la opción de hacerse una acertada idea de lo que no se pierden los vegetarianos. Y es que los vegetarianos realmente lo que sí sabemos es lo que ganamos, es decir, lo que ganamos en salud, lo que ganamos al no participar de asesinatos crueles e innecesarios, lo que ganamos al no contribuir a que aumente el sufrimiento global en el planeta por el consumo de carne, lo que ganamos al no comernos el alimento de los pobres (cereales que alimentan al ganado de los ricos), lo que ganamos a no contribuir al calentamiento del planeta, lo que ganamos al ser sensibles con las otras formas de vida, lo que ganamos en definitiva al vivir más y mejor.

El bebé-ternera de tan sólo 11 meses de vida, que podía haber alcanzado la edad de 50 años o más y que fue objeto del citado reportaje por su triste final, fue criado con leche de la madre y en pastos naturales, a diferencia de los terneros de cría intensiva que son destetados a los pocos días de nacer para que la leche de su madre pueda ser destinada al consumo humano, y a la vez su madre nuevamente preñada, sin embargo esta deferencia para con ella no fue altruista, si no únicamente por interés del ganadero ya que su carne así resultó más sabrosa y de mejor calidad, lo que repercutirá en el bolsillo del mismo.

Los vegetarianos una vez más rechazamos el uso y abuso de los animales para beneficio del ser humano. Los animales no están puesto en la Tierra para ser devorados, tampoco para ser maltratados ni para beneficiarnos de ellos y de su sufrimiento. Los animales son seres vivos que sienten igual que nosotros las personas. Baste mirarles a los ojos para darse cuenta de que si tuviera usted que matarlos, preferiría cambiar de alimentación.

El bebé-ternera que fue servido a la mesa de los comensales expectantes 15 días después de su muerte, empezó su proceso de rigor mortis a las 3 ó 4 horas de ser asesinado, terminando el mismo a las 12 horas de muerto aproximadamente, pero como las industrias cárnicas prefieren no congelar a los animales recién muertos para evitar el "acortamiento por el frió" y así evitar que la carne pierda gran parte de vitaminas, minerales, proteínas y agua, su tamaño se reduzca a un tercio y se ponga dura, cuando el animal es congelado realmente se podría decir que se trata de un alimento en descomposición. ¿Saben realmente los carnívoros lo que comen?

Una hogaza de pan recién hecho, un sabroso racimo de uvas o una ensalada de verduras frescas, son alimentos vivos que nunca podrán ser comparados con la alimentación muerta de un trozo de carne, por mucho placer que le pueda proporcionar éste al paladar de algunos.

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