¿Hemos ganado o han perdido ellos?

Por Eduardo Álvarez Si las elecciones fueran un partido de fútbol, la política sería el único deporte en el que nunca pierde nadie diga lo que diga el marcador final.En estas últimas, el marcador dice que el PP ha ganado por goleada a todos los ...

28 de noviembre de 2011 (13:47 CET)
Por Eduardo Álvarez
Si las elecciones fueran un partido de fútbol, la política sería el único deporte en el que nunca pierde nadie diga lo que diga el marcador final.En estas últimas, el marcador dice que el PP ha ganado por goleada a todos los ...

Si las elecciones fueran un partido de fútbol, la política sería el único deporte en el que nunca pierde nadie diga lo que diga el marcador final.

En estas últimas, el marcador dice que el PP ha ganado por goleada a todos los demás. Pero ¿esa es la realidad de la sociedad española? ¿Tantos aficionados tiene el PP como para barrer de la forma que lo ha hecho?

Las opiniones del foro de expertos que siempre se reúne en las tertulias post-partido está muy dividida y no porque hubiera jugadas más o menos discutibles, sino porque un equipo partía con una ventaja insalvable.

Este partido no era, desde el primer minuto, un encuentro en el que los contendientes jugaran con las mismas armas. Era un torneo triangular, donde estaban el PP, el PSOE y el resto. ¿Gano el PP? Pues va a ser que, a mi juicio, no.

Para ser justos, e independientemente de que me alegre más o menos del resultado final, tenemos que analizar el mismo bajo un prisma más objetivo y dejar los apasionamientos para los hooligans o fanáticos de la política, que no son capaces de ver mas allá de lo que el papel pueda soportar.

En las elecciones generales siempre hay, por desgracia para los ciudadanos, algún elemento que distorsiona completamente la realidad de nuestra sociedad y, como consecuencia de ello, altera completamente los resultados que salen de las urnas. Es como si el partido lo pitara un ciego y viera penaltis donde no existen. El resultado final es que el partido ha sido adulterado.

En las primeras elecciones, en las que el equipo de Zapatero resultó ganador, el penalti injusto se produjo en forma de atentado cruel contra los espectadores que estaban en el estadio. ¿Ganó Zapatero por su programa de futuro para España o perdió Rajoy por la nefasta gestión realizada por Aznar a la hora de protestar por el penalti en cuestión y por buscar al que lo había hecho donde no debía?

En estas últimas, en las que ha sido el equipo de Rajoy el que ha ganado, el penalti ha venido en forma de crisis económico-financiera, que ha conducido al país a una situación insostenible y en muchos caso dramática, en la que los grandes damnificados han sido los ciudadanos que están en este macro estadio llamado España.

¿Ganó Rajoy por presentar un programa lo suficientemente fiable y creíble para sacar a España del pozo en el que estamos o perdió Rubalcaba por la nefasta gestión de Zapatero a la hora de afrontar lo que desde hace años se veía venir y no se quiso admitir porque no era electoralmente procedente en su día reconocer que estábamos en los albores de una crisis de dimensiones nunca vistas en nuestro país?

Creo que las dos preguntas tienen la misma respuesta. Aznar no puso la bomba, pero gestiono muy mal las consecuencias de la misma, al igual que Zapatero, que tampoco creó la crisis, pero no fue capaz de darse cuenta de la que se nos venia encima. Como consecuencia de estas malas gestiones, los españoles no fuimos verdaderamente libres a la hora de votar. Fueron dos partidos en los que un penalti injusto decidió el resultado.

Cuando los políticos, después de conocer los resultados, hablan de humildad en la victoria, deberían empezar a reconocer porque han ganado. Eso haría creíble su discurso y sobre todo, demostrarían que están con los pies en la tierra como el resto de los ciudadanos.

Y a todo esto, en el triangular que han sido estas elecciones, ¿donde estaban los nacionalismos? Pues se lo voy a decir yo. El catalán y el vasco, añadiendo nuevos socios a sus equipos, y el nacionalismo canario, discutiendo sobre quién tenía que estar en el palco de autoridades y buscando al camarero que lleva la bandeja de canapés, por si pueden rebañar algo antes de que vuelva a la cocina del estadio.

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