Una vez más se ve que esta sociedad está dividida en dos: los políticos y los ciudadanos. Aunque pueda parecer que todo es lo mismo, no lo es, existen diferencias. Un político es aquel que estos días intenta pasar por ciudadano, ...
Una vez más se ve que esta sociedad está dividida en dos: los políticos y los ciudadanos. Aunque pueda parecer que todo es lo mismo, no lo es, existen diferencias. Un político es aquel que estos días intenta pasar por ciudadano, pero que se delata fácilmente por ser una persona que en estos tiempos repite continuamente y a los cuatro vientos que todos tenemos el derecho a la presunción de inocencia y que mientras no se demuestre lo contrario se es inocente. Mientras, el resto, los ciudadanos, lo que dicen es que por si acaso, que se alejen de la caja.
Como contribuyente de esa caja pública, me importa y mucho que vía judicial, se clarifique quién es culpable y quién no, pero hasta que llegue ese momento lo que realmente me conviene es la confianza que puedan darme los que se encuentran tomando decisiones en los despachos oficiales.
En estos momentos la confianza es lo que se impone. No podemos esperar tanto tiempo a que un tribunal decida y que pueda apartar la paja del trigo. Ahora es el momento de que quien tome las responsabilidades pueda dar la máxima tranquilidad. No valen los presunto, los imputados, los sospechosos para dirigir un ayuntamiento o un cabildo. No quiero a nadie al frente que me genere dudas, dudas creadas por ellos. Un juez no te llama a declarar, después de haberse tomado un largo tiempo de investigación, porque pasabas por allí. A nadie lo pescan en la medular y lo meten para el juzgado.
No amigo, no, las cosas no son tan sencillas ni nos quieran tomar por tontos. Cuando la Guardia Civil te va a buscar a tu casa por orden de un juez, eso por principio ya quiere decir algo. No significa culpabilidad, pero sí como mínimo sospechoso y de eso hablamos y es en la calle, no en los despachos, donde se repite continuamente: "mucho han tardado, ya se veía venir"... o mas jodido aún, "algunos más tendrán que caer" . Mientras todo esto ocurre, algunos como si oyeran llover. No les molesta la desconfianza de los vecinos, les fastidia que se hable mal de ellos, cuando son ustedes los únicos culpables de su bien ganada mala fama.
En la función pública se gestiona con la legalidad pero se llega a ella a través de la confianza que genera el político en los votantes. Nadie gana elecciones sino desprendes confianza en el elector y es esa misma fidelidad la que se pide para gestionar lo público.
Si un alcalde le quita protagonismo a un concejal y le desprende de sus tareas de gestión, significa que su tranquilidad hacia ese regidor no es la más adecuada. Aquí, en Arrecife, tenemos el ejemplo de un alcalde, Don Candido, que asaltó la alcaldía con el voto de dos sospechosos y que después le hacían feo para gobernar. Ahora Doña Luisa Blanco renuncia a sus áreas, como sospechosa y bajo fianza, entendiendo que es indecoroso gestionar un ayuntamiento. Pero en cambio, ¡asómbrese usted caballero!, le parece normal continuar manteniendo al alcalde con su voto y peor aún, si a Don Cándido le parece hasta bonito que Doña Luisa deje sus responsabilidades por decencia política, ¿cómo es que en cambio le parece decente que le mantenga como alcalde?
A ver si me aclaro: no le sirve para llevar una Concejalía, pero sí para que le mantenga como alcalde, es decir, sospechosa a media jornada. Pero es que el mismo pensamiento sirve para el Cabildo, con Don Pedro Sanguines y la consejera Doña María José Docal. Si cree que es honesta dejando sus obligaciones de área, ¿por qué se mantiene en el cargo?, ¿es que el cargo no es importante, sólo las responsabilidades?
Estos días debemos repetir continuamente la palabra confianza. Confianza para todo y todos. Deben darla los dirigentes, pero también los que llaman a manifestaciones. Estamos hartos de salvadores repentinos, por poco no es el momento de manifestaciones, ahora toca apretar la memoria para que llegue fresca a las próximas elecciones. Ése es el momento de la gran manifestación.