Biocombustibles: alimentar coches o personas

Las Naciones Unidas nos advierten que entre 750 y 800 millones de personas en el mundo se encuentran en situación de desnutrición. Por otro lado, Dennis Meadows, uno de los autores del célebre Informe al Club de Roma "Los límites ...

26 de septiembre de 2006 (07:50 CET)

Las Naciones Unidas nos advierten que entre 750 y 800 millones de personas en el mundo se encuentran en situación de desnutrición. Por otro lado, Dennis Meadows, uno de los autores del célebre Informe al Club de Roma "Los límites del crecimiento" ya habla de que podemos estar llegando en estos años a la producción máxima de alimentos a nivel mundial, especialmente de granos, sustento de miles de millones de personas en el planeta. El mito de que la Tierra puede alimentar a mucha más población de la que hoy alimenta se desmorona porque existen, por sobreexplotación, problemas graves de agotamiento de acuíferos, pérdida anual de miles de hectáreas de cultivo por avance de la desertificación, deforestación, urbanización y salinización, y cambios climáticos que ya hoy provocan extensas migraciones inter y transcontinentales.

Alimentar con suficiencia a 6.500 millones de habitantes es uno de los grandes objetivos del milenio, y debería estar en la cúspide política y moral de nuestra civilización. Hoy la alimentación de buena parte de los habitantes del Planeta se basa en un sistema agroindustrial con su origen en la llamada "revolución verde", que supuso un auténtico despegue de la productividad por hectárea de tierra cultivada. Estamos llegando, según algunos expertos, al agotamiento de ese modelo, debido a que está sustentado en la inyección permanente y creciente

de fertilizantes -basados en la industria petroquímica- y pesticidas para obtener los citados rendimientos. Claro que la presión sobre la "T(t)ierra", como diría Jorge Riechmann, está logrando la disminución creciente de los mismos: cada vez más insumos energéticos para

mantener la producción, antes de que ésta disminuya. A la insostenible en el tiempo "sopa química agrícola" hay que añadir la existencia de millones de tractores, billones de metros de riego de plástico, una inmensidad de sistemas de refrigeración, transportes, etc. hoy alimentados con petróleo y gas; el primero, en franco declive en breve. Y el declive energético equivale hoy, por la extrema dependencia, a un declive de alimentos. Por lo tanto, alimentos cada vez más caros: pasarán hambre quienes no los puedan pagar, como ya de hecho hoy ocurre. Y nosotros, ante el declive energético - alimentario, no estamos excluidos de esa suerte en el futuro.

Desde ya hace años ha disminuido la producción mundial de granos por persona. China, desde hace ocho años, tiene que importar crecientes cantidades de alimento para su población. Las tierras agrícolas de China para soja son hoy de las más contaminadas del mundo por la increíble

cantidad de fertilizantes usados para mantener la producción.

En este escenario, los biocombustibles son una de las "soluciones" más perversas e inmorales al declive energético. Lester Brown, el director del Instituto de Políticas para la Tierra, y autor del llamado "Plan B 2.0", advierte ya hoy que los "supermercados compiten con los coches" en la

producción de alimentos. No es preciso siquiera entrar en la extrema dependencia de esta "solución" del sistema industrial basado en el petróleo, ni en la escasísima cuando no negativa tasa de retorno energético de este recurso, o en los estragos que hoy ya causa en ecosistemas naturales talados para extender cultivos energéticos.

Proliferan en el mundo supuestas "alternativas verdes" al petróleo. Esta es una de las más siniestras. Hoy es necesario elegir. Llenar nuestros vehículos con biodiesel equivale a competir con los pueblos pobres del mundo en los mercados internacionales del grano, como el de Chicago, que están presenciando la subida permanente de precios de los alimentos básicos para la humanidad. Supone arrebatar posibilidad de alimentar al mundo para alimentar a nuestro insaciable parque móvil, paradoja horrible donde las haya. Resulta estremecedor pensar en

cómo ya hoy se negocian partidas de cosechas que los agricultores venden al mejor postor, los distribuidores de combustibles para los vehículos del primer mundo. Los barcos con esas cosechas se desvían de sus rutas naturales para ir a parar a factorías del primer mundo que

devoran, procesándola como combustible "verde", lo que el mundo necesita para alimentar a las personas. Por favor, si queremos evitar más hambre en el mundo, renunciemos a los biocombustibles.

Juan Jesús Bermúdez Ferrer,

Presidente de la Asociación "Canarias ante la crisis energética"

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