Dúchese quien pueda

La carencia de agua que vivimos en Lanzarote ha ido evolucionando, a medida que pasaban los días, desde el grado de la anécdota desagradable hasta un nuevo cariz de situación del todo preocupante.Siete días sin agua son ...

7 de septiembre de 2007 (06:28 CET)

La carencia de agua que vivimos en Lanzarote ha ido evolucionando, a medida que pasaban los días, desde el grado de la anécdota desagradable hasta un nuevo cariz de situación del todo preocupante.Siete días sin agua son ...

La carencia de agua que vivimos en Lanzarote ha ido evolucionando, a medida que pasaban los días, desde el grado de la anécdota desagradable hasta un nuevo cariz de situación del todo preocupante.

Siete días sin agua son muchos días para no poder cocinar, ducharse o fregar platos y suelos, lavar la ropa o darle a la cisterna. Un trastorno vital de incomodidad directamente proporcional al número de integrantes de la familia y que ha sometido a miles de familias a un régimen de vida impropio de una sociedad avanzada. Mejor ni pensar en si alguna infraestructura de mayor importancia se hubiera visto afectada. El barco del agua, que algunos teníamos ya muy lejano en el recuerdo, aparece como un fantasma en los pensamientos de más de uno.

Ser comprensivos con las consecuencias de un hecho fortuito como el incendio en una planta de aguas es algo que los lanzaroteños ya han acreditado sobradamente. Pero el incendio en la planta III de Inalsa pone de nuevo en evidencia que un servicio tan vital como el aprovisionamiento de agua no puede estar sometido a la precariedad económica que impide actualizar eficientemente redes y servicio, ni a la incapacidad de los gobernantes para dar con un modelo adecuado para tan vital servicio.

Si ayer estábamos ante la posible quiebra de la empresa, hoy tenemos a media isla sin agua. Entretanto, nadie ha pensado en redundancias operativas, en cómo financiar inversiones o en si es necesario liberalizar la gestión manteniendo el carácter público de la red. ¿O será mejor acaso seguir con un sistema al borde del colapso hasta que, como dirían los jóvenes, acabe petando por todos los lados?

Y es que el problema del agua en Lanzarote es un tema tan profundo y de tanto calado económico que requiere medidas profundas por parte de decisores capacitados. Porque a los problemas financieros, al problema de la pérdidas en la distribución y al deficiente servicio se suma otro no menos importante como es la mínima capacidad de almacenamiento que tiene la empresa, tan sólo un día y medio de reservas de agua en caso de que fallara la producción.

Paradójicamente, Lanzarote fue pionera en la producción del agua, hemos exportado nuestras potabilizadoras, nuestros abuelos fueron los que tenían una mejor conciencia de lo escaso de este bien, cuando se construían aljibes en todas las casas y no se derrochaba ni una gota de agua. Si fuimos capaces de resolver una absoluta ausencia de agua, ¿cómo no seremos capaces de dar con un modelo de desarrollo adecuado para la empresa, que resuelva la obsolescencia de infraestructuras, establezca las redundancias necesarias, las deficiencias en el servicio y la profesionalización del factor humano?

No podemos responsabilizar al actual grupo de gobierno de la herencia de Inalsa. Pero de lo que sí van a ser responsables es de la planificación del futuro del agua en la isla.Empezando por la obligatoriedad de la construcción de aljibes en todas las viviendas hasta la mejora de la producción del agua con diversas plantas, la mejora de la red de distribución obsoleta en la actualidad y por supuesto la gestión de los recursos humanos y técnicos de Inalsa

LO MAS LEÍDO