Folclore electoral

30 de septiembre de 2014 (17:40 CET)

Vivimos bajo un sistema que limita nuestra expresión política cada vez más, pero que da una opción a cambiar cada cuatro años, ejerciendo el poder del voto en las urnas.

Sin embargo, entre elecciones y elecciones, grupos cada vez más numerosos de activistas sociales se empeñan en parar la degeneración con la que se gobierna y los continuos atentados contra la ciudadanía, contra el proletariado, contra el Pueblo, por parte de esa élite encumbrada en el poder político.

Los movimientos vecinales, los movimientos ecologistas, feministas, nacionalistas o de cualquier ideología que pasean diariamente las calles reivindicando protección y mejoría social, son la imprescindible semilla de cualquier cambio real. Por lo que hay que cuidarlos y entenderlos, en su conjunto, como el Movimiento Social y un auténtico barómetro.

Un verdadero enemigo camuflado de quienes nos empeñamos en mejorar las cosas, de quienes queremos acabar con el sistema actual, es quién se acomoda socialmente mientras se libra la batalla en las calles y, al tiempo, se prepara para presentar una "nueva opción electoral".

No es nuevo este atentado contra el Cambio. No son nuevas sus ansias de beneficio y protagonismo personal. Y, desde ahora aseguro que no voy a dejar de denunciar a estos oportunistas que, al fin y al cabo, son enemigos del Movimiento Social, del Pueblo y de cualquier cambio que ponga en riesgo su posible beneficio electoral. Aparecen haciendo llamados a la unidad y repitiendo parciales de los discursos de los que no han parado de trabajar y montando un programa ecléctico, que nació tras los debates de una larga chuletada, un 15 de mayo cualquiera, donde la principal premisa era descalificar y defenestrar a todos los partidos; para acabar constituyéndose en uno, una estrella que nos guía hacia "el cambio" como lo hiciera el PSOE de Felipe González en los 80.

Van a partir el voto reivindicativo, a robar programas electorales haciéndose pasar por quienes realmente no son, a imitar a los auténticos partidos que pueden mejorar la sociedad y a cansar, a agotar a un electorado, ya bastante asqueado de quienes únicamente saben fidelizar votos, haciendo uso de su poder para repartir migajas entre los más pobres de ideología, de análisis social, que viven en el cultivo del miedo al "hambre para mañana" y se conforman con el "pan para hoy" pretendiendo eternizar esta situación.

Ese intrusismo dañino, vacío ideológicamente o lleno de pedacitos de diferentes visiones, que se define según necesidad imitando una veleta, es un enemigo que claramente colabora en perpetuar lo actual. Por eso, desde ahora advierto, van a tener que pensar un poco más. Porque "se les ve el plumero" y donde les encuentre nos vamos a encarar y a ver cómo rebaten estos fundamentos con los que lógicamente, tarde o temprano, se tenían que tropezar.

La otra opción es aportar a quienes trabajan políticamente cada día. Influyendo desde dentro de las organizaciones, aportando y no restando en las asambleas, tratando con los demás de igual a igual, porque ahora es cuando hay que sumar. Si ese es el desenlace o si no lo es, la historia en el futuro y no los medios de comunicación en el presente, juzgará cruelmente.

 

Pedro González Cánovas, miembro de Alternativa Nacionalista Canaria

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