Dolores de bolsillo

No ha venido a revelar grandes secretos, pero sí a poner sobre la mesa verdades como puños. Y es que aunque en muchas ocasiones se ha hablado de los altos costes que tiene el transporte de mercancías a la isla, y también del ...

13 de julio de 2007 (06:35 CET)

No ha venido a revelar grandes secretos, pero sí a poner sobre la mesa verdades como puños. Y es que aunque en muchas ocasiones se ha hablado de los altos costes que tiene el transporte de mercancías a la isla, y también del ...

No ha venido a revelar grandes secretos, pero sí a poner sobre la mesa verdades como puños. Y es que aunque en muchas ocasiones se ha hablado de los altos costes que tiene el transporte de mercancías a la isla, y también del daño que causó la retirada de un barco de Transmediterránea que atracaba en el Puerto de Arrecife, lo cierto son temas que siguen sin tener soluciones. Por eso, cobra importancia el informe que ha presentado el Cabildo sobre los factores que inciden en el elevado precio de la cesta en Lanzarote.

El diagnóstico es amplio y destaca sobre todo el alto coste que supone la doble insularidad para importar mercancías y, en definitiva, para el bolsillo de los consumidores. Y aunque contra la geografía no se puede luchar, sí que hay herramientas para paliar en parte sus consecuencias, tal como refleja el propio informe. Entre otras, una mayor implicación entre las administraciones insulares y las organizaciones empresariales para potenciar las conexiones con los puertos canarios y, por supuesto, mejorar unas instalaciones portuarias que en el estudio se califican como "insuficientes".

Pero además de las viejas demandas insatisfechas de la isla, que desde hace años pide a gritos un verdadero puerto adaptado a las necesidades actuales, también hay otros factores esenciales, como el hecho de que en Lanzarote falta competencia. Un dato que no sorprende a nadie, pero con las cifras se vuelve aplastante.

Según el informe, esta isla tiene muchas superficies comerciales de alimentación, superando con creces la media de Canarias por habitante, pero lo que no tiene es variedad. De hecho, el nivel de concentración también es superior al del resto del archipiélago. En concreto, el 61,1 por ciento de los hipermercados de la isla están en manos de los grupos de Hiperdino y Marcial, con lo que a los lanzaroteños de poco les sirve que haya poca a mucha superficie comercial. Lo importante es que a la hora de ir a comprar, tienen poco donde elegir y se ven obligados a terminar pagando mucho más por productos que, por si fuera poco, muchas veces son peores o incluso están hasta en proceso de descomposición, especialmente en lo que respecta a frutas y verduras.

Por eso, cuando informes como éste se ponen sobre la mesa como un reflejo de lo que los lanzaroteños perciben desde años, resultan poco entendibles determinadas cruzadas contra la apertura de nuevas cadenas en la isla. Sobre todo cuando algunos de los empresarios que abanderaban esas cruzadas apelando a la necesidad de defender al pequeño comercio, ahora intentan abrir un nuevo centro comercial.

Pero siguiendo con el informe, hay otras dos causas que influyen en el precio de la cesta de la compra lanzaroteña. Una, la falta productos propios, que se agrava poco a poco con la agonía del sector primario. Y otra, y ya por último y para rematar la indignación, está en la renta insular. Y es que según este estudio, los residentes en Lanzarote ganan un poco más que la media de Canarias, y por tanto están dispuestos a gastar más e invierten sumas superiores en alimentación. En definitiva, viene a decir algo así como que si a los lanzaroteños no les llegara ni para pagar el pan, las grandes superficies sí se verían obligadas a bajar los precios. Pero si lejos de eso, en lugar de comprar choped compran jamón serrano, están dando rienda suelta a los responsables de las cadenas alimenticias.

Quizá es la conclusión más chocante de este informe, y es probable que despierte sarpullidos a muchos vecinos de esta isla que deben hacer números para llegar a fin de mes, o privarse de otras cosas para llenar el carro en el supermercado. Pero también deberían despertar sarpullidos las conclusiones anteriores, aunque no sorprendan. En realidad, precisamente porque no sorprenden deberían generar aún más indignación. Porque hay muchos frentes en los que se podría y se debería actuar, pero no se hace. A Lanzarote ya no le alcanza con diagnósticos y promesas de puestos de Inspección Fronteriza o de mejores puertos, por citar algunos ejemplos. La isla no necesita llantos, necesita exigencias firmes. No necesita promesas, necesita soluciones. Y las necesita ya. Porque al igual que sucede en temas como la sanidad, el bolsillo de los ciudadanos tampoco puede seguir esperando.

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