Afirmar que es necesario buscar el momento adecuado para que Lanzarote deje de depender de la Autoridad Portuaria de Las Palmas es casi tan lógico como decir que antes de instalar un Puesto de Inspección fronteriza en la isla, se ...
Afirmar que es necesario buscar el momento adecuado para que Lanzarote deje de depender de la Autoridad Portuaria de Las Palmas es casi tan lógico como decir que antes de instalar un Puesto de Inspección fronteriza en la isla, se deben analizar todos los informes para estudiar sus posibles ventajas e inconvenientes. Sin embargo, lo que no es ni tan lógico ni tan razonable es que ahora, después de años de reivindicar ambas cosas, y cuando ya se ha andado buena parte del camino para conseguirlo, de pronto nos digan que ni una cosa ni la otra serían tan buenas para la isla.
Y lo sorprendente no es que lo diga la Autoridad Portuaria de Las Palmas, sino que lo digan la alcaldesa de Arrecife, el Partido Socialista en Lanzarote, Coalición Canaria y muchos empresarios de la isla, además de los representantes sindicales de Comisiones Obreras y UGT. Todos ellos han coincidido firmando una carta en la que defienden la necesidad de que la isla cuente con su propia Autoridad Portuaria, pero en la que también señalan que aún no es el momento de solicitarlo, porque antes se deben acometer las necesarias reformas en las actuales infraestructuras. Y precisamente por eso critican la iniciativa llevada al Congreso por el diputado del PP, Cándido Reguera, porque la consideran "extemporánea" y "oportunista", y acusan a los populares de haber roto el consenso que había en este tema.
Y lo cierto es que sería más quejusto que después de años de estar bajo su órbita, la Autoridad Portuaria nos dejara un puerto como es debido, y no lleno de carencias. Pero el problema es que estamos una vez más ante la pescadilla que se muerde la cola. Puede parecer lógico no querer hacerse cargo de un puerto cuyas infraestructuras son aún claramente deficitarias, pero la cuestión es que precisamente se está reivindicando la autonomía para terminar con el abandono al que la Autoridad Portuaria de Las Palmas ha sometido al Puerto de Arrecife durante años.
Por eso, seguir esperando sería entrar en una espiral sin saber dónde va a estar el final. Y el tiempo es muy valioso para un puerto que registra cada vez mayor actividad, pero que en cambio no se está adaptando a las nuevas necesidades.
Sin ir más lejos, las pasadas Navidades estuvieron a punto de sentirse directamente las consecuencias de esta situación, ya que el barco que debía abastecer a la isla para esas fechas no podía atracar por falta de espacio. Al final pudo ocupar el lugar dejado por otro buque y el tema se solucionó, pero con parches. Unas soluciones que no son desde luego las que necesita la tercera isla del archipiélago.
Pero si increíble es este tema, más paradójico aún es que ahora se intente transmitir el mensaje de que tampoco la instalación del esperado y anunciado Puesto de Inspección Fronteriza va a ser beneficiosa para la isla. El propio presidente de la Autoridad Portuaria, Emilio Mayoral, en una entrevista que se publica en esta edición de La Voz, afirma que instalar el PIF en Lanzarote podría suponer un coste económico demasiado elevado para los empresarios, y que por tanto terminaría repercutiendo en el bolsillo de los ciudadanos, porque tendría que aumentar aún más el precio de la cesta de la compra. Un mensaje que no es que no se parezca a lo que empresarios y políticos de esta isla han venido defendiendo durante años, sino que es radicalmente opuesto.
De hecho, la ventaja que siempre se ha esgrimido para defender la instalación de un Puesto de Inspección Fronteriza en Lanzarote es que serviría para reducir los precios de los alimentos perecederos que importa la isla, porque hasta ahora tienen que pasar por el puerto de Las Palmas antes de venir aquí, donde se realizan los controles fitosanitarios, con el consiguiente sobrecoste que eso supone en el transporte, y con las ventajas que por contrapartida deja en Gran Canaria.
Pero aunque realmente fuera cierto que tener un Puesto de Inspección Fronteriza en Lanzarote no resultaría rentable, por los gastos que conlleva, lo inexplicable es que se venga a plantear ahora. Que después de años exigiendo el PIF, después de años escuchando promesas de que su instalación iba por buen camino, y sobre todo después de haber conseguido ya luz verde del Gobierno central, ahora se abra el debate de si será positivo o negativo para el bolsillo del consumidor, que en definitiva es el principal argumento para reclamar este Puesto de Inspección, sobre todo considerando que los ciudadanos de esta isla soportan unos de los precios más caros de todo el país.
Y precisamente por lo sorprendente que resulta, es inevitable preguntarse hasta qué punto es o no casual que este debate se instale justo ahora. ¿O lo que nos están diciendo es que los políticos y empresarios que durante años se han puesto a la cabeza de esta reivindicación lo hacían si saber de qué estaban hablando?
Cuesta creer que la preocupación de la Autoridad Portuaria de Las Palmas esté centrada en velar por el bolsillo de los lanzaroteños, por el futuro de esta isla y por el de un puerto, el de Arrecife, que ya está compitiendo de tú a tú con los de Las Palmas y Tenerife en cuanto a movimiento de mercancías, pero aún está a años luz de contar con las infraestructuras y el desarrollo de los que gozan éstos. Pero más aún cuesta creer, pese a que es una tónica habitual, que dos temas que pueden ser tan importantes para el futuro económico de la isla se estén utilizando como arma política arrojadiza o electoralista y, evidentemente, sin el rigor necesario.