Los medios de comunicación iluminan temas y los convierten repentinamente en noticia pese a que las preocupaciones ciudadanas vayan por otros derroteros. Es una de las curiosas particularidades del sistema tal y como lo tenemos montado. Ahora apuntan que hay que hablar de los dos años de legislatura de Rodríguez Zapatero. Bien, mordamos el cebo y entremos al tema. Se hace difícil hacer una evaluación objetiva de la tarea del actual gobierno socialista, básicamente por dos motivos que, precisamente, no tienen que ver con su partido sino con su rival político. Por comparación con Aznar, aunque sólo fuera por las maneras, ya tenemos que aprobar con nota a Zapatero.
Después, en la actual locura en la que navega la oposición de Rajoy, Acebes y Zaplana y en su delirio de arrastrar a España con ellos, ya vuelve a situar al alumno Zapatero entre los mejores de la clase. Pero evaluamos al gobierno socialista por si mismo, la cosa cambia. Siendo un ciudadano de izquierdas y catalanista, lo tengo que suspender. No puedo estar contento con su recorte de un Estatuto que ya había salido recortado del Parlamento catalán para conseguir el 90% de apoyo parlamentario y para situarse dentro de la Constitución española. Obviamente se trata de un Estatuto mejor que el que teníamos al salir del franquismo, pero no cambia sustancialmente el marco de relación entre Cataluña y España como para justificar un nuevo estatuto y, por supuesto, no está a la altura de la realidad de la sociedad catalana. La subida de algunos porcentajes y una exigua referencia al término nación se hubiera podido hacer con el actual Estatuto. En materia social y económica (fiscal y laboral), sacando algunas medidas importantes pero "baratas" (matrimonios homosexuales, violencia doméstica,...) no se ha tomado ni una sola medida de izquierdas para redistribuir y no se ha tenido valor para contrariar, aunque fuese un poquito, al riquísimo entramado empresarial-financiero del país.
Jordi Oriola Folch