Ha muerto un patriota independentista, un hombre honesto: Juan Antonio Betancor Brito

Como sabrán, en la madrugada del pasado sábado, Juan Antonio Betancor Brito, Parlamentario canario de 31 años y militante del P.I.L., perdió la vida al precipitarse con su coche por el Risco de Famara, al Norte de ...

24 de octubre de 2005 (14:54 CET)

Como sabrán, en la madrugada del pasado sábado, Juan Antonio Betancor Brito, Parlamentario canario de 31 años y militante del P.I.L., perdió la vida al precipitarse con su coche por el Risco de Famara, al Norte de Lanzarote.

El motivo que me impulsa a escribir estas líneas en este ámbito es básicamente la necesidad imperiosa de hacer justicia y reconocer la labor y la vida de un patriota que, a su manera, luchó siempre por una Canarias más Justa, Libre y Solidaria.

Conocí a Juan Antonio en el año 92 cuando comenzamos juntos la carrera de Geografía e Historia en la U.L.P.G.C. Inmediatamente entablamos una férrea amistad que duró hasta el trágico momento de su muerte. De todas formas no era ningún mérito hacerse amigo de Juan Antonio, porque ese conejero de Haría poseía un corazón que no le cabía en el pecho y, por allá donde pasó dejó un buen y nutrido reguero de amigos.

Sobra decir que, además de la amistad profunda que siempre nos unió, compartíamos nuestro amor a la Patria y nuestra filiación a la lucha social y a la causa independentista. Muchas veces debatíamos acaloradamente en cuanto a las estrategias que debía seguir el trabajo y posicionamientos políticos y sociales.

Por aquellos días, Juan Antonio, tuvo algún contacto con el M.C.L. (Movimiento Canarias Libre) pero esa organización se encontraba ya en fase de desintegración. Meses más tarde, en febrero del año 94, Juan Antonio y otros compañeros ingresamos en el S.E.C. (Sindicato de Estudiantes de Canarias) que por aquella época tenía una frenética actividad.

Fueron cerca de cuatro años de lucha estudiantil en los que «el Conejero» (más tarde le recortaríamos el seudónimo al del Cone, no sin algún enfado por su parte) aportó su esfuerzo y su entrega (como todas las empresas en las que se embarcaba) y se ganó el respeto, la amistad y el cariño de muschos/as que estábamos a su lado.

Con el S.E.C. llegó a ser miembro de la Junta de Facultad de la Facultad de Geografía e Historia de la U.L.P.G.C. y trabajó en numerosos colectivos, movilizaciones y Plataformas que se desarrollaban en la vida social de Las Palmas de Gran Canaria (Plataforma de apoyo a los guagueros, Colectivo ecologista A.D.N. S.O.S., campañas de apoyo al Pueblo Saharaui, Plataforma por el 0,7% etc..).

Además de esto participó activamente en los encuentros que el S.E.C. desarrolló en marzo del año 94 en Sta. Mª deGuía, en Noviembre del mismo año en Icod de Los Vinos y en Noviembre de 1995 en Sta. Brígida.

Esos fueron los años también en los que empezó a organizarse y a tomar fuerza la organización juvenil Azarug. Juan Antonio participó en el encuentro de La Gomera en julio de 1995 y en el de Lanzarote un año más tarde. Cuando finalizó la carrera en el año 1997 se trasladó a la capital de España a realizar un master de Calidad Medioambiental para, año y medio más tarde, regresar a su isla natal a establecerse definitivamente.

En Lanzarote comenzó una intensa vida social y cultural formando parte de varias asociaciones juveniles entre las que destaca «Tazzay», creada por él en su municipio, Haría (pueden visitar la página web www.Tazzay.com).

La compleja vida política de la isla, sus ansias de transformación y el ejemplo de su honestísimo padre (que le demostraba que se podía estar en la política institucional sin mancharse las manos) hicieron que Juan Antonio se afiliara al P.I.L. de cuyas Juventudes fue elegido Presidente. Juan Antonio nunca escondió su filiación claramente independentista, posicionamiento que, por otra parte, compartía con no pocos compañeros de las juventudes del P.I.L. Este extremo le valió algunos enfrentamientos con la cúpula del partido.

