EL NAUFRAGIO DEL PORTLAND

Un naufragio que pudo haberse evitado de cumplirse estrictamente las leyes de gravedad. Hace treinta años ocurrió lo mismo de otro barco que salió de Arrecife hacia Puerto del Rosario. Las circunstancias son idénticas: hundimiento ...

2 de junio de 2006 (05:08 CET)

Un naufragio que pudo haberse evitado de cumplirse estrictamente las leyes de gravedad. Hace treinta años ocurrió lo mismo de otro barco que salió de Arrecife hacia Puerto del Rosario. Las circunstancias son idénticas: hundimiento por giro de 180 grados en apenas pocos minutos.

Ahora todo son especulaciones de cara a la opinión pública, pero los profesionales de la marina saben perfectamente cuales son las causas, pero no lo dirán por razones obvias: negligencias del responsable de la estiba en puerto. Según la Ley Marítima, el responsable es el capitán del barco, pero suele suceder y sucede, que el e encargado de estibar en puerto es un empleado de la empresa que queda en tierra. Si algún capitán protesta por la mal estiba, es amenazado con el despido, y en estos barcos de bandera de conveniencia, ocurren estas cosas y otras aún peores.

Cuando un barco gira sobre sí mismo en minutos, está claro que ha sido por estabilidad negativa, o sea, una estiba mal hecha. Son variables las malas estibas, pero la que no dejan huellas de sospechas es la de corrimiento de la carga por el mal tiempo del estado de la mar. No se explica que un barco de carga normal, (cargamento en pales), sufra un corrimiento de carga, si se estiba convenientemente. Por lo que si así fue estibado, será otra causa lo que motivó su naufragio. Eso lo deberá de decir ese encargado de la empresa, explicado donde colocó la carga de sacos de "cemento en pales".

Puede ser que la colocación del cemento en algún punto inadecuado para la estabilidad produjera tal siniestro, quizás la negligencia viene producida que en un trayecto tan corto, no se le diera la importancia a la ley de gravedad del barco.

Aquí y ahora se cometen gravísimas atropellos con los hombres de la mar, que obedecen bajo amenazas de despidos, sin que existan inspecciones de la autoridad competente, en ésta y en otras tantas que se comenten muy especialmente en los puertos canarios.

Dios tenga en la gloria a los marinos desaparecidos. Recemos por sus almas. Otros marinos de cualquier otra nacionalidad volverán a ser carne de cañón en el negocio del transporte marítimo, donde impera el silencio de la Ley. La sumisión provoca crisis mentales en los marinos que los transmiten al conjunto de la familia. Marinos que por necesidades familiares enrolan en barcos piratas sin saber que en uno de esos viajes transportan drogas. Marinos que enrolan con la esperanza de llevar un salario a sus familiares, y luego quedan retenidos en puertos extraños, por abandono e impago de su armador. Estas y otras similares son si no permitidas, si toleradas por los responsables de inspeccionar en los puertos, todas éstas irregularidades que conlleve un destino final y sin retorno como es la muerte.

Antonio Rodríguez de León

Presidente de Stella Maris - Las Palmas

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