En un Mundo dominado por superricos

Crece la inmigración ilegal de los pobres

12 de octubre de 2005 (12:28 CET)

Hace dieciséis años que el Muro de Berlín no existe más. Era el más mentado, en cuanto a críticas se refiere, pese al sentido de autodefensa que tenía para la ex República Democrática Alemana. Sin embargo el mundo, dominado por las grandes potencias, sigue erizado de muros y éstos a diferencia del berlinés, buscan segregar a los pobres, los negros, los chicanos, los palestinos, etc. En la medida que la injusticia siga fabricando pobres en serie, los muros no podrán detener la inmigración.

DUDOSO PARAÍSO

En las últimas semanas el punto donde se produjo el mayor choque entre oleadas de migrantes hambrientos y las barreras artificiales armadas por gobiernos ricos es el norte de Africa. Llegado este momento quizás España no esté tan segura de haber hecho bien en mantener sus enclaves coloniales en Ceuta y Melilla, en Marruecos, el norte de Africa.

Es que esas dos ciudades, de cara al Mediterráneo, son asediadas por miles de africanos corridos por el hambre y la desesperación desde Argelia, Congo y países aún más empobrecidos ubicados al sur del Sahara.

El jueves de la semana pasada los intentos por penetrar en Ceuta fueron reprimidos y provocaron cinco muertes entre los indigentes. Como era de esperar, la policía marroquí echó la culpa a sus colegas españoles y éstos dijeron que las balas homicidas partieron del otro lado de la alta alambrada. Puede ser que ambos tengan razón: tres personas quedaron fulminadas del lado marroquí y las otras dos expiraron del lado español, que supuestamente iba a ser tierra de promisión.

Esas masas humanas procuraban poner el pie en Ceuta, donde son internadas en un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (Ceti). Tras ese período son enviados a ciudades de España donde se decide su expulsión pero la medida no puede efectivizarse porque los afectados han omitido su nacionalidad y Madrid no tiene adónde repatriarlos. En consecuencia los indocumentados quedan viviendo en un país europeo como ciudadanos de segunda o tercera clase. Así y todo, sin papeles y con una orden de expulsión como espada de Damocles, consideran que esa situación es paradisíaca en comparación con sus odiseas en Mali, Camerún y otros terruños.

Del otro lado del muro de seis metros de alto con alambre de púas quedaron los fallecidos y heridos de Ceuta, y posteriormente otros tres muertos y heridos en Melilla. En los alrededores de esas ciudades, centenares de frustrados escaladores de muros siguieron amontonándose en precarios campamentos, luego destruidos a machetazo limpio por los policías y gendarmes marroquíes, que practicaron numerosas detenciones. La carga humana será arrojada del otro lado de la frontera con Argelia pero en los bosques cercanos a Ceuta y Melilla siguen caminando viejos y nuevos aspirantes a saltar las vallas con un hambre atroz como garrocha fundamental. Y cuando éstos hayan logrado su meta o hayan sido atrapados, vendrán otros a ocupar sus lugares porque la mayoría de los 850 millones de seres humanos que no comen está en Africa. Y de hecho fue así: en el tercer o cuarto intento, 350 africanos lograron saltar la alambrada en Melilla y burlar la doble represión, marroquí y española.

LA CÍNICA EUROPA

Los monopolios, bancos y gobernantes europeos no logran resolver sus problemas y encima crean otros «nuevos» a los inmigrantes. Esa incapacidad está a la vista en una Unión Europea donde el estancamiento económico está más sólidamente instalado que nunca. En la reciente asamblea anual conjunta del FMI y el Banco Mundial se corrigieron a la baja las estimaciones de su performance económica.

Ahora se prevé que este año Alemania crezca 0,8 por ciento, Inglaterra 1,9 y Francia 1,5. Italia está peor aún porque se le pronostica cero. En años de prosperidad Europa importaba inmigrantes o hacía la vista gorda a su arribo porque precisaba mano de obra barata; ahora aplica una política de mano dura hacia la inmigración.

En julio último los ministros de Interior del «Grupo de los 5» (Francia, España, Alemania, Italia y Gran Bretaña) se reunieron en Evián, Francia, para reforzar las medidas contra la penetración de gente pobre venida de Africa, Asia y Europa oriental. Hombres racistas y ahorrativos a la vez, los popes europeos acordaron vuelos conjuntos para deportar inmigrantes y ahorrar plata en combustible y tripulaciones.

