EN UN LUGAR DEL TOMATE...

Desde la oportunidad que me brindan quería agradecer al programa de televisión "Aquí hay tomate" por la labor encomiable y para la posteridad que están llevando a cabo en el seguimiento de la posible-presunta demencia de Raquel ...

6 de febrero de 2006 (14:48 CET)

Desde la oportunidad que me brindan quería agradecer al programa de televisión "Aquí hay tomate" por la labor encomiable y para la posteridad que están llevando a cabo en el seguimiento de la posible-presunta demencia de Raquel Mosquera. Desde comentarios respetuosos, imágenes enternecedoras, empatía hacia sus familiares, benevolencia ante la enfermedad...y en definitiva compaginando perfectamente el sentido del espectáculo con lo

ciertamente informativo.

Hasta este punto permanezco admirado con el devenir de la noticia en los programas del corazón y sobre todo en el alimenticio espacio de sobremesa, que me atrevería a establecer una emotiva comparación con la ilustre obra de

la literatura de habla hispana. Efectivamente señores. Oso a decir que "Aquí hay tomate" es el Quijote del siglo XXI.

Y quien piense que la ex esposa del boxeador es Alonso Quijano puede hacerlo, porque además coinciden presumiblemente en varias características extraterrenas. Pero en realidad sólo sería una Quijote más, una más de una larga lista de sinsentidos, morbosidad exacerbada, faltas a la dignidad personal y muy, pero que muy pocos escrúpulos informativos, tanto de los que generan la noticia, como de los que las venden.

Si ocurre que todo lo que ha pasado en este "caso Mosquera" es cierto y no es un montaje...sería para rasgarse las vestiduras, pero si ocurre que todo lo que ha pasado al final es un montaje...sería para rasgarse las vestiduras y las "desniduras"(concepto inventado por mí que significa "mucho mas que vestiduras"). Y ahí tenemos a nuestro querido "tomate", para, igual que hiciera Cervantes, ponernos un espejo en la cara y que veamos lo que somos.

Gracias "tomate". Gracias por recoger el testigo del Manco de Lepanto y recordarnos cada día lo miserable que es el género humano en nuestra sociedad actual. El progreso ha demostrado con creces que ya no es necesario leer para darse cuenta de cuan insensible somos. Sólo ver un poco la tele después de comer.

David Sergio

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