CUANDO LAS UNIVERSIDADES COMPITEN

Podría ser objeto de debate saber si la condición geográfica constituye la principal debilidad de las Islas Canarias; o por el contrario, es su gran fortaleza. Lo que sí parece indiscutible reconocer es que los condicionantes ...

23 de mayo de 2006 (03:18 CET)

Podría ser objeto de debate saber si la condición geográfica constituye la principal debilidad de las Islas Canarias; o por el contrario, es su gran fortaleza. Lo que sí parece indiscutible reconocer es que los condicionantes geográficos otorgan al Archipiélago una marca diferencial. No sólo porque da a los canarios un sentido atlántico, de pueblo oceánico, fronterizo, aislado y distante de cualquier Continente; sino porque a esas circunstancias se añade la discontinuidad del territorio, que no se presta a dar a sus habitantes la oportunidad de alcanzar una cohesión "identitaria". Y por si esos agravantes fueran pocos, las Islas han tenido a la Naturaleza en contra. La historia de las Canarias está escrita a base de largos periodos de sequías, epidemias, hambrunas, calamidades y todas las amenazas imaginables. En interiorizar todo ese sufrimiento ha consistido nuestro acervo.

Cierto que el sentido de la supervivencia nos ha forzado a tener un carácter marcadamente individualista, que ha propiciado que las élites de una Isla se enfrentaran de cuando en cuando, a las élites dominantes de otra Isla. Por fortuna, desde hace 25 años los canarios venimos mayoritariamente poniendo toda nuestra voluntad en cambiar las cosas; consiguiendo que aparezcan cada vez más espaciados los vestigios del ancestral antagonismo que mantenemos contra nosotros mismos. El último ha sido la polémica en torno al presupuesto de la Universidad de La Laguna (ULL).

Para entender este conflicto no hay que remontarse a los orígenes de la actividad universitaria en Canarias, que data de principios del siglo XVIII, pero sí habría que partir de 1927, cuando un Real Decreto convierte a La Laguna en una ciudad universitaria. Desde entonces la andadura solitaria de la ULL nos hizo concebir un modelo de Universidad sin alternativa comparable; y en esa unicidad estuvo la ULL durante más de seis décadas, hasta que el Parlamento de Canarias aprobara el 26 de abril de 1989 la Ley de Reorganización Universitaria de Canarias, que dio paso a la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), satisfaciendo con ello a sus élites insulares, que tuvieron la perspicacia de atribuir el logro al pueblo de Gran Canaria.

El corto tiempo transcurrido ha permitido realizar estadísticas comparables. Por ellas sabemos que mientras la nueva Universidad viene presentando cada año una gestión saneada y con superávit, con unos estamentos sin conflictos y con un Rector Magnífico que anuncia su continuidad como excelente gestor público en el campo de la política autonómica. En la posición contraria se encuentra la ULL, que presenta un continuo déficit en cada ejercicio presupuestario, sin que los ingresos extraordinarios, cuando los han habido, rompan esa dinámica contable; todo lo cual se traduce en el mal estado de sus infraestructuras y en una permanente crispación entre sus estamentos.

