"¡Ay del que llega sediento
a ver el agua correr,
y dice: la sed que siento
no me la calma el beber!"
Antonio Machado.
En el fondo, en el rincón de nuestro corazoncito, todos podemos ser un poco aprensivos. Varias son las causas de la aprensión. Quizás la primera esté en nuestra conciencia, que suele identificar enfermedad como castigo, como si el mal, en vez de estar causado por un agente infeccioso, pongamos por caso, estuviera causado, por una mala acción.
Tenemos que empezar a darle a la vida un sentido distinto. Se puede vivir con lamayor honestidad, también en esta época, pero sacándole partido a las cosas buenas que la vida ofrece que son muchas. Pues, hay algunas personas que incluso, cuando todo les sale demasiado bien, piensan que les va a ocurrir algo.
Para combatir la aprensión sólo hay dos caminos: la información y la familia. La información ha de ser veraz, y pensando en la utilidad más que en la sensación. Pero otro aspecto importante es la familia. En casa de un aprensivo hay una madre, un padre o un hermano aprensivo. Un familiar que ha proyectado sobre el niño esa aprensión. Generalmente, un hombre o una mujer aprensiva ha sido un niño o una niña superprotegida, porque ha tenido un padre o una madre excesivamente temerosa de que le pasara algo. Si a un niño se le advierte constantemente de todo lo que puede encontrar a su alrededor que resulte peligroso, es lógico que adquiera la idea de peligro en cada paso. Y por tanto, que tenga un constante temor. Si además observa que tanto el padre como la madre están excesivamente preocupados de su propio cuerpo, el niño adquirirá conciencia de que el cuerpo es sumamente vulnerable y se va a encontrar con el modelo nefasto de dos miedos: el que produce la sobreprotección, y el que produce un excesivo temor a caer enfermo. Será ya un ser sin libertad, y lo que es peor, mediatizado por algo tan intangible para la salud. Creyendo que la enfermedad es algo tan frecuente, que la salud es una utopía. Porque le duele ahí, o porque si no le duele, le va a doler.
Freud definió la patología de aquellos que fracasan al triunfar. Son gentes que someten su voluntad a la consecución de una meta y cuando lo alcanzan se sienten imposibilitados porque empiezan a surgir problemas. Es como si el bienestar no fuera un derecho del individuo y entonces el mismo individuo, inconscientemente, se quita ese derecho. No podemos olvidar que los propios psiquiatras han definido ya el "síndrome dominical"o la neurosis dominical: la padece aquella persona que pasa la semana trabajando esperando que llegue el día de descansoy cuando llega ese día, se pone enfermo, le duele la cabeza, tiene malestar de estómago. Es que se ha negado a sí mismo la posibilidad de disfrutar ese día.
Dominemos los miedos. Y seamos conscientes. La vida tiene enormesposibilidades de hermosura y de belleza. Enormes satisfacciones. No la queramos todas. A menos ambición, más fácilserá conseguir la meta y disfrutar la vida.
Decía Joselito, figura inmortal del toreo, que el toro tiene que ser proporcionao; "con edad, con cuernos y con tipo: toros que no sean montañas ni borregos". ¿Y si no hay toros proporcionaos?, pregunta el periodista, y contesta rápidamente José: "Entre el chico y el grande, me quedo con el grande; ¿no ve usted que el peligro es igual...?"
El toro ha de ser proporcionado, nos dijo el inolvidable Joselito. Todo en el arte y juego del toreo tiene que serlo. También la proporción es ley fundamental de la vida, pues, el vivir como el torear, es un juego y un arte. Por ello, no es tan extraño que a algunos le ocurra como al de la copla de esta vieja tierra del Sur: "El toro tenebroso / que yo toreo / es un toro tan negro / que no lo veo. / Y estoy temiendo / que va a herirme de muerte / antes de verlo".
Francisco Arias Solis