Al entrar Dimas Martín en la cárcel, Juan Antonio (que había sido el 4º en la lista del partido) entró en enero de 2004 en el Parlamento de Canarias. Recuerdo las conversaciones y correos electrónicos que nos mandábamos por aquella época donde Juan Antonio nos expresaba sus lógicas dudas y miedos en una isla donde la politiquería y la presión mediática llegan a un nivel inconcebible.

También sentía temor por no defraudar a todos aquellos jóvenes que veían en él una esperanza de regeneración política en medio de un mar de conspiraciones, chanchullos, corrupciones, procesos judiciales, traiciones, etc... Esa fue la gran virtud y, quizás, la principal amenaza de Juan Antonio: su profundo compromiso por la gente y su extrema sensibilidad.

Esas nobles características hicieron de él un ser vulnerable en medio de las hienas y alimañas que se arrebataban pedacitos de poder. Pensó muchas veces en dimitir, pero al mismo tiempo tenía claro que él podía hacer cosas desde dentro. En este sentido me contaba una y otra vez orgulloso como consiguió en una tarde, utilizando el teléfono móvil y el correo electrónico forzar a que todas las fuerzas parlamentarias (presionadas por las organizaciones sociales que él movilizó) se posicionasen en contra de las prospecciones petrolíferas.

Del mismo modo sabía que el precio que tenía que pagar por su compromiso (entendido a su manera) era bastante alto pero que él podía contribuir a regenerar la vida política de la isla. Me dijo repetidas veces que con Dimas deberían haber entrado más personas en la cárcel pero también tenía claro que la única forma de neutralizar y sacar definitivamente a Dimas de la política era manteniendo él en su puesto de parlamentario, soportando para ello innumerables presiones, coacciones, agresiones, amenazas y juicios de valor sin fundamento.

Esa era su estrategia y se la respetábamos. Podíamos o no estar de acuerdo, pero siempre reinó entre nosotros un profundo respeto y confianza a las posiciones y estrategias de cada uno porque además de la amistad profunda que nos profesábamos, ambos sabíamos perfectamente que compartíamos el mismo lado de la trinchera.

Disculpa Juan Antonio, Cone, porque el insomnio y agotamiento por la tensión nerviosa de estos días terribles hacen que me encuentre bastante espeso para escribirte unas palabras mejores que honren más aun si cabe tu memoria.

La presión política y personal que has sufrido en este año y medio ha sido impresionante. No aguantaste más y decidiste poner fin a los sufrimientos que conllevaba tu compromiso. Acabar con tu preciada vida fue decisión tuya y aunque nos duela y nos desgarre el alma debemos aceptarla. No nos queda otro remedio. Lo que no podemos aceptar, ni yo ni ninguno de los que te queríamos y compartíamos tu amor a Canarias es que la asquerosa política de esta sufrida tierra haya pasado su rodillo de corruptelas, conspiraciones, traiciones e ineptitudes por tu noble espíritu de hombre honesto, patriota y libre.

Podíamos haber intentado que renunciaras a seguir en ese puesto pero eso no entraba en las relaciones de amor y de respeto que nos teníamos. Sólo podíamos darte nuestro apoyo sin fisuras y nuestra mano de amigos fraternales.

Ahora no podemos hacer otra cosa que recordarte, amarte, admirarte y llorarte. Y todo eso, con la esperanza de un futuro mejor, sin alimañas rondando los pasillos de nuestras instituciones. El ataúd que el lunes y martes pasado albergó tus restos (cubierto, comono podía ser de otra manera, con una enorme Enseña Nacional) debería haber llevado, en vez de tu noble cuerpo de verdadero hijo del pueblo, todas las miserias de la asquerosa clase política de esta sufrida tierra. A tu manera siempre luchaste por una Canarias mejor y más Libre y desprendiste amor, amistad, lealtad, nobleza e implicación por todos los poros de tu piel.

Ha muerto un patriota y un grandísimo hombre, pero aun, en medio del profundísimo dolor, debemos seguir gritando, como él lo hizo siempre: ¡¡¡VIVA CANARIAS LIBRE!!!

Te quiero hermano

Antonio Rodríguez, el cubano

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