La bajada importante del precio del petróleo tras alcanzar su sorprendente pico cercanoa los 150$ en julio de 2008, es consecuencia, entre otros factores, del proceso dedestrucción de la demanda de crudo que está ...
La bajada importante del precio del petróleo tras alcanzar su sorprendente pico cercano
a los 150$ en julio de 2008, es consecuencia, entre otros factores, del proceso de
destrucción de la demanda de crudo que está ocurriendo en todo el Mundo. Decenas de
aerolíneas han quebrado, disminuidas sus rutas y flota en el aire, y despedido a
trabajadores; el consumo de gasolinas baja en los EE.UU. y en numerosos países, por
primera vez desde hace casi quince años; la producción industrial y el consumo en
general se resiente, de forma paralela a la crisis crediticia, mientras varios países, de los
más consumidores del Mundo, están ya entrando en recesión. Como se ha explicado, la
meseta de producción de petróleo desde el año 2005 está en el origen del ascenso del
precio petrolero y ha colaborado muy mucho a reventar la burbuja inmobiliaria mundial
y de liquidez en los préstamos.
Si hay grandes incertidumbres sobre la posibilidad de
seguir creciendo (el mayor consumo de energía, en nuestro modelo económico, es
básico a medio plazo para crecer económicamente, como lo demuestran múltiples
estudios de la relación entre PIB y consumo de petróleo y "movilidad"), surge la duda
sobre la devolución ? con intereses ? de los préstamos, que se conceden sólo porque se
prevé crecer, lo que implica que se desinflen las perspectivas de ampliar el desarrollo de
la actividad económica.
Algunos economistas ? muy poco publicitados, cierto es ?
advierten de la inevitable interrelación entre valores físicos y monetarios, y de que el
valor del dinero está, en última instancia, soportado con el trasiego de materiales y
energía. Los crecimientos de la demanda mundial de éstos no están encontrando
respuesta con la misma fluidez en el incremento de la oferta y los cuellos de botella
aparecen, especialmente el provocado por los límites energéticos, cuya disponibilidad
barata y accesible es la base de cualquier orden socioeconómico.
Esta tendencia bajista se encuadraría en lo que se ha descrito como un proceso de "super
pico del precio del petróleo", consistente en un permanente ajuste entre la oferta de
crudo, con crecimientos muy débiles, práctico estancamiento y posterior declive (frente
a los veloces ascensos en la producción en los años anteriores), y una demanda
ascendente por parte de los grandes consumidores y de otros países (China, India, etc.)
que, aunque muy lejos de las ratios de consumo occidentales, han desarrollado
crecimientos exponenciales extraordinarios.
El Mundo ha multiplicado casi por cuatro en las últimas cuatro décadas el número de
turismos, y generó en ese tiempo la globalización basada en la movilidad y costes
baratos, duplicando la extracción de petróleo desde los años 70. La perspectiva de que
esa situación se mantenga es escasa debido a una realidad geológica a la que nos
resistimos mirar: desde hace 45 años vienen declinando los descubrimientos de
petróleo, y hoy se encuentra mucho menos de lo que se consume, amen de que los
descubrimientos son de peor calidad, menor tamaño y en zonas más inaccesibles; por
tanto, con un retorno energético menor y un coste mucho mayor.
Esta tendencia es
creciente, añadiéndose la circunstancia de que los países con reservas cada vez exportan
menos porque sus economías consumen más, como ocurre ya con en Rusia, Arabia
Saudí, o los restantes estados del Golfo Pérsico, entre otros. Si añadimos a ello
importantes declives previstos en Angola (el propio Gobierno reconoce un declive
desde el año 2010), la perspectiva de que Indonesia o México dejen de ser productores
significativos en algo más de una década, la debacle de Nigeria, que se encuentra
impotente para contener el creciente movimiento armado que sabotea las extracciones, o
los problemas que registra la industria en todos sus eslabones (refino, personal
cualificado, transporte, conducciones, lugares de exploración, etc.), podemos aventurar,
como hacen muchos, unos precios con tendencia alcista en los próximos años, y con los
citados procesos de corrección del mismo, conforme las economías del Globo inicien su
transición, en forma de depresión económica, a la era del petróleo cada vez más escaso
y, por lo tanto, más caro.