El nacionalismo

El congreso de Coalición Canaria (CC) celebrado el pasado fin de semana ha servido al menos para cerrar un nuevo episodio de la bochornosa vida política de la isla de Lanzarote. Aquí, por culpa de los unos y los otros, por culpa de ...

3 de octubre de 2005 (21:51 CET)

El congreso de Coalición Canaria (CC) celebrado el pasado fin de semana ha servido al menos para cerrar un nuevo episodio de la bochornosa vida política de la isla de Lanzarote. Aquí, por culpa de los unos y los otros, por culpa de ...

El congreso de Coalición Canaria (CC) celebrado el pasado fin de semana ha servido al menos para cerrar un nuevo episodio de la bochornosa vida política de la isla de Lanzarote. Aquí, por culpa de los unos y los otros, por culpa de los enfrentamientos personalistas y de las ansias de salir mejor colocado que el de al lado en la foto, se ha perdido una gran oportunidad de aprovechar lo que en otras islas sí se ha aprovechado, que el Ejecutivo autonómico era controlado por una formación de corte nacionalista.

El congreso en el que ha salido una dirección con mayor división de responsabilidades, puesto que se sabe que Mario Pérez no va a ejercer el ordeno y mando y va a repartir más juego entre el resto de representantes de la nueva Ejecutiva, ha puesto fin a la lucha que mantenían los afines al Partido Nacionalista de Lanzarote (PNL) y los defensores de la marca de CC. Esta lucha, al comienzo insólita para muchos teniendo en cuenta que desde que se conformó CC como partido único prácticamente no se había oído una palabra más alta que otra, causó un daño tremendo a la formación. Ahora se pasa página, aunque no resulta sencillo evaluar la situación exacta de los daños causados. Mario Pérez dijo en su discurso, y lo confirma en la amplia entrevista que publica hoy este diario, que son conscientes de que tienen que recobrar la ilusión perdida entre los ciudadanos. Más que la ilusión por su proyecto, deben buscar la confianza.

Aunque sería imposible saber lo que piensan todos los ciudadanos de la Isla, no hace falta hacer demasiadas encuestas para percibir la pérdida de crédito que tiene en estos instantes el nacionalismo, fruto precisamente de esas guerras intestinas que en la mayoría de los casos, por no decir en todos, nada tuvieron que ver con el proyecto, sino con el popular "quítate tú para ponerme yo" que inmortalizó el concejal de San Bartolomé Juan Antonio de la Hoz.

El problema de CC, sobre todo en Lanzarote, es que todavía se va a encontrar de frente con un nacionalismo dividido. Si difícil resultaba conseguir arrimar a su causa a la formación política con mayor arrastre de votos, el Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), ahora parece tarea casi imposible no sólo atraerlos a ellos sino a la otra facción que se ha creado, Asamblea por Lanzarote (APL), al Centro Canario Nacionalista (CCN) o al histórico Partido Nacionalista Canario (PNC).

El nacionalismo canario está más atomizado que nunca, vive en una inmadurez permanente cuyo resultado final es la pérdida de crédito frente a una sociedad que entiende su mensaje pero que no entiende el comportamiento de los que lo representan. Parece de una lógica aplastante que CC tenga un grupo fuerte en Madrid, tanto en el Congreso como en el Senado, sobre todo viendo el rédito que obtienen otras comunidades autónomas, como el País Vasco, Galicia o Cataluña, que cuentan con nacionalismos fuertes y asentados. Sin embargo, le cuesta mucho más a CC convencer a los ciudadanos para que les voten a las Cortes Generales que a un ayuntamiento. ¿Por qué? Es una buena pregunta cuya respuesta deben hallar ellos. ¿Estamos ante el principio del fin de esos personalismos, caminamos hacia la creación de un partido fuerte, sólido y capaz de controlar a aquellos que piensan más en el lugar en el que estarán colocados en el mañana que en la política que tienen que desarrollar hoy? Pues es otra buena pregunta. La respuesta, la dará el tiempo.

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