El que se calla, pierde

La sabiduría del refranero popular es indiscutible, sobre todo en algunos casos. Y ése que dice que hay que llorar para conseguir lo que uno quiere, se viene viendo con máxima claridad en Lanzarote en las últimas semanas, o ...

21 de abril de 2006 (17:34 CET)

La sabiduría del refranero popular es indiscutible, sobre todo en algunos casos. Y ése que dice que hay que llorar para conseguir lo que uno quiere, se viene viendo con máxima claridad en Lanzarote en las últimas semanas, o ...

La sabiduría del refranero popular es indiscutible, sobre todo en algunos casos. Y ése que dice que hay que llorar para conseguir lo que uno quiere, se viene viendo con máxima claridad en Lanzarote en las últimas semanas, o incluso en los últimos meses. Por remontarnos hasta alguna fecha, poco antes de las últimas Navidades, los clubes de fútbol base de la isla decidieron ir a la huelga, cansados y asfixiados después de soportar años de atraso en el pago de las subvenciones que tiene comprometidas con ellos el Cabildo. Llevaban cuatro años sin recibirlas, aunque son casi la base de su supervivencia, y bastó una huelga que no cumplió las dos semanas para que la Corporación se pusiera al día en el pago, al menos hasta la próxima vez.

También los vecinos de San Francisco Javier supieron encarrillar su protesta. Después de años esperando que se terminaran las obras de acondicionamiento del barrio, decidieron salir a la calle, porque los trabajos que se iniciaron un día no se llegaron a terminar, dejando aún peor la zona. Y fue dicho y hecho. En la misma semana en la que iniciaron su protesta, la Consejería de Turismo del Gobierno de Canarias sacó la licitación de este proyecto por vía de urgencia, anulando el contrato con la empresa anterior. Y en pocas semanas más, concretamente este último jueves día 20, ya se estaban abriendo las picas del concurso y se anunciaba el inminente inicio de las obras.

También tuvieron éxito los vecinos de Güime, que cuando empezaron a movilizarse contra la posibilidad de que se instalara en esa zona un centro de internamiento de inmigrantes, pronto encontraron respaldo en la mayoría de los partidos políticos y en la mayoría de las instituciones. Ahora, más de un mes después, sigue sin proponerse una alternativa definitiva, quizá porque sentado el precedente, sugieran la zona que sugieran, van a encontrar oposición vecinal o municipal.

Y es que empieza a ser una evidencia que hay que llorar, y que el que no llora pierde. De eso han aprendido mucho, aunque tarde, los profesores de la Escuela de Hostelería de Tahíche. El sentido de la responsabilidad y una infinita paciencia les hicieron aguantar al pie del cañón en sus puestos de trabajo, aunque a fin de mes no recibieran ni un euro por ello. En total, llegaron a estar casi cinco meses consecutivos sin cobrar, que se dice pronto. Pero ahí siguieron. Ni una huelga, ni una manifestación... Ni siquiera una rueda de prensa. Un día tras otro yendo a clase, intentando no perjudicar a los alumnos y sacando adelante un centro por el que, desde hace ya demasiados años, no se está apostando lo suficiente.

Pero como de buena voluntad y de dedicación no se puede vivir, un día dijeron basta. Un día de hace cuatro semanas decidieron hacer pública su situación. Llamaron a los medios, anunciaron una huelga y hasta organizaron una marcha que terminó en el Cabildo, y más concretamente en el despacho de Presidencia. Y ahí, cualquier persona menos paciente, se hubiera tirado de los pelos por no haber hecho todo eso antes. Porque ese día resultó que había una cuenta bloqueada por la Seguridad Social, pero que justo, justo acababa de desbloquearse ese mismo viernes. Y que los sueldos atrasados, el dinero con el que no habían podido contar en los últimos cinco meses, teniendo que recurrir a la ayuda y los préstamos de familiares y amigos, llegaría a más tardar después de Semana Santa. Y así fue. Tarde, pero así fue.

Esta misma semana se anunciaba la desconvocatoria de la huelga, porque los pagos se habían vuelto a poner al día. Ahora, falta que llegue la solución definitiva, que según los anuncios pasa porque el Gobierno de Canarias y los empresarios se impliquen en el mantenimiento de esta Escuela que oficialmente sigue dependiendo del Ayuntamiento de Teguise. Pero al menos los sueldos pendientes ahí están. ¿Casualidad? Se puede querer pensar que sí. Porque no debería ser necesario que un profesor se manifieste para que cobre su sueldo, ni que un club de fútbol base tenga que ir a la huelga para cobrar las subvenciones que permiten jugar a cientos de niños, pero lo cierto es que así ha sido.

Así ha sido y casi supone una invitación a llorar, por ejemplo, a los vecinos de pueblos como Caleta Caballo, por donde no pasa una sola guagua por día, o de todos esos núcleos donde las frecuencias son totalmente insuficientes. O a cualquiera que sienta que la Administración no da respuesta a sus necesidades en sanidad, educación, infraestructuras o cualquier otro aspecto. Y es que parece que si callas, o si no sumas las voces suficientes, pierdes. Aunque la razón esté de tu lado.

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