Entre la demagogia y el despropósito

Mientras las pateras siguen acercando la tragedia hasta las costas canarias, el Parlamento y los parlamentarios del archipiélago volvieron a protagonizar un nuevo espectáculo en un pleno monográfico que sólo sirvió, como por ...

8 de septiembre de 2006 (04:08 CET)

Mientras las pateras siguen acercando la tragedia hasta las costas canarias, el Parlamento y los parlamentarios del archipiélago volvieron a protagonizar un nuevo espectáculo en un pleno monográfico que sólo sirvió, como por ...

Mientras las pateras siguen acercando la tragedia hasta las costas canarias, el Parlamento y los parlamentarios del archipiélago volvieron a protagonizar un nuevo espectáculo en un pleno monográfico que sólo sirvió, como por otra parte era de esperar, para que unos y otros se arrojaran los inmigrantes a la cara. No se aportaron soluciones, no se alcanzaron acuerdos y lo único que salió de un largo y extenso debate fueron varios titulares con frases ensayadas y más o menos afortunadas, según el caso.

Coalición Canaria afirmó que es una "tomadura de pelo" que Zapatero "venga a las Islas a decir que somos santos y buenos" en lugar de esforzarse y tomar medidas para hacer frente a la llegada de cayucos, y pidió al Estado que deje de "alabar" a los canarios y afronte el problema. El PSOE aseguró que el Gobierno español ha actuado "con prontitud y eficacia" y propuso que el Gobierno canario fije un plan de actuación, pero afirmó que el pleno "olió a campaña electoral".

Según el PP, el debate sirvió para "escenificar la separación matrimonial entre el PSOE y Coalición Canaria". Y según Nueva Canarias, el pleno monográfico sobre inmigración fue simplemente un fracaso, porque no hubo resultados prácticos, no se definieron líneas de futuro sobre la mejor forma de abordar el fenómeno inmigratorio y la sesión se limitó a ser "un traslado de culpas entre partidos". Una definición casi exacta de lo que dieron de sí esas horas de debate.

Y mientras los parlamentarios se cruzaban acusaciones y culpas, nuevos cayucos seguían llegando a las islas. En total, nueve embarcaciones y 898 inmigrantes en un solo día. Todo un récord y toda una paradoja, porque mientras el Parlamento protagonizaba un debate baldío, Canarias se enfrentaba a la mayor llegada de inmigrantes en un solo día, según datos del Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad.

También mientras tanto, Europa seguía mirando para otro lado y asegurando que ya ha dado todo lo que puede dar para ayudar en este tema, y la vicepresidenta Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, se descolgaba con la sorprendente declaración de que el Estado "no va a tolerar que sigan llegando a sus costas inmigrantes ilegales", sin explicar ni cómo van a conseguirlo ni por qué lo han "tolerado" hasta ahora. Mientras tanto, los centros de internamiento de inmigrantes de Canarias superaban ya su capacidad. Y también mientras tanto, en Lanzarote resurgía una polémica, precisamente, por no tener un centro de internamiento de inmigrantes.

Y es que aunque parecía que el asunto había quedado aparcado, lo cierto es que el Estado ya tiene elaborado el proyecto y se ha dirigido al Ayuntamiento de San Bartolomé solicitando la licencia para su construcción en el Polvorín de Güime. Una pretensión que ya había sido rechazada hace meses por los vecinos y por su Ayuntamiento, y que una vez más volverá a serlo.

La excusa oficial del Consistorio será que la calificación del suelo en cuestión no permite destinarlo a ese uso, aunque lo cierto es que para instalaciones de interés público, como podría ser catalogada ésta, sí se contemplan mecanismos que permitirían dar luz verde al proyecto. De hecho, la voluntad del Estado podría prevalecer e imponerse en este asunto, zanjando de una vez la polémica y terminando con el trasiego que ha sufrido este proyectado centro, para el que ya se han barajado variadas y variopintas soluciones y ubicaciones alternativas. Pero desde el Ayuntamiento de San Bartolomé ya han advertido: puede haber una imposición desde Madrid, pero si así fuera podrían enfrentarse a una movilización similar a la que se dio con el caso del radar que Aena pretendía instalar en Montaña Blanca, para dotar de seguridad al aeropuerto, según decían, y que a día de hoy, más de cinco años después de iniciarse el debate, sigue sin instalarse.

Por eso, y más aún con unas elecciones a la vuelta de la esquina, no parece fácil que el Estado vaya a dedicarse a imponer un centro de estas características, aunque lo cierto es que la necesidad aprieta, porque los cayucos siguen llegando y, ya que no llegan las soluciones para poner fin a este drama humano, al menos se hace imprescindible contar con centros donde poder acoger a los inmigrantes que llegan a las islas y que, en el caso de Lanzarote, están teniendo que se retenidos en los calabozos de la Policía y en las dependencias de la Guardia Civil en Costa Teguise.

En definitiva, que lejos de encontrar o siquiera buscar soluciones, éste promete convertirse en un tema más de enfrentamiento político, pese a que debería ser todo lo contrario. Debería ser uno de esos temas en los que unos y otros tendrían que hacer los máximos esfuerzos por unirse en la búsqueda de soluciones, y no aferrarse a ellos como elementos arrojadizos y electoralistas. Pero si eso no se ha conseguido ni con el terrorismo, mucho menos aún se conseguirá ante la inmigración. Y así nos va.

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