El ministro Nicolás Sarkozy manifestó en Evián que se propone expulsar 25.000 inmigrantes de Francia hasta fin de año, un 50 por ciento más que el año pasado. El aspirante a suceder a Jacques Chirac ensució a su colega »socialista obrero español» José Antonio Alonso, al decir: «fue el ministro del Interior socialista Alonso quien me preguntó si yo estaba de acuerdo en que organizáramos todos juntos los retornos agrupados de extranjeros en situación ilegal». Obviamente se pusieron de acuerdo todos.

Sin embargo, esos gobernantes siguen necesitando exprimir trabajadores extranjeros poco calificados para las tareas mal remuneradas que sus connacionales se resisten a tomar en la industria y servicios. Su racismo tiene rasgos esquizos: de un lado deportan y del otro requieren inmigrantes para juntar la basura, barrer en los subtes, cosechar en las granjas, descargar barcos y apretar tuercas en las líneas de producción.

Pese a la pequeña victoria de los africanos que saltaron las vallas de Melilla, los pobres de color siguen perdiendo por goleada ante las policías europeas o el mismo mar, cuando se aventuran a cruzar el Mediterráneo en endebles «pateras». Este fin de semana 270 fueron capturados tras arribar a Andalucía e Islas Canarias. Ellos serán devueltos; otros 19 no irán a ningún lado pues se ahogaron cerca de Fuerteventura.

La Europa que hoy se blinda contra magrebíes, subsaharianos y «sudacas» devastó Africa con la esclavitud y saqueó sus recursos naturales. Incluso un monarca como Leopoldo de Bélgica puso a su nombre la propiedad colonial en el Congo.

SÓLO LA ESTATUA

No vaya a creerse que la fobia a los inmigrantes es una enfermedad europea pues las autoridades estadounidenses también tienen una política de persianas bajas. Y esa cerrazón no viene del peligro de infiltración de extranjeros vinculados a Al Qaeda, sino de tiempos inmemoriales.

Los únicos inmigrantes ilegales que son recibidos como héroes en EE.UU. son los cubanos que huyen a veces por disidencia con su gobierno y muchas otras por deseos de un mayor bienestar material (luego suelen querer regresar a su Patria cuando tienen problemas de salud o discriminación). El criterio es que si la guardia costera intercepta en alta mar a los migrantes cubanos, los devuelve a La Habana. Si éstos llegan a la costa, son admitidos y utilizados como parte de la guerra propagandística contra la Mayor de las Antillas.

Para finalizar este comentario sobre esa política migratoria en relación a la isla socialista, hay que decir que Washington tiene firmado con ésta un acuerdo para conceder hasta 20.000 visas anuales a cubanos que quieren vivir en EE.UU. Pero el Departamento de Estado no respeta ese compromiso y eso hace que esas personas, deseosas de emigrar, se tiren al agua. ¿Dónde queda el razonamiento de las autoridades primermundistas de que no quieren indocumentados sino sólo aquellos con visa legal?

El poco aprecio de esos gobernantes se expresa en forma reconcentrada en su frontera sur, que lo deslinda de México. La Guardia fronteriza informó al diario de este último país, La Jornada, que durante 2005 «se han documentado 357 decesos, de los cuales 177 se han registrado en los límites entre Sonora y Arizona».

Esa línea demarcatoria se ha fortificado con más censores, patrullas y hasta cuerpos parapoliciales por lo que cabe deducir que el número de arrestados y deportados en forma sumarísima se ha a empinar. Lo paradójico es que los mexicanos tratados como delincuentes están migrando a California, Texas, Nuevo Méjico y Arizona que fueron parte de su nación antes del robo violento de esos territorios por su mal vecino.

La Casa Blanca no se lleva mal solamente con aztecas, haitianos o salvadoreños pobres que quieren vivir en el Norte. Los propios ciudadanos norteamericanos que viven en la pobreza, 38 millones, son tratados casi tan mal como esos extranjeros. Así lo comprobaron en piel propia, casi siempre morena, los habitantes inundados de Nueva Orleánds tras el paso de Katrina, en su mayoría pobres.

EE.UU. se ufana de la libertad y pregona la libertad de comercio, supuestamente plasmada en los acuerdos del Nafta (con América del Norte), el Cafta (con Centro América) y el ALCA (con toda América, por ahora en estado de gestación).

Pero precisamente en esos documentos se establece el libre tránsito de mercaderías pero no de personas, que seguirán de rehenes nacionales dentro de un mundo donde los 500 individuos más ricos tienen mayores ingresos que los 416 millones de personas más pobres del planeta. Esta situación es la que nutre los ejércitos de migrantes más allá de las deportaciones, policías, tiros, barreras, alambradas y muros.

Esa es la concepción de George Bush relativa a la libertad. De este valor, a la superpotencia sólo le está quedando la estatua símbolo.

EMILIO MARÍN

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