Aires dramáticos del Sahara

Cuando la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui nos propuso realizar un viaje para visitar los campamentos de refugiados del sur de Argelia, decidimos alzar "La Voz" respecto a un problema internacional que nos toca de ...

13 de noviembre de 2006 (05:55 CET)

Cuando la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui nos propuso realizar un viaje para visitar los campamentos de refugiados del sur de Argelia, decidimos alzar "La Voz" respecto a un problema internacional que nos toca de ...

Cuando la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui nos propuso realizar un viaje para visitar los campamentos de refugiados del sur de Argelia, decidimos alzar "La Voz" respecto a un problema internacional que nos toca de cerca.

Aprovechando la expedición de un centenar de voluntarios canarios que colaboraron durante diez días en diversos talleres organizados en los campamentos de El Aiún y Smara, cercanos a la ciudad argelina de Tindouf, surgió un reportaje que confirma los lazos que tradicionalmente han unido las Canarias con el Sahara Occidental. Ahora, desde las Islas, muchos continúan trabajando para "la causa", mientras Marruecos tienta a la economía del archipiélago, provocando que algunas empresas ligadas al sector del turismo operen en la zona.

El pueblo saharaui lleva treinta años relegado a una de las zonas más áridas del sur de Argelia. Se trata de una comunidad que en 1991 declaró un alto al fuego en plena guerra con Marruecos, y desde entonces espera un referéndum que no llega, para recuperar su identidad y su tierra.

En la zona del Sahara Occidental ocupada por Marruecos, los derechos humanos se violan continuamente. Al entrar en cualquier jaima se escuchan los estremecedores testimonios de quienes saben que están agrediendo a sus niños y violando a sus mujeres. Pero la resistencia saharaui no se rinde. Siguen creyendo que su exilio es algo temporal, y tienen muy claro que van a seguir luchando por lo que es suyo. El pueblo saharaui está cansado de arrodillarse durante tres décadas a los pies de su vecino. Está cansado de tener que rogar por su comida y su dignidad a la comunidad internacional. Unos dirigentes que deciden su suerte a miles de kilómetros, en el interior de despachos donde no llega la claridad del desierto. Esta luz es la que guía al pueblo saharaui. Eso, y fuerza de voluntad, gracias a la cual han sabido organizarse, levantarse en medio del polvo y la arena que llega en forma de calima hasta las costas lanzaroteñas.

Por si creíamos que su problema está muy lejos, el viento nos lo muestra, queriéndonos decir: "están al otro lado, y sufren". Los que no confían en el viento y en la arena, o en la capacidad del ser humano para entender a la naturaleza, se echan al mar. Pasan días navegando en una patera, hasta llegar a las costas de Lanzarote y mostrar con orgullo su bandera. Aquí son detenidos por la Guardia Civil, recluidos en un centro de internamiento, pero sus rostros exaltados, sus banderas y su gesto de libertad aparecen en todos los medios de comunicación. Son activistas y las buenas o malas lenguas dicen que el Gobierno de Rabat se encarga de alertar a los cuerpos de seguridad canarios para que les esperen a su llegada. Una buena forma de quitarse problemas de encima.

Los que no pueden marcharse, se reúnen cada noche alrededor de la radio, bajo las estrellas, y hablan del pasado, del presente, y sobre todo, del futuro. En un lugar donde el tiempo se detiene, las palabras son el mayor arma. En ese sentido, los medios de comunicación juegan un papel fundamental de información y cohesión. Algunos reporteros del periódico "Sahara Libre" viajan cada semana a la zona ocupada, para traer noticias frescas, de primera mano, sobre la situación que allí se vive. Una zona de difícil acceso para periodistas europeos. Hace apenas unos días, dos periodistas noruegos fueron detenidos y deportados al llegar al aeropuerto de El Aiún, lo que hace reflexionar sobre derechos tan elementales como la libertad de expresión.

Aunque la comunidad internacional mira hacia otro lado a la hora de afrontar el problema saharaui, numerosos juristas de varios países denunciaron el pasado mes de octubre ante el Tribunal de La Haya la ilegitimidad de la utilización por parte de Marruecos de los recursos de la zona del Sahara Occidental, principalmente procedentes de la pesca y las minas de fosfatos. Se trata de un pequeño paso hacia el reconocimiento de los derechos del pueblo saharaui. Un paso que da pie a la esperanza, justo cuando los recortes de las ayudas internacionales están a punto de crear una tragedia humanitaria en los campamentos de refugiados.

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