Desde Anaga (P.D.)

(Actualmente Santa Cruz de Santiago de Tenerife)

4 de noviembre de 2005 (18:54 CET)

Por Lorenzo Lemaur Santana

Después de escribir, ver publicado y volver a leer los dos anteriores artículos, escritos desde Anaga, Tenerife, me he percatado de que obvié algunas precisiones. Me hizo caer en ello mi amigo Octavio Pérez, culpable de mi actual coyuntura.

Anaga es, o fue, uno de los 9 menceyatos existentes en Tenerife en el momento de la conquista para la corona de Castilla, o mejor, ya España en 1494 por Alonso Fernández de Lugo. En el territorio que ocupaba Anaga se enclava hoy el municipio de Santa Cruz de Tenerife. Su mencey, su rey, entonces, era Beneharo. Concretamente en Añaza, en la parte sur de Anaga, a orillas del actual barranco de Santos, fundó el conquistador la ciudad de Santa Cruz de Santiago de Tenerife, el día 23 de mayo de 1494.

Hablando de historia, hace unos días visité, con Octavio y Ruyman, el museo de la Historia de Tenerife, en La Laguna. Pude conocer algo más de lo que ya Octavio me había contado al respecto. Pude ver, en láminas impresas, el proceso de la conquista de la isla por los españoles. Por cierto, siempre me ha llamado la atención y me ha parecido un agravio a la honorabilidad de los muertos, que dos pueblos de Tenerife se llamen Victoria de Acentejo y Matanza de Acentejo. Aclaremos que la Matanza alude a la victoria de los guanches sobre los españoles, que sufrieron una matanza, a decir de quienes escribieron la historia. ¿Matanza? ¿Por qué? Los guanches se defendían del intento de conquista de un pueblo extraño y en la acción de defensa pues eso, lo que ocurre en las guerras.

Volviendo al motivo de la posdata, quería precisar, me parece pertinente, que lo de escribir sobre Anaga en esta serie sobre Elguinaguaria (Arrecife), nido del cisne, que no patito feo, viene a cuento de hacer, a mí me lo parece, un contraste entre ambas ciudades: Arrecife y Santa Cruz de Tenerife, segunda y quinta ciudades de Canarias, respectivamente. Cada cosa escrita de Santa Cruz lleva implícito, de forma clara y expresa, una pretensión de contraste con las realidades de mi ciudad de Arrecife, a la que por descontado amo y en la que, me atrevo a decir que con toda seguridad, seguiré viviendo tras la aventura que me ha llevado a Tenerife.

Lo más que envidio, sanamente, son los espacios libres, las plazas, los parques, los árboles, los bancos a la sombra, las calles anchas, con sus ramblas y amplias aceras, y la gente en la calle. También me llama la atención la sensación de rural que presenta Santa Cruz en todos sus alrededores.

En Tenerife, Anaga, mientras entreno al equipo de balonmano de primera división femenina Salud Tenerife, antes Anaga - Tenerife, sabré lo que es llover de verdad, que me encanta, aunque lógicamente, me incomodará. Pero como ya se sabe, la lluvia, como otras muchas cosas, es bueno o malo según para quién y cómo se mire.

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