Estimado Sr.:
Me dirijo a vd. en nombre de la Asociación para un Trato Ético con los Animales (ATEA), al objeto de transmitirle una serie de reflexiones y hacerle una solicitud, en estas fechas previas a la celebración de las fiestas patronales de Pamplona.
Como probablemente ya conoce, nuestra organización orienta su trabajo a la denuncia de cualquier tipo de violencia, abuso o explotación injustificada que los seres humanos cometamos con los animales. Ellos y nosotros compartimos el hecho de ser entes biológicos sensibles al dolor y al sufrimiento, experiencias siempre lesivas e indeseables para todos, independientemente de cuestiones como la edad, el sexo o la especie a la que se pertenece. En este sentido, una de las ideas que con más vehemencia transmitimos a la sociedad desde nuestra asociación es la de que no existe lo que podríamos llamar un dolor "animal" y otro "humano" (de la misma manera que no tendría sentido hablar de un dolor "de los pobres" y otro "de los ricos", o hacer distinciones entre el sufrimiento "de los europeos" y "el de los africanos"), por lo que, al menos en teoría, deberíamos poner el mismo empeño en tratar de evitar cualquier sufrimiento gratuito a los demás, sin que factores como los antes citados nos condicionen. No debemos olvidar que la mayoría de los miembros de la comunidad humana somos éticamente activos, lo que nos obliga a actuar moralmente. Aceptando esta evidencia, una de las premisas de toda reflexión ética implica algo tan elemental como no dañar a nadie si podemos evitarlo, ni contribuir de forma alguna a que otros lo hagan.
Me he referido antes a la Fiesta, pero debemos recordar aquí que sólo se puede hablar en tales términos para quienes la organizan y participan como tal de ella. Lamentablemente, la parte más propagandística de las celebraciones en Pamplona está basada en una agresión extrema a seres inocentes (tanto como pueda serlo el más inocente de los seres humanos), individuos capaces de experimentar sensaciones desagradables como usted, como yo, o como cualquiera de los ciudadanos y ciudadanas de esta ciudad. Un pueblo que tortura, en ocasiones hasta la muerte, a otros seres sensibles cuyo único delito ha sido nacer toro en lugar de águila imperial o perro, no es un pueblo civilizado. Escudarse en conceptos tan subjetivos (y, en consecuencia, tan fácilmente manipulables) como el arte, la tradición o la cultura, dice mucho de nuestra faceta egoísta y poco de valores tales como la solidaridad o la compasión. El progresismo ético consiste precisamente en saber superar etapas oscuras de nuestra condición y adoptar comportamientos más respetuosos con los demás, en el sentido más amplio del término.
La razón de que nos dirijamos precisamente a usted no es otra que la de solicitarle formalmente que no alimente con su presencia ningún acto que se sirva de animales, por lo que de agresión hacia ellos implica. Nos referimos a las corridas de toros, los encierros, los circosy, en general, a cualquier evento que se sustente en el sojuzgamiento de seres indefensos. Todas estas situaciones son incompatibles con el respeto por los derechos básicos de las víctimas, en especial los que hacen referencia a su vida y a su integridad física y emocional. Usted no es un ciudadano más de esta sociedad. Ocupa una posición importante y este hecho hace que cualquiera de sus comportamientos tenga un peso y un carácter simbólico muy superior al de cualquier otro ciudadano. Es por ello por lo que le rogamos adopte una actitud crítica hacia cualquier espectáculo público que utilice animales. Todos suponen para ellos situaciones agresivas que, en calidad de seres éticos, deberíamos saber evitar.
En este sentido, y concretamente respecto a los encierros y las corridas de toros, le sugerimos que adopte una postura no colaboracionista. Le proponemos que manifieste de manera pública su rechazo a estos deleznables espectáculos y, si lo considera oportuno, rechace las entradas que ha recibido gratuitamente por parte de ese consistorio. En ATEA serían bien recibidas. Creemos que este tipo de actos simbólicos son muy importantes para avanzar hacia una sociedad más justa y respetuosa.
Si es posible, nos gustaría conocer su opinión sobre las reflexiones que aquí le planteamos, y de paso que nos haga partícipes de su postura personal al respecto.
Sin más, deseo agradecerle el tiempo que ha dedicado a leer esta carta. Esperamos su respuesta. Reciba, mientras tanto, un afectuoso saludo de,
Kepa Tamames
Presidente de ATEA