Estas diferencias han creado tensiones entre los grupos afectados, sin que por ello llegara a ser un conflicto de Canarias, debido a que en esta etapa histórica las cuentas de las universidades son aprobadas en el Parlamento de Canarias. En consecuencia, son públicas y se saben. Como se sabía que nadie había pedido nunca que se le diera menos dinero a la ULL. Pero en adelante, conviene divulgar más estas cifras, para que el pueblo canario conozca quién gestiona bien o mal el dinero público. Esta labor de pedagogía no puede entenderse como revanchismo, tampoco como una nueva faceta del pleito insular. También en Tenerife están hastiados de los privilegios corporativos, desde que han descubierto cuánto egoísmo se agazapaba detrás de ciertas reivindicaciones gremiales. Un ejemplo de esa sensatez lo tenemos en la Alcaldesa de La Laguna, Ana Oramas, que ha dicho que "el futuro de la ULL no es un problema de dinero". Añadiendo: "La ULL tiene que plantearse a dónde va, qué papel está jugando en estos momentos en la sociedad de Canarias y en los problemas vitales de los canarios, ver realmente qué estudios necesita para hacer una verdadera universidad del siglo XXI". De igual manera piensa el portavoz del Gobierno de Canarias, Miguel Becerra, quien sobre este tema plantea que no es la solución "las protestas masivas, las quejas lastimosas o echar las culpas", sino la búsqueda de una respuesta. Por su parte, el presidente del Cabildo Insular de Tenerife, Ricardo Melchior, acaba de hacer entrega al Rector de la ULL del proyecto de rehabilitación del paraninfo. Asumiendo esta vez el Cabildo tinerfeño, el esfuerzo de una inversión cercana a los cuatro millones de euros. Digo esta vez, porque en varias ocasiones el Gobierno de Canarias ha entregado recursos para financiar las obras del paraninfo; pero en todos los casos el dinero era desviado al capítulo de remuneraciones y a nuevas contrataciones de personal. Lo mismo ha ocurrido cuando el Parlamento dotó a la ULL de un presupuesto extraordinario, a fin de dejar en cero el déficit que arrastraba.

En mi condición de miembro del Consejo de Gobierno de la ULPGC, en representación de los alumnos, he seguido este asunto y reconozco que hasta ahora podrían ser válidas las razones para que la ULL tuviera un presupuesto superior al que dispone la ULPGC; pero me inquietan las quejas del Rector, Ángel Gutiérrez, respecto al supuesto maltrato que padece la ULL. Que según él no es porque su Universidad reciba menos dinero que antes, o menos que la ULPGC. El rector reconoce que recibe del Gobierno de Canarias más financiación que la percibida por la ULPGC, pero se ve que el Rector padece de una voracidad insaciable. Eso es lo inquietante, porque él mismo afirma que lo que ingresa "no es suficiente, ya que sólo pueden pagar nóminas y poco más, y no se tiene dinero para infraestructuras como el paraninfo, ni para adaptar la convergencia del profesorado LRU al nuevo plan LOU; por lo que -añadía- haría falta financiación adicional para esos contratos porque los costes son mayores". Estas últimas palabras expresan desafío, pero suenan a codicia. Ángel Gutiérrez las pronunció en el calor de una rueda de prensa que caldearon los periodistas al transmitirle allí mismo, el comentario de Manuel Lobo, Rector de la ULPGC, que al respecto había dicho que "daba por bueno el modelo de financiación de las universidades propuesto por el Gobierno de Canarias". Lo que equivalía a decir que el problema del déficit presupuestario se resolvía con una gestión eficiente y eficaz.

Lo malo es que el tema no queda circunscrito a unas disquisiciones entre rectores. También se ha sumado al carro el portavoz del PP en La Laguna, que ha culpado del déficit universitario a la Consejería de Educación que no da más dinero. Por lo visto, para este liberal de extraño cuño no hay más alternativa que la caja pública. En eso coincide con las declaraciones de la ex eurodiputada de IU y actual Decana de la Facultad de Filosofía de la ULL, en las que reduce el problema de las infraestructuras al empeño por "ahorrar dinero" que tiene el Consejero, Isaac Godoy. Si prevalecieran estas propuestas, difícilmente se resolverían los problemas de la ULL; no por ser soluciones inflacionistas, sino porque el egoísmo que las mismas encierran está fuera de lugar. Tan fuera, que no tiene cabida en el modelo de Comunidad Canaria que se está creando con el autogobierno. Tampoco cabe en la nación que creemos posible y además, queremos tener.

Pablo Rodríguez Valido

Vicesecretario de Organización de Jóvenes de CC

Miembro de la Ejecutiva Nacional de Coalición Canaria .

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