FERNANDO RÍOS Y EL MARIDO DESPECHADO

Se ve que no disponemos actualmente del mejor escenario deseable para dirimir controversias. Pues si ahora en Oriente se utiliza una supuesta ofensa a Dios como coartada para que Occidente recorte su libertad de expresión; poco antes ...

6 de febrero de 2006 (14:43 CET)

Se ve que no disponemos actualmente del mejor escenario deseable para dirimir controversias. Pues si ahora en Oriente se utiliza una supuesta ofensa a Dios como coartada para que Occidente recorte su libertad de expresión; poco antes fue en Canarias donde nos afectó al conocer que no sería un residente el nuevo Obispo de Las Palmas. Aunque de todos estos ejemplos crispantes, el que se lleva la palma es una variación de lo que parece ser una infracción de las catalogadas como violencia de género; pues tiene como base a un marido abandonado que se supone que ha intentado reparar su honor de macho degradado denunciando a su ex-esposa ante los fiscales anticorrupción, por aquello de que la mujer es funcionaria de alto rango.

Siempre quedará el consuelo, que por lo menos a esta mujer le perdonaron la vida; otros esposos despechados, las matan. Lo que no sé es por qué los fiscales no le aplicaron al marido aborrecido la Ley Integral Contra la Violencia de Género, aunque sólo sea por presentarse ante ellos con semejante majadería.

Al final, entre unos y otros, se ha ido construyendo en Canarias un escenario en las que un partido se alía con otro para acusar a un tercero; pero ese tercero se alía con el primero para atacar al segundo; el cual, a su vez, forma alianza con el primero para denunciar al tercero. Y no acaba ahí la cosa, pues cualquiera de los tres deja a un lado sus escrúpulos para entenderse con formaciones antisistemas, con tal de que éstas se enfrenten a sus contrincantes. Se ha llegado a un punto que más que competitividad, lo que estamos presenciando es una locura autodestructiva que se ha iniciado en el campo de las relaciones políticas, pasó al campo de las relaciones económicas, y amenaza ahora con extenderse a la sociedad civil y a los estamentos religiosos.

Pruebas de que esta contaminación se acerca peligrosamente a la sociedad civil, las tenemos en la denuncia de ese marido desesperado; también en la agresión que ha sufrido el catedrático Maximiano Trapero y otros dos profesores que le acompañaban hace unos días.

Por el análisis de los motivos que impulsaron esta agresión, se deduce que los autores presumiblemente fueran jóvenes antisistemas, de los que en tantas otras ocasiones los partidos políticos mayoritarios han azuzado para que embistieran contra sus oponentes; influyendo incluso para que estos bárbaros recibieran un tratamiento mediático que enaltecieran sus conductas irracionales de oposición "porque sí", ejercitada en asuntos tan variados como el tendido eléctrico de Vilaflor, el puerto de Granadilla o las relaciones de Canarias con el vecino Marruecos.

Lo que siento es que estos energúmenos pueden volver a repartir bofetadas si descubren que de sus innobles actos, unos columnistas han culpado casi en exclusiva a Fernando Ríos o lo que es igual, a la teoría sobre la estrategia de población.

Conozco a Fernando Ríos y sé que su teoría sobre la población nada tiene que ver con las que proponen como filtro el uso obligatorio del idioma o la prueba del RH. Fernando Ríos simplemente plantea una evidencia: Canarias es un territorio limitado, por tanto no podemos escamotear el debate sobre qué Canarias queremos para las próximas décadas. Podemos optar, por el modelo Hong Kong, sabiendo que ese conjunto de islas cuenta en sus 1102 km2 con más de siete millones de habitantes. O bien, podemos estudiar otros modelos que pongan la potestad de otorgar el derecho a trabajar y residir en Canarias, en manos de los propios canarios.

Pablo Rodríguez Valido

Vicepresidente de Jóvenes Nacionalistas de CC en Gran Canaria

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