El huracán Dimas

Fue poner un pie fuera de prisión y armarse el Belén en la política insular. Dimas Martín ha vuelto a demostrar que nadie como él marca la agenda de la isla, aunque esté cumpliendo condena y haya pasado un año en la ...

11 de enero de 2008 (08:20 CET)

Fue poner un pie fuera de prisión y armarse el Belén en la política insular. Dimas Martín ha vuelto a demostrar que nadie como él marca la agenda de la isla, aunque esté cumpliendo condena y haya pasado un año en la ...

Fue poner un pie fuera de prisión y armarse el Belén en la política insular. Dimas Martín ha vuelto a demostrar que nadie como él marca la agenda de la isla, aunque esté cumpliendo condena y haya pasado un año en la cárcel. El PIL ha protagonizado el gran culebrón navideño, en el que se han sumado todos los ingredientes que acompañan a cualquier crisis que se precie en esta isla. Y es que además de tener en jaque al PSOE durante casi dos semanas con la amenaza de romper el pacto, el partido de Dimas también ha vuelto a vivir momentos tensos y se ha enfrentado de nuevo a importantes diferencias internas. Aunque ésas no hayan trascendido públicamente.

Pero lo cierto es que en esta bronca conyugal con los socialistas, quien más expuesto ha quedado ha sido el propio Antonio Hernández, que finalmente no encontró apoyos para llevar a cabo la ruptura, y poco antes de entrar en el Consejo Político del PIL que decidió dar por superada la crisis, cambió radicalmente su discurso de los últimos días. Y todo ello tras una larga charla con Dimas Martín.

Pero lo peor del caso es que, además de tener en vilo durante casi dos semanas a todos los lanzaroteños, o al menos a los que les siguen importando los vaivenes de los pactos y de las instituciones públicas, luego llegan las explicaciones rocambolescas, como afirmar que nadie ha dicho nunca que la alianza PIL-PSOE estuviera en peligro. Y no, quizá literalmente no. El presidente del PIL sólo dijo que su socio de gobierno le estaba poniendo zancadillas en la gestión y que por su culpa había una situación de parálisis en las instituciones en las que gobiernan juntos, es decir, casi todas las de la isla. Pero al parecer, esos no son motivos que hagan "peligrar" un pacto.

La cuestión, y es lo que inevitablemente se pregunta la sociedad, es cuáles son las razones que sí los amenazan. Cuáles son los hilos que hacen saltar pactos por los aires o echar órdagos a seis meses de firmarlos. Desde luego hipótesis no faltan en la calle, y desgraciadamente es inevitable que así sea con la maraña de circunstancias que rodean a las crisis políticas que ha sufrido la isla, y a ésta en particular.

Desde luego el enfrentamiento de Antonio Hernández con Enrique Pérez Parrilla es notorio desde hace meses pero, aún así, es difícil entender qué pasó pocos días después de salir Dimas Martín de prisión para que, de pronto, el presidente del PIL se lanzara a bocajarro contra el PSOE y empezara a convocar reuniones internas del partido y a exigir la reunión de la Mesa de Seguimiento del Pacto. Sobre todo considerando que después fue su propio partido quien le hizo echar el freno.

Porque a estas alturas, y después de todos los que antes han intentado tomar el control el PIL, resulta sorprendente pensar que uno de sus miembros, y más aún su presidente, no sepa cómo funcionan las cosas dentro de la formación insularista.

Y no menos sorprendente resulta pensar que el PSOE y el PIL vayan a poder seguir gobernando juntos como si nada. Como si todo esto, todo lo que se ha dicho en los últimos días, fuera una más de las resacas que dejan los excesos navideños. Ahora quizá sólo la oposición aproveche algún momento para sacar a colación las durísimas críticas que han recibido los socialistas por parte de su socio, aunque vendrían a destiempo porque, ante el río revuelto y la posibilidad de pescar algo, ningún partido ha abierto la boca mientras se vivía un nuevo y esperpéntico espectáculo en la política insular.

La traca final llegaba el pasado miércoles, cuando se conocía un auto de la Audiencia Provincial Las Palmas que revoca la redención extraordinaria de pena que se concedió a Dimas Martín (y que fue una de las bazas para conseguir el tercer grado penitenciario), alegando que se había otorgado incumpliendo la ley.

Una noticia que devolvía la intranquilidad al líder del PIL, que además está ahora pendiente de si se atiende la solicitud de la Fiscalía de revocar su tercer grado, pero que también coincidía con la vuelta a la calma y el fin, aunque sea con parches y de forma temporal, de la crisis navideña. ¿Casualidad? Quizá sí. Pero ni esta isla ni sus instituciones pueden seguir viviendo a golpe de casualidades y de huracanes de estación.

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